Adam Smith y la 'mafiya'
Los rusos llaman mafiya a las 3.000 a 5.000 bandas organizadas que viven de delinquir con la connivencia de servidores del Estado. Las personas honradas que sufren con creciente impaciencia sus fechor¨ªas se refugian en el arma de los humillados y ofendidos, el humor negro: el glasnost y la perestroika han sido reemplazados por el glasglost (el descaro) y la perestreika (la balacera, que dicen los mexicanos).La transformaci¨®n de la URSS comunista en la Rusia democr¨¢tica ha destapado profundas deficiencias de la organizaci¨®n econ¨®mica. M¨¢s tambi¨¦n ha descubierto graves carencias de las reglas de comportamiento social: en la vida p¨²blica falta ¨¦tica, en la privada decae la moral.
Adam Smith no s¨®lo escribi¨® sobre las Causas de la riqueza de las naciones sino tambi¨¦n una obra gemela y acompa?ante sobre Los sentimientos morales, cuya sexta edici¨®n acababa de haber publicado cuando muri¨® en 1790. Era el viejo maestro escoc¨¦s un estudioso del real funcionamiento de las sociedades humanas. No buscaba tanto exhortar como explicar.
De ¨¦ste su libro de sociolog¨ªa de la ¨¦tica y la moral son dos las ideas que quiero destacar al hilo de la corrupci¨®n de los comportamientos en la Rusia democr¨¢tica. Una, es la muy oportuna de que las sociedades abiertas, no pueden subsistir sin justicia. La otra, es la muy sabia de que ha de procurarse que coincidan las reglas sociales con el inter¨¦s y el amor propio de los individuos.
Subraya Smith que "la sociedad no puede subsistir entre quienes est¨¢n dispuestos en todo momento a herirse y da?arse mutuamente". Si bien, a?ade, es la sociedad m¨¢s agradable y civilizada cuando en ella reina la solidaridad y la benevolencia, tal "beneficencia... es menos esencial ... que la justicia. La sociedad puede subsistir, aunque no en su estado m¨¢s agradable, sin beneficencia; pero si prevalece la injusticia, quedar¨¢ totalmente destruida".
El ilustrado Emmanuel Kant, habitante de la hoy rusificada Kaliningrado, bas¨® las reglas ¨¦ticas de la sociedad libre, en el imperativo de que todo humano ha de ser tratado, no como un medio, sino como un fin en si mismo. ?sa es la base sobre la que se eleva la prohibici¨®n d¨¦ la violencia, la coacci¨®n y el enga?o en toda sociedad libre. Si no forma parte de la moral de cada individuo el que los acuerdos voluntarios tienen que ser la base de las relaciones entre ellos, si no hay un Estado que tenga como funci¨®n principal el mantener las reglas de justicia normales entre sus ciudadanos, si los servidores del Estado se al¨ªan con los malhechores, entonces la sociedad libre no puede subsistir.
La escritora B¨¢rbara von den Heydt, autora de Velas detr¨¢s del Muro, denuncia la corrupci¨®n en Rusia, se?alando que "no hay democracia sin moralidad". En efecto, no basta la fuerza coactiva del Estado para contener la violencia de una sociedad que pierde todo respeto por el pr¨®jimo. El vac¨ªo moral que dej¨® detr¨¢s de s¨ª la hipocres¨ªa comunista contribuye a que el propio Estado se haya contaminado del vicio de evitar el delito s¨®lo por temor al castigo. Pero el que las tentaciones para obrar. mal no sean irresistibles tambi¨¦n ayuda a la creaci¨®n de una sociedad moral.
Una gran parte de la corrupci¨®n que aqueja a Rusia nace de la insistencia en prohibiciones insensatas. Denuncian los reglamentistas la frecuencia de las "transacciones ilegales de dinero", el "contrabando de petr¨®leo", la reventa de "cobre, n¨ªquel y cobalto, comprados a precios subvencionados". Los tipos de los impuestos sobre el ingreso van del 55% al 80%, y pueden llegar al 120% con las cargas sobre las plusval¨ªas. Todo ello es terreno abonado para el delito.
Entiendo pues mejor la corrupci¨®n nacida de una legislaci¨®n intervencionista, aunque no la perdono. Pero cuando veo a las m¨¢s altas autoridades delinquir organizando o encubriendo el terrorismo de Estado, me faltan palabras y tengo que acudir a mis cl¨¢sicos: "el violador de las m¨¢s sagradas leyes de la justicia no puede reflexionar sobre los sentimientos de la humanidad hacia ¨¦l sin experimentar todas las angustias de la verg¨¹enza, el horror, y la consternaci¨®n".
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