Pobre Lorca
Pobre Lorca.Un d¨ªa llam¨® a Vicente Aleixandre:
-Vicente, quiero leerte una obra de teatro.
-Magn¨ªfico, le respondi¨® el reclinado de Velingtonia.
-?Est¨¢s solo?, inquiri¨® Federico.
-No, est¨¢ aqu¨ª Miguel Hern¨¢ndez.
-Pues que se vaya, que es muy triste.
Era muy triste y se quedaba callado todo el rato, y Federico necesitaba risas, palabras y ruido. Pero no se fue; Aleixandre no le pod¨ªa decir que se fuera, ni aunque se lo pidiera Federico.
-Y fue una l¨¢stima muy dolorosa porque ya no vi m¨¢s a Federico: lo mataron enseguida en Granada.
Y a Miguel lo mataron de tristeza, otra forma de fusil que invent¨® la intolerancia: un reloj que precisamente le regal¨® Aleixandre le delat¨® pasando a Portugal, y luego vivi¨® en la c¨¢rcel la infinita pena de la lejan¨ªa, el peor exilio entre todos los destierros.
Lo cuenta en Salamanca, a media tarde, el investigador italiano Gabriele Morelli, estudioso de Lorca, de Neruda, de Aleixandre. Descubri¨® hace poco en Sevilla, en casa del poeta Jacobo Cortines, que cuando Lorca habla del oto?o en que florecen las caracolas -en Llanto por la muerte de S¨¢nchez Mej¨ªas- no se refiere a caracolas marinas ni a otros ecos po¨¦ticos sino a esas plantas olorosas que hay a¨²n en algunos patios sombreados de la ciudad de Cernuda. El hispanista italiano estaba feliz con su descrubrimiento y se apresuraba a contarlo. (Casi a la misma hora, el 18 de julio, precisamente, una gula salmantina explicaba a un grupo de extranjeros c¨®mo Unamuno se muri¨® de tristeza despu¨¦s de su enfrentamiento sordo con Mill¨¢n Astray. Ecos terribles de una sin olvido).
Viven, estos hispanistas, reconstruyendo vidas que fueron f¨¦rtiles y que durante a?os fueron hurtadas a los espa?oles que se quedaron aqu¨ª o vinieron m¨¢s tarde al fr¨ªo implacable de la dictadura. En esa n¨®mina hay tantos... Pero hay uno al que este pa¨ªs debe gratitud porque fue el primero que estableci¨® -para todo el mundo- que, como dice Granell, la derecha -la extrema, la que hizo la guerra contra el poder elegido- no mat¨® a Lorca por casualidad. Ese hombre es lan Gibson, al que ahora han puesto en el aparador xen¨®fobo de los residuos del lugar com¨²n. "Muertero irland¨¦s" le han llamado. Terribles ep¨ªtetos para un hombre generoso. Este cronista le conoci¨® hace a?os, cuando se mudaba de pa¨ªs, y dej¨® su equipaje escaso en nuestra casa. Ha vivido traduciendo, cantando, viajando incansablemente por un pa¨ªs derrotado, reconstruyendo -como Morelli, como tantos otros- la memoria tachada de una biograf¨ªa humana y literaria verdaderamente admirable, la biograf¨ªa de un poeta cuyo secuestro ya no es posible porque sus versos son memoria de todos. Este hispanista de pelo crespo, vehemente como un espa?ol de Irlanda, merece respeto, salud y alegr¨ªa en el pa¨ªs que ¨¦l eligi¨® para su coraz¨®n y para los suyos.
Morelli estaba tambi¨¦n feliz porque en esa pesquisa inacabable que se merece la vida fatalmente inacabada de Lorca hab¨ªa hallado la carta que ¨¦ste envi¨® a sus padres desde Buenos Aires en 1933:
Querid¨ªsimos padres:
Estoy con un enorme deseo de marchar, y desde luego mi marcha ser¨¢ en los primeros d¨ªas de enero pero tengo antes que dirigir la "Mariana Pineda' y dictar algunas conferencias m¨¢s por provincias y en Montevideo. 'La zapatera' lleva el mismo camino de 'Bodas de sangre' y constituye un verdadero ¨¦xito tal como est¨¦ montada. ( ... ) El dinero que tengo no lo puedo girar, porque no se puede girar ni un peso. Veremos a ver si el embajador consigue que me lo pueda llevar sin mermar ninguna. Yo as¨ª lo espero, pues de este modo llevar¨¦ una preciosa cantidad. Todo el dinero del teatro lo guardo y aqu¨ª gasto para vivir el dinero de las conferencias. Estos d¨ªas he tenido una gran preocupaci¨®n por vosotros con motivo de la intentona anarquista, pero desde luego estoy content¨ªsimo porque esto demuestra que las derechas no pueden de ninguna manera asaltar a Espa?a. ?sta es la opini¨®n de toda la gente que me rodea. Vosotros habr¨¦is pasado seguramente malos ratos, pero yo los he pasado peores, porque desde lejos las cosas se agrandan y se oscurecen mucho. Aqu¨ª estamos en pleno verano. Las playas est¨¢n preciosas y yo paso muchas ma?anas en ellas con amigos. Para el d¨ªa de Navidad tengo tantas invitaciones que no s¨¦ d¨®nde acudir. Los peri¨®dicos siguen hablando y comentando todo lo que tengo. Tengo aqu¨ª ya m¨¢s de veinte sobres atestados y no s¨¦ c¨®mo mandar tantos. Os mando con todas las cr¨ªticas de 'La zapatera', que han sido magn¨ªficas. Hoy recorto este de una revista de la radio don de por cierto hay tres p¨¢ginas de fotos dedicadas a 'La zapatera' .Como v¨¦is estoy muy bien. Saludos a todos los amigos, y mil besos de vuestro hijo que tanto os quiere. FEDERICO. (Lo que m¨¢s siento es no ver a Paquito a mi llegada, pero yo ir¨¦ a T¨²nez enseguida. ?Y Rafael (Mart¨ªnez Nadel) ?No sab¨¦is sus se?as? Decidle a mam¨¢ que me acuerdo much¨ªsimo de ellos)".
Pobre Lorca, en el medio de su ingenuidad, camino del pelot¨®n innumerable de la larga mano negra de los que quisieron matar. Pa¨ªs inclemente, calor sudoroso de las venganzas.
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