La socialdemocracia de desplaza Sur
A principios de este a?o las noticias pol¨ªticas en Estados Unidos estaban dominadas por los resultados de los comicios de noviembre: el relevo en el Congreso con la nueva mayor¨ªa republicana en general y la entrada de Newt Gingrich como presidente de la C¨¢mara de Representantes en particular. Un acontecimiento similar recibi¨® estrictamente una atenci¨®n m¨ªnima: la toma de posesi¨®n de Fernando Henrique Cardoso como primer presidente socialdem¨®crata de los Estados Unidos de Brasil.Brasil, con 255 millones de habitantes, es la segunda naci¨®n m¨¢s poblada -despu¨¦s de Estados Unidos- del hemisferio occidental. Tambi¨¦n es una importante potencia industrial (en 1994, por ejemplo, produjo 1,5 millones de coches), y un exportador cada vez m¨¢s importante de modern¨ªsimos productos industriales y agr¨ªcolas diversos (el caf¨¦ ha descendido al, 2,5% de las exportaciones totales). El pa¨ªs cuenta con una considerable influencia pol¨ªtica sobre el resto de Am¨¦rica Latina.
El derrocamiento en 1964 de la democracia por un grupo de generales brasile?os fue el comienzo de una ola cruel de autoritarismo que iba a hundir a una parte importante del continente durante dos d¨¦cadas aproximadamente. Cuando los militares brasile?os decidieron "retirarse del poder" en 1985, el pa¨ªs volvi¨® a las formas democr¨¢ticas, pero entonces tuvo que luchar durante casi una d¨¦cada con dirigentes d¨¦biles y corruptos, as¨ª como con la inestabilidad econ¨®mica y una tendencia recurrente a la hiperinflaci¨®n. Bajo estas condiciones, la llegada al poder, el pasado 1 de enero, del presidente Cardoso, de 63 a?os de edad, l¨ªder del Partido Socialdem¨®crata de Brasil (PSDB), fue recibida ampliamente como una promesa de verdadera renovaci¨®n pol¨ªtica, de reanudaci¨®n del crecimiento econ¨®mico y de reformas sociales efectivas. Presumiblemente habr¨ªa que prestar alguna atenci¨®n a este punto de luz que ha aparecido en nuestro hemisferio.
El triunfo de Cardoso en las elecciones de octubre de 1994 constituye por s¨ª mismo una historia notable. La anterior elecci¨®n presidencial, celebrada en noviembre de 1989, tuvo como resultado la victoria de Fernando Collor, cuya actuaci¨®n irregular y mediocre tuvo un temprano final en octubre de 1992 cuando fue suspendido (y finalmente destituido) por el Congreso por corrupci¨®n. El vicepresidente Itamar Franco tom¨® posesi¨®n como presidente para los dos a?os que quedaban del mandato de Collor. Pidi¨® a Fernando Henrique Cardoso que se uniera a su Gobierno, primeramente como ministro de Asuntos Exteriores. El verdadero desaf¨ªo lleg¨® seis meses despu¨¦s, en mayo de 1993, cuando le ofreci¨® a Cardoso el Ministerio de Hacienda, y ¨¦ste acept¨®. Para entonces la inflaci¨®n hab¨ªa alcanzado un 30% mensual (equivalente a una hiperinflaci¨®n de m¨¢s del 1.000% anual) y hab¨ªa demostrado ser un problema de lo m¨¢s resistente. Pero, con la ayuda de un grupo selecto de economistas, Cardoso se propuso enterarse de lo que hab¨ªa funcionado y lo que no con los anteriores. intentos de estabilizaci¨®n y elabor¨® su propio programa. Trabaj¨® bajo una considerable presi¨®n de tiempo, porque ahora ten¨ªa ambiciones presidenciales, y, de acuerdo con la Constituci¨®n, ten¨ªa que dimitir de cualquier puesto oficial antes de marzo de 1994 si quer¨ªa presentarse a la presidencia en octubre. Quiz¨¢ fue esta presi¨®n en gran parte, adem¨¢s del consejo de los economistas, lo que le convenci¨® para seguir un curso prometedor econ¨®micamente, pero muy dif¨ªcil pol¨ªticamente: primero forz¨® la aprobaci¨®n en el Congreso de una reforma fiscal que transfer¨ªa los ingresos de los Estados al Tesoro Federal, a la vez que aumentaba diversos impuestos. S¨®lo despu¨¦s de conseguir as¨ª estabilizar el d¨¦ficit inici¨® Cardoso el plan de estabilizaci¨®n monetaria, que termin¨® de implantar realmente, despu¨¦s de su dimisi¨®n, su sucesor, en la segunda mitad de 1994. La inflaci¨®n descendi¨® entonces a un solo d¨ªgito y se introdujo una nueva moneda, el real, que permaneci¨® estable respecto al d¨®lar.
Para Cardoso result¨® muy provechoso poder se?alar el ¨¦xito de su estrategia desde el principio de la campa?a electoral. A principios de a?o, los sondeos de opini¨®n le hab¨ªan situado detr¨¢s de otros candidatos, en especial detr¨¢s de Luis Ignacio Silva Lula, el l¨ªder del Partido de los Trabajadores. A partir de junio, Cardoso empez¨® a ganar con regularidad y, finalmente, adelant¨® a Lula, cuya plataforma electoral demostr¨® tener un atractivo Iimitado. El 3 de octubre gan¨® la contienda electoral en primera ronda con un 54% de los votos (contra el 27% de Lula), por lo que no fue necesaria una segunda ronda en noviembre.
Hay pocas dudas de que Cardoso deba gran parte de su ¨¦xito a la proeza de haber frenado una inflaci¨®n que se hab¨ªa convertido en la maldici¨®n de la vida cotidiana en Brasil. En cierto sentido, los brasile?os le trataron de forma similar a como los ciudadanos han recompensado a menudo a los generales victoriosos: tras haber ganado una batalla importante o la guerra, son designados para el puesto m¨¢s elevado, con la esperanza de que ahora ser¨¢n capaces de resolver otros problemas importantes de su pa¨ªs. En el caso de Cardoso, esta expectativa generalizada lleg¨® con especial facilidad a los votantes, porque hab¨ªa llegado a su puesto no como especialista monetario, sino como un intelectual de amplias miras que hab¨ªa aprendido mucho del arte de la pol¨ªtica desde que se convirti¨® en senador federal en 1986.
Con anterioridad, Cardoso era amplia (e internacionalmente) conocido como un soci¨®logo pol¨ªtico que se hab¨ªa opuesto al r¨¦gimen militar. Tras el golpe de 1964, perdi¨® su destino acad¨¦mico y pas¨® un corto periodo de autoexilio en Chile en los a?os sesenta. Pero pronto volvi¨® a su pa¨ªs para crear, junto con su esposa, Ruth, una eminente antrop¨®loga, un centro independiente de ciencias sociales en S¨¢o Paulo, una tarea para la que fue de considerable ayuda el apoyo econ¨®mico de la Fundaci¨®n Ford.
Cardoso hab¨ªa escrito juntamente con un colega chileno (Enzo Faletto) un libro de gran influencia, Dependencia y desarrollo en Am¨¦rica Latina, a fin les de los sesenta. En ¨¦l se un¨ªa a un grupo de otros analistas latinoamericanos que, desalentados por las dificultades econ¨®micas de la tard¨ªa industrializaci¨®n y por las nuevas tendencias al autoritarismo en la pol¨ªtica, cre¨ªan que el desarrollo econ¨®mico y pol¨ªtico de Latinoam¨¦rica estaba llegando a un siniestro callej¨®n sin salida. Diez a?os despu¨¦s, cuando Cardoso escribe un nuevo pr¨®logo a la versi¨®n inglesa de este libro, habla de forma mucho m¨¢s abierta. Distanci¨¢ndose de su anterior insistencia en las "limitaciones estructurales", ahora destaca la disponibilidad de "alternativas en la historia" y la "percepci¨®n de nuevas formas de dar la vuelta a una esquina pol¨ªtica". Completa el c¨ªrculo 15 a?os despu¨¦s, en su discurso de toma de posesi¨®n del 1 de enero: ahora manifiesta su total confianza en que esa esquina est¨¢ pr¨®xima. Con gran efecto ret¨®rico, repite varias veces una expresi¨®n coloquial: este pais vai dar certo (esta vez este pa¨ªs har¨¢ las cosas bien), triunfar¨¢.
El significado de ese ¨¦xito se explica ahora detalladamente, siguiendo tres l¨ªneas principales. El "don m¨¢s precioso" es la libertad y la democracia: aqu¨ª Cardoso habla con tremenda emoci¨®n -y algo de autocr¨ªtica- de la "gente de mi generaci¨®n que aprendi¨® el valor de la libertad al perderla". La segunda tarea es el desarrollo econ¨®mico basado en la estabi-
Lasocialdemocracia se desplaza al Sur
lidad monetaria. La r¨¢pida industrializaci¨®n hab¨ªa convertido a Brasil en un milagro durante gran parte de la posguerra. Ahora que se ha superado la hiperinfiaci¨®n, se ha reanudado el crecimiento y se mantendr¨¢.La tercera ¨¢rea en la que Brasil tendr¨¢ que progresar ahora es la de la justicia social. El importante desaflo por responder en el pa¨ªs es la lucha contra el hambre, la pobreza y la violencia, y la consecuci¨®n de progresos sustanciales en sanidad, educaci¨®n y vivienda para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Ya en una ocasi¨®n anterior exclam¨® Cardoso: "Brasil ya no es un pa¨ªs subdesarrollado. Es un pa¨ªs injusto".
Caben pocas dudas de que Cardoso querr¨¢ incluir los Progresos en justicia social entre los mayores logros de su mandato. Al mismo tiempo, transmite la convicci¨®n de que este pa¨ªs no se enfrenta a un tr¨¢gico dilema entre crecimiento y distribuci¨®n, entre libertad y equidad. Siendo Cardoso un intelectual, sabe demasiado bien lo muy dados que son los intelectuales a presentar las situaciones, en t¨¦rminos de dilemas ineludibles. Es muy posible que existan, pero en ese caso es deber del dirigente pol¨ªtico encontrar las formas de salvarlos.
Al ver a Fernando Henrique Cardoso y a su equipo el 1 de enero en Brasilia, no pude evitar el recuerdo de una toma de posesi¨®n anterior y esperanzadora, la de John F. Kennedy, y su famosa frase: "Pasemos la voz de que la antorcha ha pasado a una nueva generaci¨®n de estadounidenses". ?Podr¨ªa ser que la antorcha -de la libertad democr¨¢tica y la justicia social- haya pasado del Norte al Sur?
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