Con 'Sigfrido' llegaron los problemas
Sigfrido, tercera parte de la tetralog¨ªa wagneriana El Anillo del Nibelungo, es una ¨®pera que contiene momentos de encendido lirismo y que, por consiguiente, deja al descubierto los problemas vocales si los cantantes no son de primera l¨ªnea. Ni la pareja de tenores Wolfgang Schmidt (Sigfrido) y Manfred Jung (Mime) ni la soprano dram¨¢tica Deborah Polaski (Brunilda) estuvieron a la altura de las circunstancias en sus comprometidos roles con lo que la representaci¨®n se resinti¨® negativamente, acabando como el rosario de la aurora en el d¨²o de Sigfrido y Brunilda, en un naufragio en toda regla que soliviant¨® los encendidos ¨¢nimos.
Anodino
Ya el primer acto, con Mime y Sigfrido como protagonistas, hab¨ªa sido anodino, y ¨²nicamente John Tomlinson (Wotan) mantuvo el tipo. El segundo acto se vino arriba porque es m¨¢s narrativo -la muerte del drag¨®n, el pajarillo del bosque...- y porque Rosalie sorprendi¨® con una ingenios¨ªsima y m¨¢gica escenograf¨ªa en una especie de bosque de paraguas verdes en ligero movimiento, donde se un¨ªa la magia de los objetos que fascinan en los cuentos con el homenaje pl¨¢stico a una Naturaleza siempre tan presente en esta obra. Se mantuvo el inter¨¦s en la primera escena del tercer acto, con el di¨¢logo entre Wotan y Erda (B. Svender), pero con el largo d¨²o final de Brunilda y Sigfrido se rompi¨® la cuerda, y ni siquiera James Levine, en tarde no tan fina como las anteriores, pudo controlar el descalabro, ni la evidencia de que Sinichdt no est¨¢ a la altura de Sigfrido y Polaski tiene mucho que mejorar como Brunilda. La reacci¨®n fue furibunda y los abucheos de los aficionados cr¨ªticos se enfrentaron con virulencia a los aplausos de los aficionados triunfalistas. Vamos, como en los toros en Madrid cuando el tendido del siete protesta una oreja bajo un bajonazo y los otros les responden "pues, ?qu¨¦ quieren?, que se pongan ellos delante del toro", o cosas parecidas. Las protestas -o la divisi¨®n de opiniones- salpicaron al director musical, James Levine, y al equipo esc¨¦nico de Alfred Kirchner y Rosalie. S¨®lo Wotan se salv¨® de la quema.Para cantar, lo que se dice cantar, la lecci¨®n que dio el veterano Hermann Prey en La bella molinera, de Schubert, en un recital organizado por la Sociedad Richard Wagner de Bayreuth. en la bell¨ªsima ¨®pera Barroca de la ciudad (la que sale en la pel¨ªcula Farinelli), el d¨ªa de descanso entre dos jornadas del Anillo. El veterano maestro berlin¨¦s, recordado todav¨ªa por sus Berkmesser o Wolfram en la Verde colina puso, como en Madrid recientemente en un conmovedor Viaje de invierno, un toque de distinci¨®n y sabidur¨ªa vocal. Su Schubert fue, sencillamente, emocionante.
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