Orejuela promete "confesar todos sus delitos"
El jefe de los 'fiscales sin rostro' desvela su primer interrogatorio al 'capo' del 'cartel de Cali'
"Doctor, no me dejen solo. Yo le tengo mucho miedo a la soledad". Gilberto Rodr¨ªguez Orejuela, alias El Ajedrecista, jefe m¨¢ximo del cartel de Cali, detenido el pasado viernes en una impecable operaci¨®n del llamado Grupo de B¨²squeda, lanzaba el pasado lunes esta s¨²plica a Armando Sarmiento Mantilla, director nacional de Fiscal¨ªas de Colombia y jefe de los fiscales sin rostro. En una conversaci¨®n a tumba abierta mantenida con los enviados especiales de Independent y EL PA?S, Sarmiento relata su entrevista con el capo detenido, quien le asegur¨® que iba a "confesar todos sus delitos". Orejuela le pareci¨® un hombre "muy inteligente que sabe a lo que se enfrenta". El fiscal revela ins¨®litos detalles de la personalidad de quienes, desde el anonimato y el continuo temor a un atentado, intentan demostrar que la justicia a¨²n tiene una oportunidad en Colombia.Sarmiento est¨¢ a las ¨®rdenes directas del fiscal general, Alfonso Valdivieso, sin duda alguna el hombre p¨²blico m¨¢s popular de Colombia, en cuya honestidad cree m¨¢s del 80% de la poblaci¨®n, seg¨²n las encuestas. En sus manos se halla la famosa Causa 8.000, que, entre otras cosas, indaga sobre la financiaci¨®n por los narcotraficantes de las campa?as pol¨ªticas. Valdivieso encarg¨® a Sarmiento la nada envidiable tarea de dirigir a los 3.000 fiscales del pa¨ªs. Pero de todos ellos la atenci¨®n se ha desplazado a un peque?o grupo, exactamente de 290. Son los fiscales regionales, de orden p¨²blico, encargados de los delitos relacionados con la guerrilla, el narcotr¨¢fico y los grupos paramilitares o de justicia privada. Desde hace a?os, jueces y fiscales que tienen que ver con estos casos terminan, con frecuencia inaudita, acribillados a balazos o destrozados por la metralla de las bombas. No es raro, por tanto, que oculten sus nombres, que nunca se les vea la cara y que interroguen a los detenidos desde el otro lado de una pantalla de cristal opaca y con sus voces distorsionadas por un aparato especial. Son, no hace falta explicar m¨¢s, los fiscales sin rostro.
No dan abasto para atender los m¨¢s de 23.000 casos de sus competencia. Pero ¨¦sa es otra historia. La que ahora interesa es la que tiene como protagonistas a un individuo conocido como El Ajedrecista, un capo del cartel que controla el 80% del tr¨¢fico mundial de coca¨ªna, y a cuatro fiscales cuya supervivencia depende m¨¢s de su anonimato que de la escolta y el coche blindado. El jefe de quienes est¨¢n en el bando de la justicia es Armando Sarmiento, de 52 a?os, originario de la regi¨®n de Santander, en el norte de Colombia. Este es su relato, resultado de hora y media de conversaci¨®n.
"Yo he hablado con frecuencia con un supuesto abogado de Gilberto Rodr¨ªguez Orejuela, pero siempre dej¨¦ muy en claro que s¨®lo conversar¨ªa con ¨¦l cuando estuviera preso. Hace cuatro meses, un abogado conocido m¨ªo vino a ofrecerme plata [dinero], mucha plata, 200 millones de pesos [unos 30 millones de pesetas], por entrevistarme con Gilberto. Lo rechac¨¦ indignado. Cuando se enteraron, Gilberto y su hermano Manuel me enviaron una carta en la que dec¨ªan que ellos nunca cometer¨ªan la torpeza de intentar sobornarme. Me respetan, tal vez porque saben que yo desprecio ol¨ªmpicamente la plata. Y conmigo tampoco vale el dilema de los metales: plata o plomo. No tengo miedo. Cuando Valdivieso me ofreci¨® el cargo ped¨ª dos d¨ªas para consultar con mi familia. Mi mujer y mis dos hijos me dijeron: 'Adelante'. Y fui adelante, aunque signific¨® tambi¨¦n para ellos un cambio total de vida, el coche blindado y la escolta permanente. En cuanto a m¨ª, soy como los griegos: si me toca, me toca".
"Sin embargo, con Gilberto entre rejas, cuando sus abogados me hicieron saber que quer¨ªa verme, no puse inconveniente. Fue esta ma?ana [por la del lunes], a primera hora, en la fiscal¨ªa regional de Bogot¨¢, en un saloncito contiguo a la sala en la que iba a ser interrogado por los cuatro fiscales sin rostro. Estaba tomando un tinto [un caf¨¦ solo]. Iba con barba, chaqueta y corbata. ?Qu¨¦ impresi¨®n me caus¨®? Bueno, no puede ocultar su origen humilde, no me pareci¨® culto y le¨ªdo, no tiene el l¨¦xico de un intelectual, pero es muy inteligente, con gran sentido de la realidad, sabe a lo que se enfrenta. Eso s¨ª, ni ¨¦l tiene el monopolio de la inteligencia ni nosotros somos idiotas. Y le dije algo: que estaba batalla jur¨ªdica la vamos a ganar nosotros. As¨ª de claro se lo dije: 'Quiz¨¢ no seamos unos genios, pero tampoco somos unos tarados'. ?l me dijo varias veces que nos admiraba al fiscal Valdivieso y a m¨ª, que hab¨ªan escudri?ado a fondo nuestra vida. Inmediatamente despu¨¦s me asegur¨® que iba a confesar todos su delitos".
"Estoy tranquilo de estar en sus manos", me dijo Gilberto Rodr¨ªguez Orejuela. Yo le recalqu¨¦ que le vamos a combatir con firmeza, pero lealmente. Y sin ning¨²n arreglo, partiendo del m¨¢ximo de la pena posible: 24 a?os. ?sta es nuestra cuenta: se le acusa de cuatro delitos, que son narcotr¨¢fico agravado, concierto [conspiraci¨®n] para narcotr¨¢fico, enriquecimiento il¨ªcito y falsedad de documentos. La pena m¨¢s alta es la de 12 a?os por narcotr¨¢fico, y al haber concurrencia de delitos puede doblarse, hasta 24. Hace tres a?os habr¨ªa habido que soltarle por falta de pruebas, pero hoy tenemos un caso s¨®lido. Sus abogados y ¨¦l mismo lo saben perfectamente. No dependemos de su confesi¨®n, pero a ¨¦l le conviene confesar. Y esta misma ma?ana me ha dicho que lo har¨¢. Si se acoge a la sentencia anticipada la justicia se evita un largo proceso de varios a?os y ¨¦l se ahorra de golpe un tercio de la pena, ocho a?os. Si confiesa, gana otro sexto. Eso lo dejar¨ªa en 13 a?os y medio. Confesar es aceptar, reconocer el hecho punible. El puede hacerlo sin delatar a nadie. Y ¨¦sa es su. actitud, aunque si denunciara a. los c¨®mplices obtendr¨ªa con ello la reducci¨®n de otro sexto de condena. La remisi¨®n de pena por trabajo y estudio podr¨ªa suponerle una rebaja adicional que dejar¨ªa el efectivo cumplimiento de la condena en unos nueve a?os. En cuanto a la libertad condicional, nunca se ha concedido a un narcotraficante, y la liberaci¨®n al cumplir los 65 a?os [¨¦l dice que tiene 56] no es autom¨¢tica. Ser¨ªa el juez quien tendr¨ªa que decidir en su momento en funci¨®n de la personalidad del reo y la naturaleza de sus delitos".
"?Merece la pena tanto esfuerzo para tan poco resultado? Reconozco que se trata de una victoria p¨ªrrica, pero la ley colombiana es as¨ª. Tal vez con alguna influencia de los propios narcotraficantes. S¨®lo castiga con altas penas de prisi¨®n el secuestro y el homicidio, y se le han podido probar a Rodr¨ªguez Orejuela ninguno de estos delitos. ?l me ha dicho: 'Yo no me parezco en nada a Pablo Escobar [jefe del cartel de Medell¨ªn, abatido por la polic¨ªa en diciembre de 1993]. Yo soy un enemigo de la violencia'. Pero nosotros no renunciamos a investigar nada, ni siquiera las muertes de obreros que supuestamente prepararon las diversas guaridas del narcotraficante. Ahora nos llega mucha informaci¨®n de gente que quiere cobrar las recompensas ofrecidas por ¨¦l y otros jefe del cartel, pero todav¨ªa no hemos sacado demasiado en claro. Yo estoy convencido de que en su captura han tenido una gran importancia las delaciones, aunque no me consta que quienes las hicieran hayan cobrado ya por ello [la ofrecida por El Ajedrecista era de m¨¢s de 200 millones de pesetas]. Estas cosas se llevan con mucho sigilo y los delatores probablemente salgan fuera del pa¨ªs protegidos y con su identidad cambiada".
"Gilberto ha sido muy franco conmigo. Valdivieso y yo somos gente de Santander, frenteros, derechos. El Ajedrecista me ha dicho: 'Pensaba entregarme antes, doctor, pero ustedes se pusieron muy duros'. Anteriores fiscales hab¨ªan hablado de la posibilidad de una sentencia menor, de cinco o seis a?os, pero eso nosotros no lo aceptamos de ninguna manera".
"?Y Miguel? Yo creo que se va a entregar. Gilberto era el soporte de la familia, y aunque su hermano sea, seg¨²n dicen, prepotente e impetuoso, sus abogados y el propio Gilberto pueden convencerle de que tiene mucho que ganar, en t¨¦rminos de beneficios legales, si viene a nosotros voluntariamente".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.