Los castos amores
El escritor brit¨¢nico Rudyard K¨ªpling comienza a publicar las diversas historias que integran El libro de la selva en 1894; pocos a?os despu¨¦s aparecen por primera vez en forma de libro y no tarda en convertirse en uno de los grandes cl¨¢sicos de la literatura juvenil. Esta obra es origen de dos pel¨ªculas norteamericanas muy diferentes, pero igualmente famo sas. En 1942, el productor Alexander Korda hace una primera versi¨®n, dirigida por su hermano Zoltan Korda, protagonizada por el andr¨®gino actor hind¨² Sab¨² y con excelente m¨²sica de Mikl¨®s Rozs¨¢. Y en 1967, poco despu¨¦s de la muerte de Walt Disney, sus, estudios estrenan una versi¨®n en dibujos animados, un musical con canciones de Richard y Robert Sherman. El enorme ¨¦xito de la versi¨®n de dibujos animados hace que casi treinta a?os despu¨¦s Walt Disney Productions haya hecho una nueva con personajes reales.Lo que plantea Stephen Sommers en su calidad de irregular coguionista y peor director es recuperar el tradicional cine de aventuras, pero a trav¨¦s de la narraci¨®n de los amores de Mowgli, el ni?o-lobo, ahora musculoso joven encarnado por el inexpresivo asi¨¢tico Jason Scott Lee.
El libro de la selva
Director: Stephen Sommers. Estados Unidos, 1994. Guionistas: Stephen Sommers, Ronald Yanover, Mark D. Geldman. Fotograf¨ªa: Juan Ruiz-Anch¨ªa. M¨²sica: Basil Poledouris. Int¨¦rpretes: Jason Scott Lee, Cary Elwes, Lena Headey, Sam Neill, John Cleese. Estreno en Madrid: Lope de Vega, Amaya, T¨ªvoli, Acte¨®n, Vaguada, Aluche, Arag¨®n, Espa?a, Excelsior, Ciudad Lineal, Colombia.
La historia resulta larga, premiosa y demasiado inveros¨ªmil, pero, adem¨¢s, tambi¨¦n carece de la imprescindible base er¨®tica. En su excesivo celo por conseguir una narraci¨®n dirigida al p¨²blico infantil, aparecen todo tipo de animales salvajes y tiene un claro trasfondo ecologista, pero los amores de Mowgli son de una excesiva castidad; s¨®lo al final da un tenue beso a su amada y el traje de ella, a pesar de sus trajines por la espesura, y tal como era habitual, no sufre los oportunos y estrat¨¦gicos desgarrones. De manera que lo mejor es la luminosa fotograf¨ªa del espa?ol Juan Ruiz-Anch¨ªa, que saca tanto partido de los escenarios reales como de los m¨²ltiples trucos realizados por ordenador.
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