Luces y sombras del PNV
El 31 de julio, festividad de San Ignacio de Loyola, se ha cumplido el primer centenario del PNV el partido m¨¢s antiguo de los, existentes hoy en Espa?a despu¨¦s del PSOE y uno de los m¨¢s importantes del siglo XX. El PNV ha sido la principal cara con que se ha manifestado el nacionalismo vasco desde su fundaci¨®n por Sabino Arana. Hasta la guerra civil fue casi la ¨²nica fuerza pol¨ªtica de dicho movimiento y, aunque hoy se halla fragmentado, contin¨²a siendo mayoritario y el eje central del sistema pol¨ªtico de Euskadi, cuyas instituciones auton¨®micas gobierna desde que surgieron en 1980.Para explicar su trayectoria centenaria, su arraigo en la sociedad vasca y su ¨¦xito pol¨ªtico en reg¨ªmenes democr¨¢ticos, como la II Rep¨²blica y la Monarqu¨ªa actual, hay que tener en cuenta algunas claves hist¨®ricas que se han convertido en aut¨¦nticas se?as de identidad del PNV. Voy a resaltar tres: su car¨¢cter h¨ªbrido de tradici¨®n y modernidad, su ambig¨¹edad en la dial¨¦ctica autonom¨ªa/independencia y su modelo de partido-comunidad con vocaci¨®n totalizadora.
Tradicionalmente el PNV se ha caracterizado por ser m¨¢s un partido de esencias que de programas. Estas esencias son fruto de la personalidad de Sabino Arana, quien le marc¨® con una intensa impronta pol¨ªtico-religiosa de la cual no se ha desprendido a¨²n del todo. Por eso, el mantenimiento de la tradici¨®n en el PNV est¨¢ vinculado a la mitificaci¨®n y sacralizaci¨®n de la figura de Arana, un nacionalista integrista y tradicionalista. Lo que Francisco de Ulacia, nacionalista heterodoxo de principios de siglo, denomin¨® el "lastre integrista" persist¨ªa en el PNV al proclamarse la Rep¨²blica en 1931; de ah¨ª la escisi¨®n de los nacionalistas liberales y aconfesionales que fundaron ANV unos meses antes. Sin embargo, en el periodo republicano tuvo lugar un proceso de modernizaci¨®n y democratizaci¨®n del PNV, obra de la nueva generaci¨®n liderada por Jos¨¦ Antonio Aguirre, que hizo posible su posicionamiento en pro de la Rep¨²blica en julio de 1936. Esta decisi¨®n, la m¨¢s trascendental tomada por el PNV en su historia, tuvo consecuencias tan importantes como la formaci¨®n del primer Gobierno vasco, de coalici¨®n PNV/Frente Popular, presidido por Aguirre. Como ha recordado en estas p¨¢ginas Antonio Elorza, la guerra civil represent¨® "la prueba de fuego" en el marchamo democr¨¢tico del PNV. Puede que, de haber optado su direcci¨®n por sumarse a la sublevaci¨®n militar, el PNV hubiera desaparecido, como sucedi¨® con la Lliga de Camb¨®.
En el largo exilio durante la dictadura franquista, el PNV consum¨® su evoluci¨®n en sentido demoliberal al incorporarse a la internacional dem¨®crata-cristiana y al Movimiento Europeo. Eso no fue obst¨¢culo para con servar el aranismo como la doctrina oficial del partido, haciendo de ¨¦ste un conglomerado ideol¨®gico, una mezcla de tradici¨®n y modernidad, personificadas en Arana y Aguirre. Y es que la historia del PNV ha fluctuado en buena medida entre lo que han encarnado esos dos l¨ªderes pol¨ªticos, los m¨¢s carism¨¢ticos que ha tenido: desde el integrismo hasta la democracia cristiana.
Otra constante hist¨®rica del PNV ha consistido en compaginar una doctrina independentista, como era la de Arana (salvo su pol¨¦mica "evoluci¨®n espa?olista" final, que implicaba la renuncia a la independencia, pero que qued¨® enterrada con su muerte en 1903), con una acci¨®n pol¨ªtica moderada y autonomista. El permanente pragmatismo del PNV le ha llevado a volcarse en el logro del estatuto de autonom¨ªa para Euskadi tanto en la Rep¨²blica como en la transici¨®n, siendo el partido que m¨¢s, ha capitalizado el Estatuto de 1936, de ef¨ªmera vigencia en la guerra civil, y el Gernika. Pero siempre ha dejado patente que la autonom¨ªa no es m¨¢s que su, "programa m¨ªnimo", un simple medio o un primer escal¨®n para ascender hacia su meta. Desde 1906 ¨¦sta fue la restauraci¨®n de los fueros vascos mediante la derogaci¨®n de las leyes que los abolieron tras las guerras carlistas en el siglo XIX. Esto se ha producido con la Constituci¨®n espa?ola de 1978 (no aprobada por el PNV, como tampoco la republicana de 1931), pero el PNV no ha considerado satisfecha su aspiraci¨®n final, cuya concreci¨®n var¨ªa por momentos: la actualizaci¨®n de los derechos hist¨®ricos vascos (f¨®rmula a¨²n m¨¢s ambigua que la tradicional de la reintegraci¨®n foral), el ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n o la creaci¨®n de un Estado vasco independiente en el marco de la UE, seg¨²n ha declarado su presidente, Xabier Arzalluz: "Mi meta es la independencia, como pueden ser los holandeses respecto de Europa". Esta especie de doble faz del PNV, autonomista e independentista a la vez, ha acabado por ser un rasgo consustancial a ¨¦l, como las dos caras del dios Jano.
Desde la ¨¦poca de la Restauraci¨®n, el PNY ha constituido m¨¢s que un partido cl¨¢sico, un amplio movimiento pol¨ªtico y social, un partido-comunidad que pretende aglutinar al conjunto del pueblo vasco o, al menos, a la comunidad nacionalista, de la cual ha sido el n¨²cleo central en este siglo. Aguirre reflej¨® claramente este proyecto cuando afirm¨® en 1933: "El PNV no es un partido como otro cualquiera, sino que es el pueblo que camina hacia la libertad. El nacionalismo vasco es la patria vasca en marcha". El PNV va construyendo una naci¨®n y aspira a crear un Estado. Para ello intenta ser un modelo de sociedad interclasista y el embri¨®n de un futuro Estado vasco: su organizaci¨®n interna imita la estructura estatal y ha servido de modelo a la actual Comunidad Aut¨®noma Vasca. Sus instrumentos para encuadrar espiritual y materialmente a amplias capas de la poblaci¨®n de Euskadi han sido unas pocas creencias compartidas (procedentes, del aranismo), los s¨ªmbolos creados por su fundador (como la ikurri?a) y una nutrida red de organismos, entre los que sobresalen los batzokis, espacios privilegiados de socializaci¨®n pol¨ªtica a trav¨¦s de actividades de todo tipo: culturales, deportivas, gastron¨®micas...
Estas tres caracter¨ªsticas hist¨®ricas del PNV, que han contribuido a su gran implantaci¨®n social y a su ¨¦xito electoral, traen aparejadas otros tantos riesgos. El primero es el anquilosamiento ideol¨®gico debido a que nunca ha revisado en profundidad la doctrina elaborada hace un siglo por Arana, a pesar de que sus principales dogmas pol¨ªticos se han quedado obsoletos o son inaplicables hace tiempo (el racismo y el integrismo religioso), o bien son err¨®neos: as¨ª, su visi¨®n de la historia vasca y de los fueros, base de su reivindicaci¨®n de la independencia. El segundo riesgo consiste en que la habitual ret¨®rica independentista del PNV contribuye a restar legitimidad al r¨¦gimen auton¨®mico, aprobado por la mayor¨ªa del pueblo vasco en 1979 y sustentado principalmente por el propio PNV, y a dar argumentos al nacionalismo radical y antidemocr¨¢tico, cuyo objetivo es la independencia de Euskadi por v¨ªa violenta. Y el tercero es reducir el Pa¨ªs Vasco, que ha sido siempre muy plural pol¨ªtica, social y culturalmente, a la comunidad nacionalista construyendo un pa¨ªs a su imagen y semejanza, como de hecho se intent¨® en los primeros a?os ochenta cuando el PNV fue hegem¨®nico en la comunidad aut¨®noma hasta la escisi¨®n de Eusko Alkartasuna en 1986, que le ha obligado a gobernar en coalici¨®n con el PSOE y/o con EA desde entonces hasta hoy.
Al cabo de un siglo, la ruptura pol¨ªtica y social que signific¨® el surgimiento del nacionalismo antiespa?ol de Arana contin¨²a existiendo en la medida en que el legado sabiniano pervive en muchos nacionalistas vascos y pesa todav¨ªa hoy en Euskadi. Esto es as¨ª porque el PNV nunca ha asumido la "evoluci¨®n espa?olista" del ¨²ltimo Arana, ni la propuesta del regionalista Eduardo de Landeta en su conferencia de 1923 sobre Los errores del nacionalismo vasco y sus remedios: "?Hasta cu¨¢ndo los nacionalistas vascos van a conservar insepulto el cad¨¢ver y las pr¨¢cticas de Sabino de Arana y Goiri? ?Hora es ya de dejarle dormir en paz el sue?o que a la sombra de la cruz duermen los muertos!".
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