M¨¢s errores
SI LAS palabras y el tono de la intervenci¨®n p¨²blica de ayer del secretario de organizaci¨®n de los socialistas son reflejo cabal de lo ocurrido en la reuni¨®n de la comisi¨®n ejecutiva de su partido, ¨¦ste est¨¢ en una situaci¨®n mucho peor de lo que sospecha el propio Cipri¨¤ Ciscar. Porque resulta simplemente lamentable que a estas alturas los dirigentes reunidos se concentren en manifestar la "coincidencia en la unidad y solidaridad en torno al liderazgo del secretario general" y al parecer no se plantearan siquiera un an¨¢lisis sobrio de las causas del deterioro pol¨ªtico y de las salidas de la actual situaci¨®n.Porque es este deterioro el que ha llevado a su secretario general, Felipe Gonz¨¢lez, a plantear el adelanto electoral y a sugerir que ¨¦l no ser¨¢ ya candidato. Es comprensible que los socialistas no quieren dar la impresi¨®n de que la implicaci¨®n de Gonz¨¢lez en el sumario de los GAL -que consideran profundamente injusta- les induce a debatir su sucesi¨®n. Pero si la discusi¨®n sobre su relevo era absolutamente necesaria antes de la llegada al Su premo de dicho sumario, hoy lo es a¨²n m¨¢s. Es como si temieran los reunidos en Ferraz que hablar de ello pudiera ofender a Gonz¨¢lez, cuando fue precisamente ¨¦l quien, con muy buen sentido, lo hab¨ªa planteado. As¨ª no se hace pol¨ªtica, sino imaginer¨ªa.
Los ciudadanos est¨¢n vi¨¦ndose obligados a plantearse dilemas morales extremos. Desde el Gobierno como desde la oposici¨®n se les dice que lo que est¨¢ en juego no es un eventual cambio de Gobierno, sino el futuro de la democracia. Aznar y Anguita llevan casi dos a?os pidiendo el adelanto electoral con el argumento de que, los esc¨¢ndalos han deslegitimado al partido vencedor en las elecciones de 1993 y privado de autoridad moral a Felipe Gonz¨¢lez para seguir presidiendo el Gobierno. El alegato final de Aznar en el debate de la semana pasada, acusando a Gonz¨¢lez de pretender mantenerse en el poder por inter¨¦s personal, a fin de esquivar sus responsabilidades penales, constituye un monumento a la mala fe.
La estrategia de "cuanto peor, mejor" que tan concienzudamente han seguido Aznar y Anguita consiste b¨¢sicamente en una profec¨ªa autocumplida. Gracias sin duda a la inmensa colaboraci¨®n de compa?eros de viaje de diversa catadura de cuya compa?¨ªa muy pronto podr¨ªan arrepentirse ambos. Para todos ellos, el hecho de que el jefe del Gobierno quisiera agotar una legislatura para la cual fue elegido y en la que contaba con una mayor¨ªa de apoyo parlamentario era una amenaza a la democracia.
Ahora, el PSOE quiere convencer a la ciudadan¨ªa de que la amenaza para la democracia es precisamente el relevo de Gonz¨¢lez. Pues ni lo uno ni lo otro. Cierto es que esta din¨¢mica la ha propiciado el PSOE a base de negar la evidencia y atribuir su p¨¦rdida de credibilidad a maniobras desestabilizadoras de sectores antidemocr¨¢ticos. Por hip¨®critas que sean muchos denunciantes e infames que resulten sus m¨®viles, los hechos son incontestables. Hubo financiaci¨®n ilegal del PSOE, el Ministerio del Interior fue una bolsa de corrupci¨®n, y los GAL funcionaron al menos durante dos a?os sin que nadie hiciera nada desde el poder por evitarlo. Hechos todos ellos de los que derivan responsabilidades pol¨ªticas inevitables. Son esos hechos los que han determinado la retirada de apoyo por parte de Pujol y la decisi¨®n de Gonz¨¢lez de convocar elecciones a comienzos de 1996.
Es cierto que, una vez establecido ese compromiso, Aznar tuvo ocasi¨®n de demostrar cierto nivel de estadista en la defensa de la estabilidad del sistema, cambiando su discurso de la exigencia de elecciones, inmediatas por el del planteamiento de sus propuestas de gobierno. Aunque s¨®lo hubiera sido para evitar llegar al poder por la v¨ªa de la eliminaci¨®n previa de su rival, un precedente que quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa se vuelva contra ¨¦l. Pudo m¨¢s la inercia y su temor al castigo de los nuevos cancerberos medi¨¢ticos, esos que se arrogan el poder de dictar la pol¨ªtica de este pa¨ªs sin. pasar por las urnas y que han de demostrar todos los d¨ªas que son capaces de provocar una crisis pol¨ªtica y de determinar su desenlace.
Es cierto que son muy influyentes en la sociedad espa?ola estos sectores cuyo objetivo capital es echar del poder a Felipe Gonz¨¢lez. Y que no han tenido escr¨²pulo alguno en recurrir a todo tipo de m¨¦todos, muchos inmorales y canallas, otros directamente ilegales. Pero la identificaci¨®n entre la continuidad del presidente y la del sistema dem¨®cratico que hace la Comisi¨®n Ejecutiva del PSOE es falaz. Resulta por ello inquietante que la forma de expresar la solidaridad con Gonz¨¢lez tras su implicaci¨®n por un juez en la guerra sucia contra el terrorismo de ETA, por muy discutible que parezca, tal medida con los datos que actualmente se saben, sea convocar una conferencia "en defensa de la democracia, el Estado de derecho y la autonom¨ªa de la pol¨ªtica frente a sectores ajenos a la soberan¨ªa popular".
Llamar a movilizaciones de adhesi¨®n personal a Gonz¨¢lez bajo el manto de la defensa de la democracia es equivocarse en el an¨¢lisis de la situaci¨®n, en los objetivos y las prioridades entre los mismos. Es volverse a equivocar en casi todo.
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