Vivir como si fuera el y ¨²ltimo d¨ªa
Nadie sabe los nombres de los cuatro fiscales sin rostro que se ocupan del caso de Gilberto Rodr¨ªguez Orejuela, y no ser¨¢ su jefe, Armando Sarmiento, quien los d¨¦. "Me preocupa mucho su seguridad. Yo mismo me despido todos los d¨ªas de mi mujer y mis hijos como si fuera el ¨²ltimo d¨ªa de mi vida. Y s¨¦ que el anonimato constituye una cierta protecci¨®n, aunque no total". De hecho, parece que los narcotraficantes han identificado al menos a uno de esos fiscales.Sarmiento invit¨® recientemente a sus cuatro subordinados, con sus mujeres e hijos (los tres que los tienen) a una fiesta en su domicilio en la que corri¨® el aguardiente y se vaciaron con buen apetito cazuelas de sancocho, plato t¨ªpico de Santander. "Brindamos por el ¨¦xito de nuestro pa¨ªs y por Colombia", afirma el director nacional de Fiscal¨ªas. La concentraci¨®n de coches blindados en la calle debi¨® de ser notable. Ese, el de la escolta y el blindado, es uno de los pocos privilegios de estos hombres que se juegan la vida por poco m¨¢s de 200.000 pesetas mensuales.
Lo que sigue es bastante m¨¢s de lo que nunca se ha publicado en la prensa colombiana sobre estos cuatro fiscales sin rostro: el mayor y jefe del grupo tiene 35 a?os; el menor, s¨®lo 25. Proceden de cuatro regiones diferentes del pa¨ªs y en alg¨²n momento han trabajado juntos y se conocen bien. Fueron seleccionados por dos motivos: "Primero, porque son honestos y brillantes", dice Sarmiento. "Segundo, porque son frenteros, berracos, guapos [la palabra valiente puede servir de traducci¨®n para los tres t¨¦rminos], o sea, con cojones". Y prosigue, con indisim¨²lado orgullo: "Ten¨ªan que ser a mi imagen y semejanza, transparentes, sin m¨¢cula".
La supervivencia de los fiscales sin rostro depende m¨¢s de la discreci¨®n de su vida, y sobre todo de la suerte, que del coche blindado y la peque?a escolta. No tienen vida social. Son como monjes. Tal vez gracias a ello, y a que aprietan el bot¨®n de mujer o de voz ronca del aparato distorsionador cuando interrogan (al otro lado del cristal) a los supuestos narcotraficantes, es por lo que a¨²n est¨¢n vivos.
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