De la vigencia y el esplendor del cerdo ib¨¦rico
Hay un rasgo imposible de decir -tal, vez se acerca a la paradoja del aroma del color- en qu¨¦ consiste, qu¨¦ desprenden las pantallas donde se proyectan algunas raras pel¨ªculas, cuando est¨¢n hechas con la contagiosa comodidad que lanza hacia fuera un equipo de rodaje que hace lo que tiene que hacer ante la c¨¢mara, como si ¨¦sta no estuviera all¨ª y no trasladase despu¨¦s al espectador lo que mira, atrapa y fija. Suspiros de Espa?a (y Portugal) es una de ellas. Parece rodada, aunque no haya ocurrido as¨ª, clandestinamente y a la buena de Dios; da sensaci¨®n de haberse jugado como un juego sin reglas y con trastienda malvada de jugarreta; nadie da la impresi¨®n de querer meterse dentro de ella en fregados y alquimias formales dening¨²n tipo; y todos cuantos in tervienen detante y detr¨¢s de la c¨¢mara parecen haber convenido que, salga lo que les salga, divertir¨¢ a los dem¨¢s si les divierte a ellos hacerlo.La pel¨ªcula discurre sobre una leve trama de estirpe picaresca itinerante y est¨¢ concebida como un gran chiste con escalones de chistecitos incrustados dentro de ¨¦l y concordantes con ¨¦l, salvo el del episodio del cornudo suicida, que parece escapado de otra corral y metido en ¨¦ste con embudo. Lo que da vigor a esta levedad es que el chiste se va haciendo poco a poco m¨¢s que eso, hasta convertirse en un gran vuelo, en una met¨¢fora. El itinerario de dos frailes desertores de su convento -uno flaco y otro gordo, uno golfo y otro c¨¢ndido, uno corrido y otro sin estrenarse: dos supervivientes de un mugriento residuo de aldea medieval- a la aldea travestida de meg¨¢polis futurista que llamamos Madrid; y desde Madrid al reino extreme?o de la bellota, se convierte en un penetrante, viaje metaf¨®rico a un eje alrededor del que gira la Espa?a inm¨®vil: el signo tot¨¦mico del cerdo ib¨¦rico y sus arrabales hist¨®ricos todav¨ªa vigentes, tozudamente vigentes.
Suspiros de Espa?a (y Portugal)
Direcci¨®n: Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez. Gui¨®n: Rafael Azcona, sobre un argumento de Garc¨ªa S¨¢nchez, Fernando Trueba y Azcona. Fotograf¨ªa: Tote Trenas. Montaje: Pablo G. del Amo. Selecci¨®n musical: Rosa Le¨®n. Espa?a, 1995. Int¨¦rpretes: Juan Echanove, Juan Luis Galiardo, Rosa Mar¨ªa Sard¨¢, Neus Asensi, Vicente Parra, Mariana Galiana, Antonio Gamero, Manuel Huete. Estreno en Madrid: cines Canciller, Coliseum, Benlliure, Aluche, La Vaguada, Florida, Albufera, Alcobendas, Parquesur y Fuenlabrada.
Gracia negra
El arranque de este viaje tiene mucha garra y, en algunos instantes de cinismo m¨¢gico, arrolladora gracia negra. Y lo que queda de ¨¦l -sostenido como est¨¢ por tres rostros expert¨ªsimos en la indagaci¨®n del subsuelo de los comportamientos de la gente de este lado de la tierra: Rosa Mar¨ªa Sard¨¢, Juan Luis Galiardo y Juan Echanove; y el de una formidable novata, Neus Asensi, que se encara a ellos y alcanza por las bravas la altura de sus tremendos y tremendistas talentos-, se mantiene a gran altura, aunque entre altibajos.Y se convierte en una deliciosa y lib¨¦rrima pel¨ªcula, cuyo transcurso adolece de algunas arritmias, pero que como conjunto es transparente, divertida, reconfortante y m¨¢s grave de lo que da a entender a primera vista, pues a su desparpajo -en ocasiones cercano al desali?o, cosa muy propia de su director- se al¨ªa en ella un memorable (y m¨¢s que saludable) zarandeo a las tripas atascadas de esa falsaria Espa?a con ¨ªnfulas de escaparate neoyorquino, que pretende ocultar la caspa del mo?o bajo un perfume de Chanel.
La osad¨ªa de decir, a estas alturas de la evoluci¨®n del gusto humano, que la modernidad del secular cerdo ib¨¦rico (en cuanto manjar y en cuanto signo) se encuentra en registros del refinamiento infinitamente superiores al cloruro de Maastricht y el calabac¨ªn de Dallas es un m¨¦rito rotundo de esta tierna y fr¨¢gil pel¨ªcula casi artesanal, hecha con cuatro cuartos y cuatro millones de latidos cordiales, ideada y filmada de espaldas a las demandas de los pesebres de celuloide y proyectada hacia la mirada del espectador como un pu?etazo, directo pero sin la menor acritud, entre los ojos de los espa?oles desmemoriados, que abundan como las coces en una cuadra soliviantada.
Bienvenida sea Suspiros de Espa?a (y Portugal). Nos hace -con sus desfallecimientos incluidos- mucha falta cine as¨ª de claro e identificable como propio: con las puntas de las im¨¢genes clavadas como ra¨ªces en lo que todav¨ªa podemos considerar sin rubor tierra nuestra, no, hace falta decir que con Portugal incluida (y no entre par¨¦ntesis: ¨²nico error de este acierto).
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