La Tate Gallery de Londres presenta una visi¨®n desoladora del arte al filo del pr¨®ximo milenio
Las tensiones del paso a una nueva est¨¦tica se reflejan en obras de Beuys o Espali¨²
El umbral del tercer milenio es sombr¨ªo y desde ¨¦l no parece divisarse un panorama demasiado alentador para el g¨¦nero humano. Esta cruda percepci¨®n del futuro y acaso del pasado est¨¢ impl¨ªcita en todas y cada una de las obras de 11 artistas modernos que exhibe desde hoy la Tate Gallery de Londres. Reunidos en una exposici¨®n conjunta bajo el t¨ªtulo Rites of passage: art for the end of the century (Ritos de cambio: arte para el final de siglo), los trabajos de Joseph Beuys, Bill Viola, John Coplans, Louise Bourgeois y el espa?ol Pepe Espali¨², entre otros artistas, son una muestra elocuente y perturbadora que refleja las tensiones del paso del arte a una nueva fase est¨¦tica.
Entre los 11 artistas que figuran en esta exposici¨®n, que estar¨¢ abierta hasta el 3 de septiembre, la diversidad es la nota dominante. Los organizadores han tenido especial cuidado en elegir un poco de todo: hombres y mujeres, artistas consagrados y otros todav¨ªa en formaci¨®n, para no hablar del impresionante abanico de nacionalidades (norteamericanos, brit¨¢nicos, franceses, palestinos, paquistan¨ªes, alemanes y espa?oles), sin que la pertenencia a culturas diferentes se deje sentir de ninguna forma.Aun as¨ª, el verdadero denominador com¨²n es el contenido extremo de las obras -el material exhibido es de la ¨²ltima d¨¦cada-, que expresan una idea, a menudo dolorosa, de cambio. El "ritual de iniciaci¨®n" que sugiere el t¨ªtulo, en clara alusi¨®n a la ceremonia que enmarca en este caso el cambio de siglo y de milenio, no deja de ser un caritativo intento de animar al visitante a aceptar un crudo espect¨¢culo. Empezando por la aceptaci¨®n de la decrepitud en los autorretratos fotogr¨¢ficos del brit¨¢nico John Coplans colocados en la primera sala. Coplans y su friso de figuras humanas que llegan a "cambiar de sexo" gracias a una ingeniosa colocaci¨®n de las piezas fotogr¨¢ficas, es con todo el lado amable de la muestra. Su obra, lo mismo que la del artista paquistan¨ª Hamad Butt, fallecido el a?o pasado a los 32 a?os de edad, entra todav¨ªa dentro de lo que convencionalmente entendemos por arte.
Instalaciones duras
Otra cosa diferente son las instalaciones de Mona Hatoum, nacida en Beirut en 1952, pero afincada en el Reino Unido desde hace 20 a?os, y de la norteamericana Susan Hiller. En ambos casos, sendas notas colocadas a la entrada de las instalaciones advierten al visitante que las im¨¢genes que se dispone a ver pueden resultar abiertamente molestas. En todo caso representan un paso hacia la integraci¨®n del arte y las ciencias en un todo indefinible. El v¨ªdeo de Hatoum -un nombre conocido en los c¨ªrculos art¨ªsticos de Par¨ªs-, titulado Corps ¨¦trangers (Cuerpos extranjeros), no es otra cosa que un recorrido sorprendente y perturbador por el interior del cuerpo humano, realizado con las t¨¦cnicas de la endoscopia y la coloscopia. Un ejercicio original que quiz¨¢s encajar¨ªa mejor en una exposici¨®n cient¨ªfica que en una galer¨ªa de arte.En la b¨²squeda del compromiso absoluto del arte con la vida y los avatares sociales, Joseph Beuys, fallecido en 1986, utiliza la simbolog¨ªa de los cristales rotos para plasmar su visi¨®n del "terremoto" sufrido por las ideolog¨ªas dominantes del siglo XX, capitalismo y marxismo. Su obra Terremoto in Palazzo, realizada en 1981 por encargo de la Fundaci¨®n Amelio de N¨¢poles para inmortalizar el recuerdo del terremoto de 1980, ofrece una elocuente recreaci¨®n de todas las cat¨¢strofes.
No menos catastr¨®fica es la visi¨®n de Bill Viola en su v¨ªdeo Tiny deaths (Muertes peque?as), una alusi¨®n a la insignificaci¨®n, a la fugacidad de la vida. Con un inquietante fondo de voces, una figura humana se adivina t¨ªmidamente en la pantalla, se perfila perfecta un instante despu¨¦s, antes de desaparecer s¨²bitamente. As¨ª una y otra vez.
En el caso del artista espa?ol Pepe Espali¨², muerto de sida en 1993, la incertidumbre de la enfermedad y el fin est¨¢n presentes claramente en alguna de las obras exhibidas, caso de El nido, por ejemplo, por no hablar de la angustiosa met¨¢fora de las jaulas abiertas de su obra Sin t¨ªtulo, de 1992. No es m¨¢s optimista la aportaci¨®n del polaco Miroslaw Balka al arte de nuestro tiempo. Sus esculturas -especialmente la titulada Primera comuni¨®n- recuerdan vagamente el mundo sombr¨ªo evocado en algunas obras del pintor espa?ol Antonio L¨®pez.
Integran tambi¨¦n la muestra los artistas Robert Gober y Jana Sterbak.
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