Una huelga esperp¨¦ntica
FERNANDO PUIG-SAMPER MULEROLos m¨¦dicos especialistas mas parece que lo que pretenden es el cierre del teatro, trabajar para otra compa?¨ªa e interpretar otra obra distinta de la prevista por el productor, el Insalud
El comit¨¦ de huelga pide testigos; a gritos reclama la presencia de notarios, periodistas, parlamentarios, un despacho, t¨¦cnicos propios y todo aquello que sea preciso para continuar la negociaci¨®n. Y, al mismo tiempo, alg¨²n diario especializado califica a la mesa sectorial de escollo en la negociaci¨®n. Ver para creer.Estamos asistiendo a uno de los conflictos m¨¢s esperp¨¦nticos que nadie pueda imaginar, y, sin embargo, todo el mundo asiente ante el esperpento sin cuestionar ni preguntar qui¨¦n es el autor del mismo. O autores, que en semejante obra parece haber competencia por figurar en el libreto, aunque sea para recoger los frutos arrojados por un p¨²blico leg¨ªtimamente cabreado. Veamos algunos aspectos de inter¨¦s, necesarios para que este p¨²blico conozca la obra y a sus autores.
El productor de la obra, el Insalud, decidi¨® en su d¨ªa invertir 3.500 millones de pesetas en mejorar sus servicios a la poblaci¨®n a trav¨¦s de incentivos a algunos actores, lo que permitir¨¢ a ¨¦stos tener incrementos salariales del 12% en 1995, 30.000 pesetas al mes, mientras el resto del personal s¨®lo tendr¨¢ el 3,5%. Como muchos espectadores. ?A cambio de qu¨¦? Pues de algo tan simple como comprometerse con que todo funciones bien alrededor de la obra: que los espectadores puedan elegir la sesi¨®n, que no tengan que esperar para ello, que si sacan entrada tengan butaca, etc¨¦tera.
Curiosamente, mientras el resto del personal que gira alrededor de la obra -otros actores principales y secundarios, tramoyistas, acomodadores, incluso guionistas, etc¨¦tera- se conformaba con su 3,5% y los fondos previstos para el mantenimiento de su poder adquisitivo, precisamente los actores incentivados se pon¨ªan en huelga. Reivindican, nada m¨¢s y nada menos, que un incremento salarial de 100.000 pesetas al mes, a conseguir, tras claudicaci¨®n plausible, en tres a?os. Y todo ello para empezar sobre mejoras del servicio y objetivos a cumplir, lo que exigir¨¢ en el futuro nuevas cuant¨ªas para la incentivaci¨®n.
Para ello, quienes han recibido una oferta retributiva impensable en otros sectores y entre otros colectivos en 1995 deciden una huelga indefinida. Claro que para presionar mejor lo que se necesita, seg¨²n ellos, no es dejar de actuar, sino llenar el teatro de gente, no dejar salir a nadie, pero seguir vendiendo entradas. As¨ª, valoran su ¨¦xito a costa de ver varias personas en la misma butaca o a la gente cayendo desde el palco.. El teatro lleno, nadie en huelga, y, por tanto, los actores no dejan de cobrar. Y, nueva curiosidad, con la pasividad de un empresario al que parece que s¨®lo le preocupa que los actores no le partan la cara o le destrocen el local.
Mientras tanto, los actores incentivados y, por ello en huelga, deciden esconderse del resto de los actores, tramoyistas, etc¨¦tera, march¨¢ndose del escenario y pasando a negociar con el empresario en el s¨®tano del teatro. Del s¨®tano llegan, a trav¨¦s de las rendijas de un edificio algo desvencijado, ruidos de bronca. Y as¨ª, espectadores y personal del teatro se van enterando de lo que all¨ª se cuece. Y lo que se cuece es que la intenci¨®n de los actores incentivados y, a pesar de todo en huelga, es agujerear los bolsillos del resto del personal del teatro y de los espectadores a poco que se descuiden. La bronca y el pateo ya son generalizados. Casi cuarenta d¨ªas encerrados y encima quieren decidir a escondidas que paguemos la bronca a escote. Pues s¨®lo faltaba.
Y cuando la bronca y el pateo han hecho tambalear el techo del s¨®tano, los all¨ª escondidos han salido al grito de un ?ay, que me dan! y, reclamando la presencia de polic¨ªas, bomberos y protecci¨®n civil y, por si esto no fuera suficiente, de los mismisimos cascos azules.
Claro, que da que pensar por qu¨¦ se esconden en el s¨®tano pudiendo hacerlo en el escenario. Por qu¨¦ buscan oscuridad donde deber¨ªa haber claridad. Por qu¨¦ no le cuentan a nadie qui¨¦n es el autor del gui¨®n que est¨¢n interpretando. M¨¢s parece que lo que pretenden es el cierre del teatro, trabajar para otra compa?¨ªa e interpretar otra obra distinta de la prevista por el productor. Claro que, si lo explican, lo mismo los espectadores no ser¨ªan comprensivos con ellos, no sacar¨ªan entradas en la nueva obra, e incluso muchos de los actores incentivados y, a pesar de todo en huelga, se lo pensar¨ªan dos veces.
Hora va siendo de que el esperpento termine. Y para ello es necesario que el productor de la obra tome medidas: cierre el s¨®tano, escriba un gui¨®n comprensible y empiece a tratar a los espectadores con el mismo cari?o con que ha tratado hasta ahora a esta asociaci¨®n de actores incentivados y a pesar de todo en huelga. Con eso bastar¨ªa.
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