El diablo

El gui¨®n de Pasolini es un alegato a favor de la juventud, la espontaneidad, el arte popular, no viciado, generoso, frente al mundo falso, viciado, ego¨ªsta, calculador, reductor, destructor, etc¨¦tera, de la televisi¨®n. Era, a la saz¨®n, la manera de pensar y de sentir de Pasolini frente a lo que ¨¦l consideraba la cretinizaci¨®n progresiva de las gentes de su pa¨ªs. Pasolini no quer¨ªa, no pretend¨ªa cambiar la televisi¨®n; su ¨²nico deseo era aniquilarla, suprimirla de golpe. Para Pasolini, la televisi¨®n era el diablo. ?Val¨ªa la pena poner en pie, teatralizar ese gui¨®n olvidado de Pasolini? Pues s¨ª, por qu¨¦ no. Tiene una ingenuidad, una poes¨ªa que lo hacen simp¨¢tico, y que en el escenario se traducen en un espect¨¢culo un poco nost¨¢lgico, en el que las proezas de Valerio Lazarov y un Gramsci tierno, un pelo ecologista y otro pagano, se dan la mano a trav¨¦s de una interpretaci¨®n correcta, con un ritmo, al inicio, un tanto lento, que crece a medida que avanza el espect¨¢culo hasta llegar al final, en el que aquel mundo ole f¨¢bula napolitano es barrido, destruido para dejar paso a una ciudad de rascacielos, de imp¨²dicos nichos para la mano de obra barata.