Excusa perfecta para Yeltsin
La captura de rehenes de Budi¨®nnovsk, el acto terrorista y suicida de un grupo de desesperados independentistas cauc¨¢sicos, demuestra de nuevo que los dirigentes rusos son h¨¢biles maestros en el arte de transformar largos y complejos procesos pol¨ªticos en dilemas simplistas y de tratar de imponer estos dilemas a Occidente. Budi¨®nnovsk ha venido como anillo al dedo del presidente Bor¨ªs Yeltsin cuando se dirige a la ciudad canadiense de Halifax para participar en la reuni¨®n del G-7, donde el l¨ªder ruso se preparaba a escuchar muchas cosas desagradables a causa de Chechenia.Ahora, Yeltsin puede tranquilizarse. El Ministerio de Exteriores no perdi¨® la ocasi¨®n de dar la vuelta al conflicto en beneficio de Mosc¨² y, en una nota emitida ayer, se?alaba que "el acto delictivo de Budi¨®nnovsk debe abrir por fin los ojos a la realidad a los pol¨ªticos extranjeros que no pudieron comprender con aut¨¦ntica profundidad las aut¨¦nticas causas de la tragedia chechena y eligieron el camino de sermonear a Rusia en lugar de apoyarla en la lucha contra el separatismo y el crimen organizado". El presidente del Consejo de la Federaci¨®n (C¨¢mara alta), Vlad¨ªmir Shumeiko, manifest¨® que Budi¨®nnovsk "altera totalmente el cuadro y muestra una vez m¨¢s que hay que tomar todas las medidas para acabar con estas manifestaciones de bandidaje".
Todo parece indicar que el Kremlin va a encontrar en Budi¨®nnovsk una buena raz¨®n para olvidar contenciosos anteriores en Chechenia y tal vez sirva para evitar el debate sobre los conflictos que dej¨® pudrir durante tres a?os para intentar despu¨¦s resolverlos de un solo golpe.
Sonrisas congeladas
Los rusos son proclives a explicar la realidad mediante teor¨ªas de las conspiraciones, que provocan sonrisas en los extranjeros, sonrisas que se congelan cuando se echa una ojeada a la historia de Rusia. Ayer, salvando las distancias, un observador ruso cre¨ªa ver paralelismos entre la grave crisis de poder del 3 y 4 de octubre de 1993 y los sucesos de Budi¨®nnovsk. Aquel 3 de octubre, una manifestaci¨®n ante Yeltsin logr¨® romper con suma facilidad todos los cordones policiales que intentaban contener el avance de la multitud enfurecida al Parlamento y a la sede de la televisi¨®n. De esta forma, se cre¨® un peligro de inestabilidad tal que permiti¨® a Yeltsin justificara el ca?oneo del Parlamento a la madrugada siguiente.Los partidarios de Dzhojar Dud¨¢iev no creen que la guerra haya acabado; opinan tan s¨®lo que la contienda contin¨²a de una forma diferente, y por eso es previsible que traten de organizar otros actos terroristas en otros lugares. Los dirigentes rusos ya han reaccionado y en Mosc¨² ha comenzado de nuevo la caza del cauc¨¢sico: intimidar, humillar registrar a los ciudadanos con aspecto sure?o. El etn¨®logo Em Pain ha advertido que la presi¨®n sobre los chechenos que viven en la emigraci¨®n fuera de su rep¨²blica puede hacer que esta gente habitualmente establecida e interesada en la estabilidad, deje de actuar como un freno para el terrorismo independentista.
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