Chantajes, SA
EXISTE ABUNDANTE literatura sobre los peligros de la tecnolog¨ªa en manos de perillanes y gentes de escasos escr¨²pulos. En Espa?a tenemos un caso real que hace tiempo super¨® la categor¨ªa de an¨¦cdota bufa. Un personaje, Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos, que nunca, ni antes ni despu¨¦s de la expropiaci¨®n de Rumasa, tuvo demasiado miramiento con la ley, utiliza ahora los avances de la inform¨¢tica para establecer toda una industria del chantaje y la extorsi¨®n.No es eufemismo lo de la industria. La osad¨ªa y paranoia del ex financiero jerezano, que ha hecho de la astracanada conducta habitual, le han llevado a crear una agencia, se supone que legalmente registrada -un llamado Centro de Investigaci¨®n de Esc¨¢ndalos-, cuyo hipot¨¦tico objeto social es denunciar corrupciones. La cosecha obtenida hasta ahora y d¨ªstribu¨ªda profusamente incluye historias de alcoba, grabaciones telef¨®nicas cuyo origen se supone ilegal y amenazas de diversa naturaleza. Nada de esto ha merecido, que se sepa, la atenci¨®n de fiscales o jueces.
Que se pueda crear, al parecer sin obst¨¢culos, una sociedad para delinquir -un delito contemplado en el art¨ªculo 173 del C¨®digo Penal-, sin una reacci¨®n contundente de los poderes p¨²blicos, es m¨¢s que preocupante. Por lo que ello supone de indefensi¨®n para cuantos se convierten en objetivo de esta sociedad mafiosa y por la dejaci¨®n de responsabilidades que se hace frente a actuaciones delictivas perseguibles ante los tribunales.
Algunas de la v¨ªctimas de esta industria del chantaje -banqueros a los que se ha pretendido sacar dinero, e incluso el presidente del Gobierno, al que se ha amenazado con revelar fantasmag¨®ricos secretos sobre su vida privada- han acudido en amparo a la Fiscal¨ªa General del Estado. Pero no basta con que esta instituci¨®n act¨²e a instancia de parte frente a comportamientos claramente delictivos. Es deber suyo actuar de oficio e impedir que bajo supuestas banderas de regeneraci¨®n de la vida p¨²blica se amparen actividades de simple chantaje. Este chusco personaje, que maneja recursos de lo que fue la Rumasa internacional, no debe seguir poni¨¦ndose las instituciones por montera, incluida la justicia de este pa¨ªs. Por mucho que su cohorte de aduladores y pillos le r¨ªa las patochadas y le acompa?e en su inacabable escalada de la provocaci¨®n.
Hacer el payaso es una cosa. Cometer delitos, otra. Va siendo hora de que la fiscal¨ªa se lo explique con contundencia a quien por otra parte aparece personado en algunos de los m¨¢s notorios procesos de este pa¨ªs como acusador p¨²blico. La justificaci¨®n que da para sus desmanes -sus supuestos intentos de que se celebre un juicio sobre Rumasa- suena a broma en un hombre que no ha hecho otra cosa en los ¨²ltimos 12 a?os que huir de la justicia y poner toda clase de obst¨¢culos procesales a su pronunciamiento sobre sus presuntas responsabilidades en la situaci¨®n desastrosa y fraudulenta de Rumasa que llev¨® a la expropiaci¨®n el 23 de febrero de 1983.
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