Piedad para el vencido
"Renuevo ante Cristo mi disponibilidad para servir a la Iglesia todo el tiempo que ?l quiera, abandon¨¢ndome por completo a su santa voluntad". Juan Pablo II. Roma, 18 de mayo de 1995. Si ni siquiera el Papa dimite, como se hab¨ªa rumoreado en v¨ªsperas de su 75 cumplea?os, ?c¨®mo esperar que lo hagan los pol¨ªticos profesionales? Es decir, que lo hagan en serio, y no para cubrir el expediente.En unos retratos psicol¨®gicos que public¨® aqu¨ª hace un a?o el psicoanalista italiano Piero Rocchini -autor de La neurosis del poder- utilizaba la expresi¨®n "s¨ªndrome del indispensable" para definir la personalidad de Felipe Gonz¨¢lez. Seguramente es un s¨ªndrome defensivo, imprescindible para sobrevivir a las agresiones sin tregua de los savonarolas que dominan la escena pol¨ªtica. Sin embargo, ?se imaginan la situaci¨®n actual, de Espa?a en general y del PSOE en particular, si Felipe Gonz¨¢lez hubiera sido consecuente con su intenci¨®n de renunciar a presentarse como candidato en las elecciones de 1989? El Comit¨¦ Federal deber¨ªa constituir una comisi¨®n de investigaci¨®n que desenmascarase a quienes le convencieron de lo contrario. Se habr¨ªa ido a Colombey-les deux-?glises con los secretos de Estado que le han estallado a?os despu¨¦s. Y tal vez habr¨ªa podido regresar ahora. Con 53 a?os, una edad en torno a la cual suelen llegar al poder los presidentes y primeros ministros.
Est¨¢ en la naturaleza humana, y no s¨®lo en la de los pol¨ªticos, equivocarse en la elecci¨®n del momento de la retirada. Hasta Alfonso Guerra pasar¨ªa ahora por un gran estadista si hubiera tenido la valent¨ªa -o la clarividencia, o la astucia- de irse cuando trascendieron los negocios de su hermano.
El v¨¦rtigo de no ser acecha al pol¨ªtico: prefiere mil veces ser insultado a olvidado. Pero hay adem¨¢s un problema profesional. ?Qu¨¦ hace, a qu¨¦ se dedica alguien que deja de ser alcalde, presidente de comunidad, ministro de Justicia e Interior? El caso de Juan Alberto Belloch es muy representativo del drama del pol¨ªtico. Despu¨¦s de la que se ha organizado con el regreso de Garz¨®n a la Audiencia Nacional, ?c¨®mo podr¨ªa Belloch volver a instruir sumarios y firmar sentencias? La imposibilidad de ese tr¨¢nsito fue el argumento del juez Di Pietro para rechazar la oferta ministerial de Berlusconi. Una vez en el engranaje, la tentaci¨®n es la huida hacia adelante: convertirse en profesional de la pol¨ªtica, incluso en mitinero de partido.
El problema afecta tanto al gran l¨ªder nacional como al dirigente grupuscular: ambos comparten la condici¨®n de gen te que o carece de oficio o. no se, siente capaz de volver a ejercerlo. Incluso si tiene una buena formaci¨®n, hace a?os, tal vez d¨¦cadas, que perdi¨® contacto con la profesi¨®n. Y la medicina evoluciona tan r¨¢pidamente, o la f¨ªsica, y no digamos la contabilidad: el ex alcalde no se imagina a s¨ª mismo regresando a su antigua ventanilla de la sucursal bancaria. Eso explica el principio seg¨²n el cual los pol¨ªticos profesionales suelen estar dispuestos a realizar mayores vilezas por seguir en el puesto que las que cometieron para llegar a ¨¦l. Pero hay que reconocer una cierta asimetr¨ªa de partida: al representante de la oposici¨®n que concurre a unas elecciones lo peor que le puede pasar es seguir como estaba; mientras que eso, seguir igual, es lo m¨¢ximo a que puede aspirar el alcalde o presidente auton¨®mico que comparece sabiendo que si pierde ser¨¢ fulminado: tendr¨¢ que irse a la oposici¨®n, algo que encuentra impropio de su experiencia y talento; o incluso quiz¨¢ pedir el reingreso en la caja de ahorros, o en la facultad, como profesor auxiliar. La salida forzada de la pol¨ªtica provoca ansiedad, depresi¨®n, impotencia, insomnio e infartos de miocardio, seg¨²n advert¨ªa la v¨ªspera de las elecciones del domingo un m¨¦dico del hospital bilba¨ªno de Basurto. Pero si las cosas son as¨ª, es piedad, y no recochineo, lo que los derrotados tienen derecho a esperar de nosotros.
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