En patera con Radio Tarifa
Viaje musical por el Estrecho durante el concierto madrile?o de un grupo con sonido multi¨¦tnico
Ca¨ªa sobre Madrid un sim¨²n del carajo cuando la patera de Radio Tarifa comenz¨® su viaje musical por el estrecho de Gibraltar. La tripulaci¨®n era multinacional -un argentino, un sudan¨¦s, un madrile?o, un castellano, un manchego, un franc¨¦s y tres andaluces-, y entusiasta y numeroso el pasaje. Minutos despu¨¦s, superadas las iniciales dificultades del oleaje costero, la patera navegaba r¨¢pida y potente por aguas amistosas. La noche se hab¨ªa convertido en clara, fresca y cubierta de estrellas. Ya no hac¨ªa calor, o mejor dicho, el calor ven¨ªa ahora de dentro. Era aquel un buen viaje: el buen viaje por el Estrecho. Cuando entr¨® en escena el bailaor Joaqu¨ªn Ruiz -"ese pedazo de fen¨®meno, que quita el sent¨ªo c¨®mo baila-, a la patera de Radio Tarifa ya no pudieron pararla todas las patrulleras reunidas de la Europa de Schengen. Andaluc¨ªa y el Magreb hac¨ªan el amor ante la impotente mirada de los radares y prism¨¢ticos de los centinelas del Estrecho. En aquella juerga sonaba una percusi¨®n africana, gem¨ªa un la¨²d ¨¢rabe, respond¨ªa una flauta de ca?a, piafaba un clarinete, se desgarraba una voz flamenca, caracoleaba Joaqu¨ªn Ruiz y todo encajaba a la perfecci¨®n. Al fondo del tablado, ese mud¨¦jar vallisoletano llamado Fa¨ªn S¨¢nchez Due?as, el padre del invento, sonre¨ªa d¨¢ndole a la derbuka, y, m¨¢s adelantado, acompa?ando a las palmas, el cantaor granadino Benjam¨ªn Escoriza se desangraba en "una hemorragia de placer".
Son ocasiones como la brindada en la noche del jueves por Radio Tarifa en el patio del madrile?o cuartel del Conde-Duque las que permitern so?ar con lo que podr¨ªa ser una Espa?a que apostara por lo que hay que apostar: europea, sin la menor duda, pero decididamente abierta a los parientes del Mediterr¨¢neo y el Atl¨¢ntico; con varias lenguas, varios colores de piel y varias maneras de rezar; impulsada hacia adelante por el pluralismo y el mestizaje. Dicho de otro modo, una versi¨®n laica y democr¨¢tica de lo que fue en alg¨²n momento la vida en C¨®rdoba o Toledo, antes de que los Reyes Cat¨®licos expulsaran a nuestros compatriotas jud¨ªos y musulmanes.
Momentos m¨¢gicos
Hubo en el patio cuartelero momentos m¨¢gicos como una versi¨®n moruna de La Tarara que situ¨® a la patera en el territorio de Al Andalus, y, m¨¢s en concreto, en la Granada nazar¨ª. Hasta se o¨ªa correr el agua de las fuentes y acequias del Generalife. U otro, una rumba, en la que un viento atl¨¢ntico trajo a una placeta de T¨¢nger picantes olores de C¨¢diz, Tenerife, La Habana y Cartagena de Indias. O aquel en que la picadilla de la mosca de las cuevas del Sacromonte se hizo sentir en una taberna de Or¨¢n. O las buler¨ªas turcas sonando en el coraz¨®n de un Madrid de piratas berberiscos. Aquello no era yuxtaposici¨®n de culturas, era pura fusi¨®n.
Pasada la medianoche, los term¨®metros marcaban m¨¢s de 30 grados en Madrid. Mientras media ciudad se agitaba insomne en sus dormitorios, parte del pasaje de la patera de Radio Tarifa se refrescaba en los bares de la calle de La Palma. El viaje no hab¨ªa llevado a ning¨²n para¨ªso: hab¨ªa sido en s¨ª mismo el para¨ªso. Val¨ªa la pena celebrarlo con una cervecita.
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