Adios resignado
LA GUERRA de la antigua Yugoslavia no causa ¨²camente bajas entre la martirizada poblaci¨®n civil. Tambi¨¦n las hay de car¨¢cter pol¨ªtico. La inoperancia de la comunidad internacional ha llevado a tirar la toalla a un hombre que desde sus a?os de lucha como intelectual cat¨®lico contra el r¨¦gimen comunista de Polonia ha sido un referente moral. El ex primer ministro de Polonia Tadeusz Mazowiecki ha dimitido como relator de Naciones Unidas en los Balcanes, Ha dicho que se va por frustraci¨®n. Porque no ve sentido a su tarea de relatar horrores cuando nadie muestra la m¨ªnima intenci¨®n de impedirlos.Desde agosto de 1992, en que comenz¨® su mandato, Mazowiecki ha obrado c¨®mo una especie de ombudsman de la organizaci¨®n internacional, un ¨¢rbitro habilitado s¨®lo para emitir un informe moral sobre todo lo que ve¨ªa y para relatar a la opini¨®n mundial todos los horrores que se est¨¢n produciendo en esta regi¨®n europea en el umbral del siglo XXI.
El caso de Mazowiecki es perfectamente representativo de una operaci¨®n internacional que, con el tiempo, ha ido degenerando en la funci¨®n de pasivo espectador de la tragedia. Cierto es que las cr¨ªticas a la misi¨®n. de Naciones Unidas tienden a ignorar que sin los cascos azules las atrocidades habr¨ªan sido, veros¨ªmilmente, mucho mayores y que su labor humanitaria ha aliviado no poco dolor a la poblaci¨®n civil. Pero es tambi¨¦n indudable que aciertan en lo esencial: la ONU nunca ha definido claramente su misi¨®n en Bosnia y no se ha dotado de los medios suficientes para hacer frente al drama humanitario causado por la guerra.
Lo humanitario no tiene sentido si no hay garant¨ªas de que los contendientes van a consentir que esa labor se realice y, notablemente, los serbios han mostrado escasa inclinaci¨®n a ello. Y sin un uso adecuado de la fuerza, los cascos azules, incapaces de defenderse a s¨ª mismos, se han convertido con frecuencia en un escudo para la limpieza ¨¦tnica que de forma sistem¨¢tica han practicado los serbios de Bosnia.
?sa es la terrible constataci¨®n que hace Mazowiecki. En la carta en la que anunciaba su dimisi¨®n se?alaba que "s¨®lo se puede proteger a los civiles disponiendo de la fuerza necesaria para ello"`. A su juicio, la reciente conquista serbia de los enclaves de Srebrenica y Zepa constituye "un punto de no retorno". Y cree que si la ONU no ha trazado una l¨ªnea roja, m¨¢s all¨¢ de la cual haga pagar caro a los hombres de Pale la violaci¨®n de las leyes internacionales, poco cabe esperar.
Mazowiecki no cree en la voluntad de la comunidad internacional de actuar decisivamente para contener el horror balc¨¢nico. Y, en su despedida, a?ade una ominosa predicci¨®n, la de que la cobard¨ªa del mundo entero puede llevar a la propagaci¨®n del conflicto. En momentos en los que el polvor¨ªn ex yugoslavo arde m¨¢s que nunca, su renuncia es una prueba m¨¢s del fracaso de la civilizaci¨®n ante la barbarie.
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