Vidas paralelas
El Tour tiene mucho de pol¨ªtica. La estrategia dise?ada y la t¨¢ctica aplicada diariamente muestran similitudes con la pr¨¢ctica de los grupos parlamentarios. Cada equipo tiene su director, que act¨²a como los secretarios de organizaci¨®n de los partidos, y ¨¦stos se asemejan a las casas comerciales pugnando para conseguir m¨¢s votos, m¨¢s clientes, para sus productos. Los ciclistas son los pol¨ªticos elegidos que en listas cerradas -en cuya elaboraci¨®n ha habido sus m¨¢s y sus menos, con distintas pugnas para colocar a uno o a otro- se presentan ante el p¨²blico para intentar ganar el m¨¢ximo de trofeos. La gran carrera dura, aproximadamente, lo mismo que una campa?a electoral, y el entramado del final de etapa tiene el aire de los escenarios de los m¨ªtines, con sus azafatas incluidas. Hay tambi¨¦n una distribuci¨®n de papeles: algunas etapas las ganan corredores modestos, como esos pol¨ªticos municipales o auton¨®micos conocidos tan s¨®lo en sus pueblos o ciudades, que por decisi¨®n t¨¢ctica del director han aprovechado la ocasi¨®n para destacar y salir en el podio con los principales l¨ªderes. Existe una rigurosa clasificaci¨®n, que va desde el l¨ªder al resto de los componentes del equipo. ?stos tienen la obligaci¨®n de facilitar la labor a aqu¨¦l, que suele ser el que m¨¢s fuerza tiene o mejores cualidades se le suponen, como el pol¨ªtico que goza de m¨¢s popularidad e imagen. Algunas veces los equipos tienen varios l¨ªderes, y entonces puede haber problemas, con los consiguientes quebraderos de cabeza para los dirigentes a la hora de asignarles el papel correspondiente: es el momento en que aparecen los defensores de las listas abiertas. Otras veces, sin una persona claramente definida, se espera a que alguien destaque y se imponga.Si descendemos al pelot¨®n, encontramos una imagen de sufridores que tienen que demostrar delante de los medios de comunicaci¨®n ese papel asignado en una carrera ciclista. Buscan estar a bien con periodistas de todos los signos y tratan de no empa?ar su imagen. Pero en las entretelas del pelot¨®n van los codazos, los enfrentamientos de cada d¨ªa, ver si se puede dejar atr¨¢s a unos cuantos. Los l¨ªderes procuran estar por encima de esas bagatelas. Ellos s¨®lo entran en los momentos decisivos, o en la contrarreloj, que representa la pureza m¨¢xima, sin que nadie les estorbe y donde pueden demostrar sus cualidades para alcanzar la velocidad adecuada. Una contrarreloj es como un gran debate entre l¨ªderes: si no calculas bien qu¨¦ platos y qu¨¦ pi?ones has de utilizar, puedes fracasar, lo mismo que el pol¨ªtico que no utiliza la cr¨ªtica adecuada o no estuviera atento a dar debida respuesta a lo que le digan sus adversarios.
La historia del Tour va en paralelo a la de la Europa contempor¨¢nea. A la par iban aquellos abnegados corredores con pesadas bicicletas sin cambios autom¨¢ticos y los obreros de principios de siglo que luchaban contra las condiciones de trabajo y apuntalaban los sindicatos. Despu¨¦s de la II Guerra Mundial vino el Estado de bienestar y el pacto entre el individualismo -liderazgo, iniciativa propia, exaltaci¨®n de las condiciones personales- e intereses sociales -salario social, educaci¨®n, sanidad para todos...-. Igual que en el ciclismo: una buena relaci¨®n entre el individuo, el l¨ªder, y su equipo, lo colectivo. En fin, liberalismo y socialdemocracia combinados.
es Diputado en las Cortes Generales y cicloturista.
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