Voz de trueno
Tiene un vozarr¨®n que deber¨ªa medirse en la escala de Richter antes que en la musical. Cuando acompa?¨® a David Byrne en la gira del Rey Momo, a principios de los noventa, ¨¦ste coment¨® con generosidad que, muchas noches, la muchacha de Bah¨ªa le hab¨ªa robado el espect¨¢culo.No se trata d e la m¨²sica brasile?a que puede enamorar por sus melod¨ªas o armon¨ªas; la de Menezes es la que se basa en los ritmos. Y en esas cuestiones los de Bah¨ªa est¨¢n servidos. All¨ª mezclaron sus m¨²sicas esclavos y colonizadores portugueses. Es la bah¨ªa que ahora ha descubierto su relaci¨®n con el Caribe a la vez que recuperaba su pasado africano. Margareth Menezes ya grab¨® en portugu¨¦s a los haitianos Bouknian Eksperyans y a Kassav.
Margareth Menezes
Margareth Menezes (voz), Guiga Scott (direcci¨®n musical, trompeta y percusi¨®n), Toinho Batera (bater¨ªa), Luciano Calazans (bajo), Pedro Rego (guitarra), Rowney Scott (saxo), Glovis Novais (teclados), Osmar Menezes y Bastola (percusi¨®n). Patio central del Conde Duque. Madrid, 21 de julio.
Con No woman no cry viaj¨® hasta Jamaica y de ah¨ª salt¨® a Cuba. Sorprendi¨® su versi¨®n de Saudade da Bah¨ªa, cl¨¢sico de Dorival Caymmi, el hombre que junto a Jorge Amado mejor ha retratado la bah¨ªa de todos los santos y sus gentes; tambi¨¦n Caymmi escribi¨® ?Qu¨¦ es lo que tiene la bahiana?, que Carmen Miranda preguntaba con malicia, y con la que Margareth Menezes rindi¨® homenaje a la primer artista que Brasil export¨® al mundo.
Poder¨ªo
Cant¨® dos veces Elegib?, la canci¨®n que la dio a conocer en su pa¨ªs, la que fascin¨® al ex l¨ªder de Talking Heads, ocup¨® el primer lugar en las listas de ventas de Word Music de Estados Unidos, y sirvi¨® de soporte musical al anuncio filmado por Mondino de un famoso refresco; del que ser¨¢ su pr¨®ximo disco, interpret¨® el tema grabado en compa?¨ªa de Caetano Veloso. M¨²sica con vocaci¨®n festiva que ella define como afropop brasileiro. Tras cinco a?os de teatro, y todo un aprendizaje de canto en la iglesia, Margareth Menezes se subi¨® a los tr¨ªos el¨¦ctricos que animan el carnaval, pas¨® luego por los emergentes grupos afros, y, en 1985, debut¨® como solista con una guitarra y un repertorio demasiado ecl¨¦ctico para sus posibilidades.La timidez que deja ver fuera del escenario se convierte luego en exhibici¨®n de poder¨ªo. Margareth Menezes no para un segundo. Baila, salta y canta sin desmayo. Y se muestra generosa en el esfuerzo. A esta treinta?era quiz¨¢ le falte a¨²n algo para despegar definitivamente aunque, cuando arranca con un popurr¨ª de samba reggaes, deviene cuerpo incandescente.
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