Los divos y los ricos vuelven a Salzburgo
Jessye Norman y Pl¨¢cido Domingo abren las puertas que el director del festival quiso cerrarles
Discretamente, no en las grandes producciones sino en actuaciones exquisitas, divos para los que supuestamente las puertas de Salzburgo permanec¨ªan cerradas han conseguido entrar. Jessye Norman, a quien el director del festival, el pol¨¦mico G¨¦rard Mortier, hab¨ªa llamado gorda, protagonizar¨¢ el Erwartung, de Arnold Schoenberg, y Pl¨¢cido Domingo, uno de los tenores-espect¨¢culo que Mortier dice de testar, cantar¨¢ en concierto el. primer acto de La Walkiria, de Richard Wagner. Mientras tan to, al reclamo de t¨ªtulos infalibles como . El caballero de la rosa, Don Giovanni, Las bodas de F¨ªgaro o La Traviata, los millonarios europeos han vuelto a llenar los hoteles para devolver al festival de verano todo su esplendor. Entre tanto, Mortier muestra su sonrisa de zorro. Ganadas casi todas las batallas, con su contrato asegurado y los frentes de batalla calmados, llega el momento de la pregunta: ?qui¨¦n necesita a qui¨¦n en el juego de poder, egos y dinero en que se convierte Salzburgo cada verano?"Nuestras puertas son demasiado estrechas para Jessye Norman y Pavarotti", hab¨ªa dicho Mortier en los inicios de su mandato. A la primera, la diva negra norteamericana de cultura francesa, que adora Europa y viaja con su propio juego de t¨¦, la puso como ejemplo de la fatuidad de los divos diciendo que en sus contratos exig¨ªa determinada marca de pa?uelos de papel. Pero ahora todo son olvidos y sonrisas y Norman ha sido contratada para que repita en Salzburgo su versi¨®n de Erwartung, con escenograf¨ªa de Robe., Wilson. Mortier abre las puertas a la diva, s¨ª, pero con una de las obras que cambiaron el curso de la composici¨®n este siglo y d¨¢ndole especial importancia, una vez m¨¢s, a lo escenogr¨¢fico. "Es un gran manipulador, muy inteligente", dice un directivo de una casa discogr¨¢fica. Con Pavarotti, sin embargo, no ha habido acercamiento, sino al contrario. Mortier volvi¨® hace un par de semanas a soltarse la lengua y llam¨® mezquino al tenor n¨²mero uno mundial, quien, desde su retiro en Italia, orden¨® a sus agentes que ni se molestaran en contestar.
Pacificados los m¨²sicos de la Filarm¨®nica de Viena, pacificados Claudio Abbado y Riccardo Muti -¨¦ste dirigir¨¢ La Traviata hoy con escenograf¨ªa de Llu¨ªs Pasqual y precios entre 5.000 y 60.000 pesetas la butaca-, el verano de Salzburgo vuelve a su refinada solemnidad. En los estrenos, caravanas de Mercedes van dejando frente al teatro a lo m¨¢s selecto de los ricos cultos de Europa, con mujeres vestidas con espectaculares trajes de noche e impresionantes joyas, y docenas de curiosos en pantalones cortos vi¨¦ndoles desde la calle.
Como estandartes de esta feria de vanidades, Mortier ha hecho colocar en la fachada del teatro principal, el Grosses Festspielhaus, una gigantesca fotograf¨ªa de Alban Berg m¨¢s los nombres de su genial ¨®pera Lul¨², programada tambi¨¦n este a?o, y los de Blaubart, de B¨¦la Bart¨®k, y Erwartung, de Schoenberg: una simb¨®lica declaraci¨®n de principios. Pero la mayor expectaci¨®n la crea La Traviata de Llu¨ªs Pasqual-Riccardo Muti, una obra que seg¨²n el escen¨®grafo catal¨¢n es "como un rock". "Muti tiene un gusto esc¨¦nico espantoso de dorados y terciopelos", dice un aficionado recordando c¨®mo este director abandon¨® los ensayos de La clemencia de Tito hace tres a?os, porque no le gustaba la escenograf¨ªa encargada por Mortier. Hechas las paces entre ambos, Pasqual es el nombre pactado, y la inc¨®gnita est¨¢ en ver si ha logrado torear a Muti en uno de los t¨ªtulos m¨¢s populares de la historia de la ¨®pera que, sin embargo, no hab¨ªa sido montada en Salzburgo en los 75 a?os de la historia del festival.Con las casas de discos, Mortier tambi¨¦n ha reanudado el trato. Una vez que las hubo parado en seco, tras acusarlas de tratar de dictar la programaci¨®n y de que Karajan hab¨ªa convertido el verano salzburgu¨¦s en un fest¨ªn para los intereses de las multinacionales, ahora Mortier ya se digna a pedirles colaboraci¨®n. Por ejemplo, les propuso compartir gastos en las fiestas posteriores a los estrenos. Como tel¨®n de fondo, casi siempre aparece el dinero.En las calles de la peque?a ciudad, que los arzobispos convirtieron en una muestra inolvidable de arquitectura barroca, los turistas siguen visitando la casa natal de Mozart, devorando los bombones con la figura del compositor y participando muchos de ellos en la gran cantidad de conciertos, recitales, obras de teatro y exposiciones que arropan a las grandes producciones oper¨ªsticas. En los escaparates de las tiendas ya no hay tanta publicidad de las discogr¨¢ficas, que llegaban a pagar m¨¢s de 200.000 pesetas a los comerciantes por estos espacios. Todo es as¨ª m¨¢s discreto, pero desaparece el ¨²nico toque kitsch que ten¨ªa esta celebraci¨®n. Ya no se ven las fotograf¨ªas de las sopranos rodeadas de lencer¨ªa o de bater¨ªas de cocina. Ahora la efigie de la elegante Frederica von Stade saluda a los paseantes entre almohadas y edredones.
Babelia
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