La cuenta 111 contra la sed
Hassan II sumerge a Marruecos en una campa?a de donativos y rogativas para afrontar la sequ¨ªa
Hay cosas que no dependen de los seres humanos, sino del Todopoderoso, y la lluvia es una de ellas. Los humanos, sin embargo, pueden hacer algo para paliar los sufrimientos de los que no tienen agua: depositar, por ejemplo, dinero en la cuenta especial n¨²mero 111 del Banco de Marruecos.As¨ª plantea Hassan Il a los marr¨®qu¨ªes lo que califica de situaci¨®n de "cat¨¢strofe nacional" provocada por la "peor sequ¨ªa del siglo". Pero aunque el rey predique con el ejemplo ingresando su salario oficial en esa cuenta, la recaudaci¨®n lleva un ritmo muy lento. Y es que, aunque la solidaridad sea un s¨®lido valor marroqu¨ª, s¨®lo a unos pocos les sobra el flus, el dinero.
Separadas ahora por el conflicto de la pesca, las riberas septentrional y meridional del estrecho de Gibraltar comparten la misma sed. Como el sur de Espa?a, Marruecos sufre una espantosa, sequ¨ªa. No s¨®lo no llovi¨® el pasado invierno, sino que, con la excepci¨®n de la primera mitad de 1994, los cielos llevan varios a?os mostr¨¢ndose avaros con el reino jerifiano. Si la cosa es muy grave en Espa?a, en Marruecos es mortal de necesidad. La mitad de la poblaci¨®n -13 millones sobre 27 millones- vive en el campo. Y en las zonas urbanas la vinculaci¨®n social, cultural y econ¨®mica con la agricultura sigue siendo decisiva.
En un reciente viaje por el reino jerifiano, este periodista pudo comprobar la magnitud del desastre. Las habitualmente verdes y h¨²medas llanuras del Marruecos atl¨¢ntico presentan un aspecto calcinado. Octogenarios felagas -campesinos- dicen no haber vivido nunca nada semejante. T¨¢nger es abastecida de agua potable con buques cisterna; la de Tetu¨¢n tiene un sabor horrible porque procede de capas subterr¨¢neas sobreexplotadas. Los pantanos est¨¢n vac¨ªos en sus dos terceras partes o m¨¢s. La radio y la televisi¨®n reclaman el ahorro de agua a los habitantes de las ciudades. Las sinagogas y las iglesias cristianas del reino se suman a las rogativas de las mezquitas para pedir lluvias al Todopoderoso. El gobierno env¨ªa delegaciones a la Meca con esa misma misi¨®n.
A las peligros para el medio ambiente -incendios forestales, agotamiento de la capa fre¨¢tica y desertizaci¨®n- se a?ade en Marruecos la, amenaza de estallido de disturbios como los que en 1981, 1984, y 1990 ensangrentaron algunas ciudades. Se acelera el ¨¦xodo rural hacia unos suburbios sobrecargados, donde se han encarecido las habitualmente - baratas frutas, verduras y hortalizas, y la leche y la carne est¨¢n a punto de convertirse en art¨ªculos de lujo.
En su libro, Soldats, domes-tiques et concubines, el soci¨®logo Mohammed Ennaji recuerda c¨®mo la sequ¨ªa de 1878 llev¨® a muchos desheredados marroqu¨ªes a vender como esclavos a sus esposas e hijos. Nada semejante ser¨ªa posible en el Marruecos contempor¨¢neo, pero, en cambio, cualquier conocedor del pa¨ªs registra a simple golpe de vista un incremento de la mendicidad, la prostituci¨®n y el, consumo de estupefacientes baratos como. los pegamentos.
A ello se a?ade que los exportadores de hach¨ªs del Norte est¨¢n aceptando hero¨ªna como moneda de pago de sus clientes europeos, lo que est¨¢ introduciendo esta droga devastadora en la vida cotidiana marroqu¨ª.
El pasado 16 de mayo, Hassan II, en un discurso televisado en el que emple¨® el ¨¢rabe dialectal magreb¨ª, anunci¨® la reactivaci¨®n de la pol¨ªtica de construcci¨®n, de pantanos y b¨²squeda de pozos que caracteriz¨® al Marruecos de los a?os setenta. Tambi¨¦n lanz¨® una suscripci¨®n nacional a, favor de las primeras v¨ªctimas de la sequ¨ªa: los campesinos. Dijo que el objetivo es recoger unos 25.000 millones de pesetas e inform¨® que, mientras dure la crisis, renuncia a sus emolumentos oficiales como monarca para ingresarlos en la cuenta 111 del banco central.
De inmediato, los ministros y los diputados depositaron un mes de salario. Numerosas organizaciones han efectuado desde entonces ingresos a bombo y platillo. Pero eso ha sido todo. Los marroqu¨ªes no han seguido la iniciativa y, seg¨²n el semanario independiente Maroc Hebdo, en las dos primeras semanas de campa?a s¨®lo hab¨ªan sido recaudados unos 70 millones de pesetas en Casablanca.
Ahora, los funcionarios y. asalariados temen que, como ocurri¨® con la recaudaci¨®n para la construcci¨®n de la gran mezquit¨¢ Hassan II de Casablanca, les sean detra¨ªdas de sus n¨®minas cantidades para la cuenta 111.
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