Fuese, y no hubo nada
Ahora va en serio, en Gorazde "no pasar¨¢n". Antes se hab¨ªa dicho m¨¢s o menos lo mismo de otras zonas protegidas por la ONU, Dios nos libre de los protectores, podr¨ªan haber pensado los muertos que ya no piensan, pueden seguir haci¨¦ndolo los supervivientes, incluso los desafortunados supervivientes, golpeados, vejados, humillados y ofendidos. Pero ahora va, en Gorazde, en serio, te lo prometo, colega, no saben esos serbios con qui¨¦n se la est¨¢n jugando. Entre otras muchas cosas que omito por sabidas, la actitud frente a lo de la ex Yugoslavia, en concreto, la agresi¨®n y el racismo serbios, resulta de un conflicto entre la convicci¨®n y la prudencia. La convicci¨®n de que se trata de una agresi¨®n racista y despiadada, un ataque a los principios de la convivencia pluralista, un producto del peor fanatismo nacionalista, una expresi¨®n del ego¨ªsmo colectivo m¨¢s inhumano, y la prudencia de no responder la violencia con la represi¨®n violenta, ya se sabe que en ese caso Ios da?os materiales y personales, la lista de v¨ªctimas y el coste de las operaciones, podr¨ªan ser muy superiores a los de las pol¨ªticas de apaciguamiento.
. Es, desde luego, una elecci¨®n dif¨ªcil. Y la insatisfacci¨®n que produce la mediocridad de la reacci¨®n europea es explicable; pero no la pongamos en exclusiva en la cuenta de los Gobiernos de la Europa superdemocr¨¢tica, esos Gobiernos son.todos superdemocr¨¢ticos, tienen detr¨¢s unos pueblos, o unas sociedades de ciudadanos, entre los que algunos muestran dolida indignaci¨®n, y otros, indiferencia. Hay voluntarios, y muy encomiables, para misiones de paz en zona m¨¢s que peligrosa. No parece haberlos, ni pocos t¨² muchos, de modo significativo, para ir a guerrear contra la indignidad de algunos gerifaltes serbios y de sus seguidores. Tampoco parece que las sociedades europeas superdemocr¨¢ticas est¨¦n dispuestas a sacrificar su bolsa y su tranquilidad para apoyar una acci¨®n eficiente frente a la agresi¨®n fan¨¢tica.
Hay quien dice que en Bosnia nos jugamos el futuro de Europa: no lo creo, no creo que sea tanto; en Bosnia nos jugamos la dignidad y la coherencia de nuestras convicciones, pero, si cedemos all¨ª, no quiere esto decir que vayamos a ceder, aqu¨ª; m¨¢s bien aplicaremos la resignaci¨®n all¨ª, cuando no la pudorosa mirada hacia otra parte, y mantendremos aqu¨ª la dignidad de las grandes palabras y a¨²n de la m¨¢s estricta pureza democr¨¢tica. Tampoco creo que Serbia pueda ser un peligro expansivo como lo era Hitler comepa¨ªses en los a?os treinta. Precisamente por eso, por que no nos jugamos nuestro futuro, pero s¨ª la coherencia de nuestras convicciones, la elecci¨®n no es tan dram¨¢tica, y la tibieza tan decepcionante, por eso esta humillaci¨®n que nos inflige la violencia chetnik.
Tambi¨¦n dejar a los bosnios que se defiendan, suprimiendo el bloqueo, tiene sus contraprudencias: morir¨¢n m¨¢s bosnios y serbios bosnios, y qui¨¦n sabe cu¨¢nta gente m¨¢s. Lo prudente es permitir esta lenta aniquilaci¨®n que nos produce tanta ira, verg¨¹enza, y dolor.
Es caro o imprudente, o causante de mayor mortandad, luchar por la dignidad, por la fuerza de unas convicciones, por el imperio de la humanidad y el derecho en un lugar m¨¢s bien pr¨®ximo, por la pervivencia de personas que le limitaron a ser como eran cuando fueron agredidas; la prudencia nos reduce a la impotencia; ¨¦se es el punto de vista resultante de los concili¨¢bulos, dimes y diretes de los pa¨ªses europeos. Yo, personalmente, me apunto a los indignados imprudentes; creo que estoy en minor¨ªa.
Pero los jefes no pueden olvidar su papel, y sacar pecho en nombre de Estados orgullosos, altivos, que se autopredican omnipotentes; en Gorazde "no pasar¨¢n"; aqu¨ª estamos nosotros, los Estados Poderosos de Europa, que ?lo garantizamos! Un poco grotesco, ?no creen? Ahora que ya han conseguido los agresores casi todos sus objetivos militares. No vendr¨ªa mal a estos gobernantes europeos una raci¨®n de humildad; ahora se han puesto farrucos; me han recordado el humor cervantino sobre el bravuc¨®n en el estrambote de un conocido soneto: "Y luego, incontinente, / cal¨® el chapeo, requiri¨® la espada, / mir¨® al soslayo, fuese y no hubo nada".
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