Ni un lleno

No hubo ni un solo lleno en toda la feria. Ni las figuras de la tierra, ni sus triunfos apote¨®sicos, han provocado que se colocara en las taquillas el cartel de "no hay billetes". Posiblemente sean varios los motivos de este retraimiento en el p¨²blico valenciano, pero quiz¨¢ sea uno de los m¨¢s importantes la falta de emoci¨®n, el insoportable aburrimiento con que se ha venido desarrollando la feria.No se pueden presentar las corridas de toros como si se tratara de novilladas propias de plaza de talanqueras; no se puede convertir el primer tercio en un caos, con esos matadores situados a la derecha del caballo contemplando pasivamente c¨®mo el picador acorrala a las reses zumb¨¢ndolas la pandereta; no se puede relegar a la exclusiva funci¨®n de tr¨¢mite, s¨®rdido suceso, repugnante carnicer¨ªa, la fundamental suerte de varas, concebida para ahormar con arte al toro y medir su bravura.

No se puede excluir de plano el toreo de capa; no se puede sustituir el canon de parar-templar-mandar, las suertes de muleta ejecutadas con dominio, ce?imiento y ligaz¨®n, por una sarta de pases h¨ªbridos corriendo por el redondel; no se puede tapar con la coartada del triunfalismo ese c¨²mulo de tropel¨ªas e inconsecuencias que han conducido a la degradaci¨®n de la fiesta, sin que haya consecuencias. Y las consecuencias son la deserci¨®n de los aficionados verdaderos, la ausencia de un p¨²blico al que no le interesa un espect¨¢culo incapaz de emocionarle. Y a lo mejor, cuando va, corea ol¨¦s y pide orejas -pues cree que as¨ª debe ser en la fiesta- pero no vuelve. Para pagar un dineral y adem¨¢s aburrirse, nunca, jam¨¢s.