Misi¨®n cumplida
"Estoy orgulloso del Beaubourg", explica el arquitecto italiano Renzo, coautor del proyecto con el brit¨¢nico Richard Rogers, "porque ha cumplido con su misi¨®n. Nos pidieron que concibi¨¦ramos un lugar que rompiese con las costumbres institucionales, que abra las puertas de la cultura a todo el mundo, que atraiga p¨²blico y suscite debates y pol¨¦mica".Sin duda el objetivo ha sido alcanzado con creces, pero los detractores creen que a un precio demasiado alto. El arquitecto admite s¨®lo un error: "Con Rogers optamos por hacer un edificio muy dependiente de la electricidad. En 1971 era barata y no imaginamos la crisis de la energ¨ªa de 1973. Si tuviese que rehacerlo, concebir¨ªa un inmueble menos costoso". Cada a?o se gastan 17 millones de francos en calentar e iluminar el edificio, es decir, los dos tercios del dinero que se dedica a la compra de obras de arte.
Como sucede a menudo con muchas creaciones del Estado, lo importante para los pol¨ªticos es estar ah¨ª, en la foto, el d¨ªa de la inauguraci¨®n. Luego vienen los problemas, el presupuesto escaso para actividades y mantenimiento.
"?Se quejan de que el Beaubourg se cae, de que hay problemas de seguridad, de que hay que repintarlo todo! ?Es falso!" dice Piano, que considera normal que haya que proceder a resolver los problemas de corrosi¨®n de las fachadas norte y sur.
"?La ciudad ha cambiado desde que convocaron el concurso!", recuerda Piano. Unos cambios imposibles de prever en su momento y que ahora lo obligan a afrontar las consecuencias de su ¨¦xito, no en vano es el primer centro cultural contempor¨¢neo que, a la vez, es contemplado como un monumento.
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