Pr¨¢cticas il¨ªcita en econom¨ªa
No es usual que una revista cient¨ªfica aborde asuntos tan pr¨¢cticos o tan heterodoxos como el estudio de las pr¨¢cticas il¨ªcitas en la econom¨ªa. Menos que lo haga Informaci¨®n Comercial Espa?ola (ICE), revista oficial del Ministerio de Comercio y Turismo (n¨²mero 741). Y sin embargo, hay que saludar sin matices su espl¨¦ndida iniciativa: analizar conductas como las de la corrupci¨®n, el blanqueo de dinero, el fraude o los para¨ªsos fiscales, y las estrategias para combatirlas.El problema es el siguiente: en los ¨²ltimos a?os, muchos pa¨ªses democr¨¢ticos est¨¢n afrontando problemas de organizaci¨®n social y pol¨ªtica relacionados con diversas pr¨¢cticas il¨ªcitas. En algunos casos, lo que se est¨¢ poniendo en entredicho es la capacidad "defensiva" de los sistemas legales de distintos pa¨ªses, al descubrirse la existencia de lagunas legales que permiten juzgar desde una ¨®ptica objetiva, bien porque las leyes han quedado obsoletas, o porque no contemplen pr¨¢cticas que las nuevas tecnolog¨ªas, las comunicaciones y el propio dinamismo de las econom¨ªas y sus diversas manifestaciones, favorecen.
Las pr¨¢cticas il¨ªcitas tienen como rasgo com¨²n el hecho de que no se consideran, en t¨¦rminos estrictos, pr¨¢cticas ilegales, condenables con car¨¢cter general en todos los pa¨ªses; son pr¨¢cticas il¨ªcitas en el sentido que resultan, en muchos casos, s¨®lo moralmente condenables, con lo que se produce una falta clara de homogeneidad en la forma de afrontarlas. Galbraith ha dedicado una buena parte de su obra a estudiar las anormalidades del capitalismo; seg¨²n el economista, la especulaci¨®n, la cultura del pelotazo, los para¨ªsos fiscales, etc¨¦tera, son parte del coraz¨®n del sistema; son una heterodoxia permitida e incluso estimulada en determinados periodos de la historia.
De entre todos los art¨ªculos que componen el n¨²mero de ICE, hay uno que me ha llamado especialmente la atenci¨®n: el escrito por el profesor norteamericano Robert Klitgaard, que estudia las estrategias para combatir la corrupci¨®n. ?Por qu¨¦ la corrupci¨®n emerge ahora como prioridad internacional?: "Una raz¨®n es que la corrupci¨®n va a peor... una l¨ªnea de argumentaci¨®n cita el r¨¢pido crecimiento del comercio internacional y de las comunicaciones internacionales, por lo que la gente est¨¢ m¨¢s expuesta que nunca a tentaciones de tipo econ¨®mico. Otros puntos de vista lo atribuyen a las reformas econ¨®micas y democr¨¢ticas que han recorrido el mundo, que han creado nuevas oportunidades de corrupci¨®n al cambiar r¨¢pidamente las reglas de juego habituales y, en muchos casos, porque con frecuencia los cambios pol¨ªticos no se ven acompa?ados por un desarrollo suficiente de las instituciones y de los incentivos del sector p¨²blico, que son necesarios para conseguir que funcionen libremente los mercados y la propia demnocracia".
Entre las estrategias para combatir la cultura de la corrupci¨®n, Klitgaard propone la que denomina "freir al pez gordo": Se debe dar publicidad a los nombres de los grandes corruptos y castigarlos, con lo que una ciudadan¨ªa esc¨¦ptica creer¨ªa que la iniciativa contra la corrupci¨®n es algo m¨¢s que palabras, m¨¢s que una campa?a contra sus oponentes pol¨ªticos. "Por lo tanto, lo importante es que el primer pez gordo provenga del partido en el poder", afirma.
El art¨ªculo respalda una curiosa teor¨ªa: una sociedad se hace menos tolerante con la corrupci¨®n a medida que se hace m¨¢s tolerante en el comportamiento sexual, y se?ala que la persecuci¨®n sin precedentes de la corrupci¨®n en EE UU, que comenz¨® en los setenta, tuvo lugar despu¨¦s de una liberalizaci¨®n sin precedentes de las actitudes y comportamientos sexuales. ?Ser¨¢ que Espa?a est¨¢ deviniendo en Sodoma y Gomorra?
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