El pulso vasco
EN EL Pa¨ªs Vasco no hay enfrentamientos entre, dos sectores con planteamientos contrapuestos, sino la agresi¨®n de una minor¨ªa intolerante contra la mayor¨ªa pac¨ªfica. Esa minor¨ªa, los que jalean a quienes mantienen secuestrado a un hombre y a otros dos en tre la vida y la muerte, los mismos que impiden violentamente que la gente porte el lazo azul y aplican a rajatabla la consigna de que el mejor destino de las urnas es hacerlas volar por los aires, esos mismos han tachado de "sanguinario y fascista" al juez Bueren.La decisi¨®n de ¨¦ste respecto a los cad¨¢veres de Lasa y Zabala ha sido err¨®nea Tambi¨¦n ha sido desproporcionada, y en algunos casos algo peor, la actuaci¨®n de las fuerzas de seguridad que intervinieron en el aeropuerto de Hondarribia y en el cementerio de Tolosa. Pero ser¨ªa un error pensar que los graves incidentes producidos son consecuencia de la decisi¨®n de Bueren respecto a la inhumaci¨®n de los restos. La experiencia demuestra que tales incidentes, con sus secuelas de destrozos, enfrentamientos y violencia se habr¨ªan producido aunque se hubiera autorizado el aplazamiento del entierro, como quer¨ªan los deudos de Lasa y Zabala.
El reproche que cabe hacer al juez es no haber tenido en cuenta los sentimientos de los familiares. Cualesquiera que sean los motivos, no es razonable que un juez determine la forma en que parientes, amigos y vecinos van a despedir a sus muertos. El respeto al dolor de esas personas ante el cruel asesinato de ambos j¨®venes debi¨® haber prevalecido sobre otras consideraciones. ?se fue, el error, y no el supuesto car¨¢cter imprudente o provocativo de la decisi¨®n. Es el mundo de ETA y KAS, quien provoca, no el provocado.
La estrategia terrorista contra la democracia ha sido siempre la de la provocaci¨®n: a los militares, para incitar un golpe de Estado, hasta 1981; despu¨¦s, contra la polic¨ªa y la Guardia Civil, con el objeto de suscitar respuestas incontroladas o de guerra sucia por parte del aparato del Estado; m¨¢s tarde, contra la poblaci¨®n civil, de manera cada vez m¨¢s indiscriminada, a fin de provocar el desestimiento de la ciudadan¨ªa: que les den lo que pidan y nos dejen en paz.
El 23-F y los GAL fueron los resultados de los dos primeros intentos. El atentado de esta semana en Madrid, ocho a?os despu¨¦s del de Hipercor, se inscribe en la estrategia del terror indiscriminado. Con el a?adido ahora de las acciones de violencia callejera de los grupos de apoyo y la extensi¨®n de las iniciativas de amedrentamiento de cualquier disidente real o potencial: pol¨ªticos, portadores del lazo azul, jueces, periodistas... Lo que se pretende es que la gente, harta o temerosa, desista: se desentienda o se marche. O pase a considerar que tal vez cediendo un poco m¨¢s, como en la autov¨ªa de Leizar¨¢n, se conseguir¨¢ aplacar a los violentos. La asunci¨®n por parte del nacionalismo de mocr¨¢tico, dos meses despu¨¦s del asesinato de Ord¨®?ez, de la identificaci¨®n entre paz y autodeterminaci¨®n y del principio seg¨²n el cual la normalizaci¨®n vasca pasaba por "cruzar el modelo del Pacto de Ajuria Enea con el de la alternativa KAS" fue, interpreta do por el radicalismo como la evidencia del ¨¦xito de esa v¨ªa de presi¨®n. Y han perseverado en ella. Desde fines de los ochenta, Herri Batasuna ha ido, perdiendo pes¨® electoral. La negaci¨®n de esa realidad la han querido trasladar a la calle. Pero sectores de la poblaci¨®n, sobre todo juvenil, han pasado a disputarles el dominio de ese espacio. La respuesta ins¨®lita de convocar contramanifestaciones ante cada movilizaci¨®n por la liberaci¨®n de Aldaya y la sustituci¨®n de los argumentos pol¨ªticos por met¨¢foras ("Euskadi est¨¢ secuestrada") expresan su desconcierto ante esa situaci¨®n nueva.
Hoy en el Pa¨ªs Vasco se requiere un considerable valor personal para ejercer derechos tan elementales como llevar un lazo azul, acudir a una concentraci¨®n pacifista o ser candidato a alcalde en algunas localidades. Esa no es una situaci¨®n normal: hay un fascismo emergente que act¨²a con bastante impunidad. Por otra parte, no es realista pensar que los ciudadanos, de manera espont¨¢nea, puedan mantener mucho tiempo ese pulso frente a la presi¨®n intimidatoria de los violentos. De ah¨ª la responsabilidad de las fuerzas pol¨ªticas y las instituciones vascas en la articulaci¨®n de una respuesta organizada, firme y democr¨¢tica a ese desaf¨ªo. Eso, y no discusiones ideol¨®gicas sobre cuestiones que ocupan un lugar muy secundario en las preocupaciones de los ciudadanos, es lo que ahora corresponde a la Mesa de Ajuria Enea. Para acabar, con la sensaci¨®n de impunidad de los agresores y de desvalimiento de los agredidos.
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