Lady Di y el espect¨¢culo marginan a la vanguardia
Con Lady Di invitada y agasajada como el m¨¢s preciado tesoro por los directores de los m¨¢s importantes museos, esta 46a edici¨®n de la Bienal de Venecia, la del centenario, se ha convertido en un evento social, m¨¢s a costa del arte que sobre el arte. En todo caso, todo en esta edici¨®n parece confirmar el cambio existente en la orientaci¨®n de este tipo de cert¨¢menes art¨ªsticos, que, en otro tiempo, sirvieron para la promoci¨®n de la vanguardia y hoy s¨®lo promocionan agitadamente el espect¨¢culo por s¨ª mismo.Contra lo que se oye afirmar, sobre todo por parte de los circuitos comerciales interesados, el fallo de este a?o no consiste en que haya desaparecido Aperto, ese invento que comenz¨® a funcionar desde la Bienal de 1980 con la intenci¨®n de promocionar lo joven, ya que no lo vanguardista. El final de Aperto no ha sido provocado tanto por la decisi¨®n tomada al respecto por Jean Clair, el actual responsable de la Bienal y un historiador del Arte considerado de mentalidad conservadora, como por la confirmaci¨®n de algo esperado desde que en la anterior Bienal el plato fuerte de esa supuesta exposici¨®n de los "nuevos valores" iniciaba su recorrido con una instalaci¨®n fotogr¨¢fica de la marca comercial Benetton.
Por lo dem¨¢s, lo que se ofrece a trav¨¦s de los pabellones nacionales (que hoy no s¨®lo ocupan el espacio de los Giardini di Castello, sino que se extienden por toda Venecia) no ha sido muy brillante.
A mi modo de ver, destacan, sin embargo, dentro del ¨¢rea occidental, los pabellones del Reino Unido, con Leon Kossoff; el de EE UU de Norteam¨¦rica, con Bill Viola; el de Espa?a, con Alfaro y Arroyo -muy concurrido y celebrado por casi todo el mundo-; el de Francia, con Cesar, en este caso por la envergadura hist¨®rica del nombre, y el de Austria, con un montaje mayor basado en obras menores..., mientras que, fuera del ¨¢rea occidental, llaman la atenci¨®n los pabellones de Jap¨®n, Egipto, Corea, Brasil...
Hay casos, como el de Grecia, este a?o representado por Takis, que han perdido su oportunidad al cambiar la exhibici¨®n normal de la obra por un acto demag¨®gico, incompleto y fallido. El pabell¨®n nacional de Italia, por ¨²ltimo, ha resultado este a?o particularmente catastr¨®fico, al mezclarse en ¨¦l extravagancias pompieristas con d¨¦bildes posconceptuales, lo pat¨¦tico y los kitsch, en suma.
Pero ?acaso hoy se agota la Bienal con lo que se exhibe en los giardini? Digo esto porque, siguiendo y aumentando la tendencia de los ¨²ltimos 15 a?os, la Bienal multiplica las muestras complementarias y alternativas, de car¨¢cter promocional. En este sentido hay hasta unas 20 exposiciones de estas caracter¨ªsticas, que se suman a las verdaderamente importantes, como la titulada Identidad-alteridad, que se exhibe en el Palazzo Grassi y que pretende ser una reflexi¨®n sobre el destino del arte durante los ¨²ltimos 100 a?os, los de la historia de la Bienal. Por de pronto se ve que ¨¦sta ha sido el ¨²nico centro de verdadero inter¨¦s para Jean Clair, cuya revisi¨®n meramente iconol¨®gica del siglo XX resulta, no obstante, demasiado limitada.
Es cierto que, frente a la ortodoxia formalista hasta ahora vigente, su visi¨®n del siglo XX ofrece aspectos hasta ahora poco frecuentados por los especialistas habituales, pero da la impresi¨®n continuamente de adolecer del defecto contrario que combate; esto es: que su visi¨®n es la de un "contenidista" bastante acad¨¦mico. Con todo, en esta exposici¨®n hay docenas de obras importantes, predominando siempre el lado expresionista de la vanguardia. Es en esta muestra donde, junto a Picasso y Mir¨¦, se le ha dedicado un lugar relevante al tambi¨¦n espa?ol Antonio L¨®pez.
Por lo dem¨¢s, el concepto de cuerpo que maneja Clair es el resumen de casi todos los prejuicios caracter¨ªsticos del siglo Y-X: el cuerpo como carne metaforizada. El cientifismo de nuestra ¨¦poca hace que, al final, la visi¨®n del cuerpo sea s¨®lo carne y, sobre todo, carnicer¨ªa vista a trav¨¦s de rayos X. Poco cuerpo, en fin, y, principalmente, mucho esp¨ªritu, lo que no significa por eso necesariamente elevaci¨®n.
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