El fiscal reconoce que los acusados actuaron con las facultades mentales disminuidas
VIENE DE LA P?GINA 1
El relato del fiscal sit¨²a el inicio de este torbellino a las 13.45 del d¨ªa 9, cuando Carlos Hugo, con tres antecedentes, y Eleuterio, con otros 13, irrumpieron, ante la sorpresa de 25 clientes y 10 empleados, en la sucursal de Caja de Madrid del n¨²mero 250 de la avenida de la Albufera (Vallecas). Se dirigieron al vigilante jurado. Le pusieron en el cuello, siempre seg¨²n el fiscal, una pistola de perdigones. Poco les cost¨® entonces arrebatarle el rev¨®lver Astra, calibre 38, e inmovilizarle con sus propias esposas.
Una vez reducido el guarda, estall¨® en la oficina un grito: "?Esto es un atraco!". Segundos despu¨¦s, enca?onaron la cabeza del empleado Mariano Mesonaros. "?Abrir, si no, le peg¨® dos tiros a ¨¦ste!". Eleuterio y Carlos Hugo acabaron robando 3.779.291 pesetas. Un dinero que jam¨¢s se recuperar¨ªa del todo.
En su fuga del banco, con la polic¨ªa en los talones, Eleuterio y Carlos Hugo perdieron una bolsa' con 648.000 pesetas (finalmente recuperada) al meterse en el pasadizo de la calle de Luis Bu?uel. Luego, una vez en la vivienda de los secuestrados -en el n¨²mero 10 de la misma calle-, quemaron algunos billetes para consumir morfina. Y cuando la polic¨ªa rescat¨® a la familia, se incaut¨® de 1.499.000 pesetas en la vivienda. Faltaban, por tanto, m¨¢s de 1.600.000 pesetas.
Las investigaciones no han aclarado el interrogante. La familia, que despu¨¦s del secuestro ha atravesado una dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica, asegura que no conoce la respuesta. Los polic¨ªas est¨¢n totalmente descartados. Y los inculpados, al menos Eleuterio S¨¢nchez, encarcelado en la prisi¨®n de Meco, no ha querido responder a las preguntas de este peri¨®dico sobre el paradero del bot¨ªn. Ser¨¢ ¨¦sta una de las principales inc¨®gnitas del juicio que se inicia el lunes.
Otra de las cuestiones reside en el grado de responsabilidad de cada uno de los acusados, v¨ªctimas del s¨ªndrome de abstinencia. Este factor, especialmente recalcado por las defensas, ha sido recogido por el ministerio p¨²blico, que entiende que la adicci¨®n a la hero¨ªna disminuy¨® las facultades intelectuales y volitivas de Carlos Hugo y Eleuterio. Este reconocimiento del fiscal no impide que en su reconstrucci¨®n describa secuencias violentas.
Cuando los acusados, en su huida del atraco, llamaron a la puerta de la familia San Andr¨¦s -planta 7?- letra J del n¨²mero 10 de la calle de Luis Bu?uel- se desat¨® un infierno. Tras hacerse pasar por carteros, la peque?a Elena, de 12 a?os, les facilit¨® la entrada. Acompa?aban a la ni?a su hermano Luis, de 7; su madre, ?ngeles Jim¨¦nez P¨¦rez, de 33, y el abuelo, Amalio San Andr¨¦s, de 87, que dorm¨ªa pl¨¢cidamente.
Nada m¨¢s entrar, los secuestradores dejaron bien claro que estaban dispuestos a matar. Algo que a¨²n no han olvidado los cr¨ªos. Ambos siguen sufriendo neurosis y trastornos del sue?o y del comportamiento. Huella marcada con fuerza.
A las dos horas de encierro y con la polic¨ªa rodeando el edificio, los ni?os contemplaron por primera vez en su vida el estallido del s¨ªndrome de abstinencia. Vomitonas, gritos, aullidos. Los secuestradores, presas del mono, exig¨ªan hero¨ªna.Para forzar su entrega dispararon al aire y amenazaron con. matar a tiros a los secuestrados. La polic¨ªa, para calmarles, les facilit¨® morfina, metadona y dos tel¨¦fonos inal¨¢mbricos. Este elemento facilit¨® la resoluci¨®n del secuestro. Carlos Hugo, de una familia acomodada, habl¨® con su hermano, que le conmin¨® a deponer su actitud. Eleuterio, separado y con una ni?a peque?a, convers¨® con un psic¨®logo de la polic¨ªa.
A las 3.50 horas del d¨ªa 10 se entregaron. No sin sangre. Antes de abrir la puerta se dispararon a s¨ª mismos -Carlos Hugo, en el f¨¦mur, y Eleuterio, en el muslo- No quer¨ªan pasar por los calabozos. Ambos penan desde entonces en c¨¢rceles distintas. El lunes volver¨¢n a verse las caras.
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