La contaminaci¨®n gen¨¦tica
El uso de organismos transgen¨¦ticos comienza a ser una realidad. Esto produce muy diversas reacciones que van desde el entusiasmo desmedido hasta el rechazo sistem¨¢tico. Con animales y plantas en el campo, con levaduras u hongos modificados gen¨¦ticamente, algunos han alertado sobre un nuevo tipo de contaminaci¨®n: la contaminaci¨®n gen¨¦tica. La producir¨ªan los genes incluidos en los alimentos y los organismos transgen¨¦ticos en contacto con el ambiente. Es posible, sin embargo, que, si una tal contaminaci¨®n existe, quienes menos la produzcan realmente sean los organismos transgen¨¦ticos.Cuando lleguen alimentos modificados gen¨¦ticamente contendr¨¢n en sus genomas peque?os fragmentos de ADN que no pose¨ªan anteriormente. Como cualquier otro, alimento, deber¨¢n responder a unos criterios estrictos de sanidad. Lo que s¨ª hay que descartar es que el hecho de que un alimento contenga un gen determinado implique una contaminaci¨®n que genere un peligro para los humanos.
Estamos continuamente ingiriendo DNA de las m¨¢s diversas especies. Los alimentos los tomamos a menudo crudos, y exigimos que sean frescos, es decir, con su genoma intacto. Al tomar un tomate crudo, una ostra viva o un medio tan lleno de microorganismos como un yogur o un queso con sus fermentos activos, ingerimos sus genomas que codifican para las m¨¢s diversas, toxinas. A veces nos nutrimos de mutantes, como es el caso de la coliflor, que, por ser un conjunto de inflorescencias, es especialmente rica en DNA. Y ello no implica que esta cantidad de genes que comemos nos afecte para nada. El ADN es digerido como cualquier otro componente de los alimentos, y nada m¨¢s. Un organismo no introduce nada que pueda producir una preocupaci¨®n adicional.
Otra cuesti¨®n es si el hecho de introducir un gen en una planta o un animal dom¨¦stico puede producir variedades con una ventaja selectiva sobre las otras que pudiera afectar al equilibrio ecol¨®gico. Si se trata de organismos, en contacto con el exterior, se deber¨¢ garantizar que no ejerzan ninguna amenaza al medio ambiente, y por ello los pa¨ªses que se han ocupado del tema han definido unas regulaciones muy estrictas. De hecho el hombre s¨ª ha sido la causa de graves contaminaciones gen¨¦ticas en su historia. Desde el Neol¨ªtico, el hombre ha llevado especies enteras, y por tanto sus genomas, de una parte a la otra del mundo, creando en algunos casos graves desequilibrios ecol¨®gicos, pero en muchos casos posibilitando una mayor variedad de recursos alimenticios. ?Hay que renunciar al tomate, la patata o el ma¨ªz por el hecho de que vienen de Am¨¦rica? Vemos tambi¨¦n que, con el advenimiento de sistemas de transporte r¨¢pidos, virus que estaban acantonados en lugares muy definidos se convierten en epidemias m¨¢s o menos graves. La aviaci¨®n genera contaminaci¨®n gen¨¦tica.
De todas formas, si seguimos con este razonamiento, la mayor contaminaci¨®n gen¨¦tica de la historia de nuestro planeta habr¨ªa ocurrido hace unos pocos millones de a?os, cuando un primate de cerebro m¨¢s activo que sus parientes comenz¨® a abandonar los valles del este de ?frica para acabar ocupando todos los rincones de la Tierra. Su genoma lleg¨® a ser el m¨¢s complejo de entre los conocidos, y transmite al organismo que lo contiene su ego¨ªsmo y su necesidad de reproducirse sin cesar. Hasta qu¨¦ grado nuestro planeta podr¨¢ soportar esta contaminaci¨®n gen¨¦tica es sin duda una de nuestras grandes cuestiones pendientes.
Pere Puigdom¨¨nech es profesor de Investigaci¨®n del CSIC.
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