La ONU quiere acabar con los 110 millones de minas 'plantadas' en el mundo
De innovaci¨®n militar a cat¨¢strofe humanitaria global. As¨ª califica Naciones Unidas el desarrollo y las secuelas de las minas, un artefacto b¨¦lico cuyo efecto indiscriminado causa actualmente alrededor de 10.000 muertos al a?o y varios miles m¨¢s de incapacitados. Para acaba con esta plaga -actualmente existen 110 millones de minas enterradas en 64 pa¨ªses-, la ONU inici¨® ayer en Ginebra una conferencia internacional de tres d¨ªas con el objetivo de concienciar del problema a la opini¨®n p¨²blica mundial y solicitar fondos para ayudar a los pa¨ªses afectados.
Ya no se trata de los anticuados explosivos estrenados en la Primera Guerra Mundial ni de las cargas antitanque de la Segunda. Ahora son peque?os ingenios, del tama?o de una cajetilla de tabaco y 100 gramos de peso, de pl¨¢stico o madera -lo que les hace muy dif¨ªciles de detectar-, destinados a matar, mutilar y provocar la huida de civiles. Mientras las grandes potencias discut¨ªan sobre el peligro nuclear, las minas antipersonales, de las que existen en el mercado 360 tipos diferentes, iban infestando los campos del Tercer Mundo como una plaga b¨ªblica.La conferencia de Ginebra, a la que asisten el secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, el presidente del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja, Cornelio Sommaruga, delegaciones ministeriales de numerosos pa¨ªses y diversas organizaciones no gubernamentales, servir¨¢ tambi¨¦n para discutir una legislaci¨®n internacional que es tan insuficiente como ineficaz. La ONU y la Cruz Roja quieren que las minas antipersonales sean prohibidas en la conferencia sobre la revisi¨®n del tratado de armas convencionales que se celebr¨¢ en Viena en oto?o.
Por ejemplo, el Protocolo II del Tratado de Armas Convencionales de 1980, que entr¨® en vigor tres a?os m¨¢s tarde y fue firmado por 41 Estados, regula el uso de las minas terrestres, pero no es aplicable, en guerras civiles y no dice nada sobre producci¨®n, almacenamiento, transporte o exportaci¨®n de las minas antipersonales. El secretario general de la ONU ya ha declarado su objetivo: "La conferencia de Viena debe servir para cambiar el papel de las minas de un arma t¨¢ctica del campo de batalla al de un arma de destrucci¨®n de masas de escenario m¨¢s amplio". Y a?ade: "Hay que situar las minas en la misma categor¨ªa legal y ¨¦tica que las armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas a fin de estigmatizarlas en la imaginaci¨®n p¨²blica".
Butros Gali no exagera. Las minas forman parte de ese arsenal de armas baratas responsable de la muerte de 50 millones de personas desde 1945.
Mi a?os para quitarlas
Actualmente, fabricar una mina antipersonal cuesta unos tres d¨®lares (366 pesetas), mientras que para quitar esa misma mina se necesitan entre 300 y 1.000 d¨®lares (entre 36.000 y 122.000 pesetas). La ONU calcula que para eliminarlas todas de sembrados, carreteras, mercados, puertos, instalaciones el¨¦ctricas y fuentes de agua ser¨ªa necesario que la comunidad internacional invirtiese 33.000 millones de d¨®lares (3,9 billones de pesetas, casi la mitad de lo que gasta el Espa?a en pensiones) y, seg¨²n las estimaciones de la Cruz Roja, m¨¢s de mil a?os de trabajo. Cifras que se explican porque las minas ya no se colocan manualmente, sino que son diseminadas por morteros o lanzadas desde helic¨®pteros; porque ning¨²n ej¨¦rcito traza mapas de su localizaci¨®n; porque las tareas de limpieza son extremadamente peligrosas, ya que los actuales m¨¦todos de detecci¨®n son caros y obsoletos, y porque si en 1993 se deasactivaron 100.000 minas ese mismo a?o se enterraron otros dos millones.
Pero las minas no s¨®lo destrozan vidas. Tambi¨¦n tienen efectos catastr¨®ficos para el desarrollo econ¨®mico y social de un pa¨ªs. "Sus consecuencias para una naci¨®n que sale de un conflicto b¨¦lico son terribles. Para empezar, se quedan sin v¨ªas de comunicaci¨®n, sin campos de cultivo, con los alrededores de las ciudades sitiados y con la carga de una poblaci¨®n incapacitada a la que no se puede atender por falta de recursos m¨¦dicos. El sembrado de minas niega cualquier intento de recuperaci¨®n econ¨®mica a un pa¨ªs", afirma Luc¨ªa Alonso, del Seminario de Investigaci¨®n para la Paz, en -el Centro Pignatelli de Zaragoza. Secuelas a las que hay que a?adir los millones de refugiados que no pueden volver a sus casas por este problema.
Hasta ahora, la respuesta internacional ha sido meramente, formal. EE UU, que ha fabricado el 15% de las minas existentes, en el mundo, prohibi¨® en 1992 la exportaci¨®n de minas antipersonales, veto que fue ampliado en tres a?os en 1993. El Parlamento Europeo pidi¨®, tambi¨¦n en 1992, a los Estados miembros de la UE que declarasen una moratoria sobre su exportaci¨®n de cinco a?os, medida adoptada por Espa?a en 1994, pero que no afecta a su producci¨®n. Hasta ahora, ¨²nicamente B¨¦lgica, Dinamarca, Holanda, Suecia y Noruega han suspendido su fabricaci¨®n.
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