Tensiones chinas
LA EXPULSI?N de dos oficiales norteamericanos, destacados en el Consulado General de Estados Unidos en Hong Kong, acusados de espionaje, es el ¨²ltimo episodio de un largo proceso de deterioro en las relaciones entre Washington y Pek¨ªn. Las esperanzas de distensi¨®n despositadas en la entrevista celebrada en Brunei entre el secretario de Estadio norteamericano, Warren Christopher, y el ministro chino de Exteriores, Qian Qichen, la pasada semana, se han desvanecido r¨¢pidamente. China parece decidida a hacer acopio de motivos de descontento antes de entrar en eventuales negociaciones de fondo con Estados Unidos.Es muy probable que no exista unanimidad de criterios en Pek¨ªn' sobre. la actitud a adoptar ante Washington. Hay muchas razones para pensarque, el conflicto en tomo a Taiwan no es simplemente un pretexto, sino una cuesti¨®n que provoca honda preocupaci¨®n entre los dirigentes chinos. Una raz¨®n de fondo para, ello estriba en los cambios que se han producido en las ¨²ltimas d¨¦cadas en la isla, con repercusiones que pueden ser muy graves para el futuro de la pol¨ªtica china. A finales de, a?o est¨¢n convocadas elecciones legislativas en Taiwan, y en ellas se reflejar¨¢n los cambios sociol¨®gicos que ha vivido el territorio desde que en ¨¦l hallaron refugio Chiang Kai-chek y sus partidarios, derrotados por Mao, en 1949. Taiwan ya no es, en deifinitiva, simplemente el feudo del partido de Chiang, el Kuo-mintang. Est¨¢ sumido en un genuino proceso de democratizaci¨®n cuenta con una sociedad desarrollada y una industria competitiva. En resumen se est¨¢ convirtiendo en lo que China jam¨¢s querr¨¢ aceptar, en un Estado.
Las nuevas generaciones de taiwaneses, tanto nativos como originarios del continente, est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s al margen de las reivindicaciones hist¨®ricas sobre la unidad de China y la permanencia de la isla a la patria com¨²n. As¨ª se abre camino la idea de declarar la independencia de Taiwan, que goza de una potente base econ¨®mica y enormes posibilidades de acci¨®n exterior.
Es natural que tal perspectiva -que adem¨¢s podr¨ªa influir sobre las nuevas generaciones de Hong Kong, que ha de ser devuelto por el Reino Unido a China en 1997- haga cundir el p¨¢nico en Pek¨ªn. Es probable que la reacci¨®n, pol¨ªticamente m¨¢s, rentable para China hubiese sido concentrar sus fueri¨¢s en una demostraci¨®n del gigantesco potencial econ¨®mico con el que puede contar en estos momentos. Sin embargo, la obsesi¨®n ante la muerte, inevitablemente pr¨®xima, de Deng Xiao-ping y los problemas qu¨¦pl¨¢ntea su relevo, planean sobre Ia estrategia, o la ausencia de ella, de los dirigentes chinos. Y para afrontar ese relevo, numerosos l¨ªderes -sobre todo los m¨¢s ligados al Ej¨¦rcito- est¨¢n interesados en mantener un clima de tensi¨®n en los contactos exteriores y de malas relaciones con EE UU.
Entrar en un juego de competencias entre pa¨ªses en un juego para establecer las relaciones econ¨®micas m¨¢s favorables con China ser¨ªa poco afortunado. Dejarse llevar, igualmente, por el temor ante la imagen de una China belicosa, que parece dispuesta a utilizar las armas para imponer su hegemon¨ªa en la zona, resultar¨ªa a¨²n m¨¢s negativo si lo que se desea es estabilidad para Asia. China puede estar condenada a pasar una etapa problem¨¢tica, al menos mientras se crea un equipo dirigente s¨®lido para la sucesi¨®n. Pero ello no obsta para que sea enormemente deseable una relaci¨®n controlada con China, sin pretender aprovecharse de las circunstancias para obtener ventajas inmediatas ni tratar de debilitar el papel de Pek¨ªn en el mundo. Sucumbir a esta tentaci¨®n podr¨ªa estimular los sentimientos nacionalistas en China y llegar a provocar, a la larga, los peores efectos deseables en Asia y el resto del planeta.
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