"Saldremos de casa e iremos a la ciudad en busca de descanso"
Javier Echeverr¨ªa, fil¨®sofo y matem¨¢tico, acaba de publicar Cosmopolitas dom¨¦sticos, obra con la que obtuvo el premio Anagrama de ensayo. Despu¨¦s de Tel¨¦polis, su ensayo sobre la ciudad cat¨®dica, el autor se encara con el t¨®tem de la privacidad: la casa. Un lugar telem¨¢tico donde se desarrollar¨¢ tambi¨¦n el conflicto p¨²blico.Pregunta. Habla usted en su libro de un rasgo fundamental de la civilizaci¨®n contempor¨¢nea: la posibilidad de almacenar y digitalizar el pasado, de tenerlo a la vista, de cruzarlo.
Respuesta. Y todav¨ªa no somos capaces, creo, de comprender los cambios que todo eso va a producir en la percepci¨®n humana, en su sensibilidad, en el dominio est¨¦tico. Ciertamente, el hombre culto del Renacimiento s¨ª ten¨ªa acceso al pasado de la Humanidad y de alguna manera ¨¦se es uno de los rasgos que definen su tiempo. Pero no cabe duda de que nunca se hab¨ªa producido esa posibilidad masiva, de casi todos los hombres, de incorporar el pasado a su cotidianidad. Nunca como ahora la cultura fue tan mestiza y pudo pertenecer simult¨¢neamente a tantos hombres. Y esa mezcla afecta tanto al espacio como al tiempo. Se mezclan las aportaciones de pa¨ªses diversos, pero tambi¨¦n las aportaciones del hombre en tiempos diversos.
P. Cosmopolitas dom¨¦sticos es ya, desde su propio t¨ªtulo, una invitaci¨®n al abandono de esa utop¨ªa negativa que hac¨ªa de la civilizaci¨®n postindustrial un lugar, cercado de silencio, habitado por individuos aislados. Precisamente, la casa, t¨®tem de esa civilizaci¨®n, es para usted un lugar abierto.R. Generar¨¢, naturalmente, sus propios cierres, sus propias medidas de seguridad. Tendr¨¢ sus aduanas, como las tiene la ciudad cl¨¢sica. Pero la casa ser¨¢ un lugar abierto porque ser¨¢, sobre lodo, el lugar de la contradicci¨®n, el lugar de la lucha, el lugar del conflicto.
P. Quiz¨¢ por vez primera, reflexiona usted, en la casa se dar¨¢ no s¨®lo el conflicto ¨ªntimo, sino tambi¨¦n el conflicto p¨²blico.
R. Hay autores que se?alan que en la sociedad medieval, la casa, que era tambi¨¦n un centro de producci¨®n e intercambio, ya conoc¨ªa esa dimens¨ª¨®n del conflicto. Yo recojo esas tesis en las primeras p¨¢ginas del libro, pero pienso que en la casa nunca se dio el conflicto p¨²blico con la intensidad que va a darse en eI futuro. De hecho, despu¨¦s de una dura jornada laboral en las redes telem¨¢ticas, el hombre, fatigado, absorto, saldr¨¢ a la ciudad a descansar. Justamente al contrario de lo que muchas veces ocurre ahora. Por eso las ciudades van a seguir siendo, en la era telem¨¢tica, lugares extraordinariamente animados y vivos, y en absoluto esos l¨²gubres corredores que determinadas utop¨ªas anunciaban.
P. La gente saldr¨¢ a la calle en busca de lo real, en busca de las voces, en busca de los cuerpos, opinan algunos, cansada de simulacro.
R. Todo es simulacro. Cualquier impresi¨®n de realidad que recibimos es un simulacro., ?Qu¨¦ es lo natural? ?A qu¨¦ llamamos, en este sentido, natural, sino a la impresi¨®n de realidad m¨¢s perfecta que recibimos? Pues bien, no hay duda de que esa impresi¨®n de realidad puede modificarse.
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