La bomba francesa
A MEDIDA que se acerca la fecha en que Francia ha anunciado que dar¨¢ comienzo a sus pruebas nucleares, la protesta en todo el mundo se ampl¨ªa y adquiere cada vez m¨¢s intensidad. Es dif¨ªcil entender las razones que han conducido al presidente Chirac a, en apariencia, resignarse mansamente a soportar el temporal antifranc¨¦s en el mundo entero. El da?o al prestigio de Par¨ªs puede. ser, con el paso del tiempo, a¨²n mayor que el sufrido por la presidencia del socialista Fran?ois Mitterrand cuando hace 10 a?os un atentado de los servicios secretos franceses provoc¨® la muerte accidental de un pasajero de un buque de Greenpeace que trataba de boicotear similares experiencias en el Pac¨ªfico.El presidente franc¨¦s entiende, sin duda, que hacer ahora marcha atr¨¢s y renunciar a los seis tiros nucleares previstos entre septiembre y marzo pr¨®ximos ser¨ªa a¨²n m¨¢s negativo, al menos ante parte de la propia opini¨®n nacional, que seguir adelante con las pruebas. Con todo, es posible que Chirac trate de hallar alg¨²n tipo de v¨ªa relativamente media, como, por ejemplo, reducir el n¨²mero de experiencias nucleares. As¨ª lo ha apuntado como posible el ministro de Asuntos Europeos, Michel Barnier. Probablemente, demasiado poco y demasiado tarde. Pero es que el presidente galo se ha metido ¨¦l solo en esta situaci¨®n imposible optando por reanudar las pruebas a los 10 a?os del fiasco de Greenpeace y a los 50 de la explosi¨®n de Hiroshima. Parecer¨ªa que los calendarios los prev¨¦n en el El¨ªseo los peores enemigos del presidente.
La protesta, por otra parte, ya es tanto francesa como internacional. Cient¨ªficos franceses, 'como el profesor Albert Jacquert, han emplazado p¨²blicamente a Chirac a poner t¨¦rmino a las pruebas. El presidente franc¨¦s no ha dado ninguna respuesta positiva, pero cada vez m¨¢s adopta una posici¨®n defensiva. El Gobierno espa?ol, por su parte, se halla en una posici¨®n ambigua. Por una parte, el ministro Solana, al frente este semestre de la diplomacia europea, no se atreve a criticar abiertamente al Gobierno franc¨¦s; pero el resto del Gabinete no se recata de reprochar a Aznar el apoyo que prest¨® a Chirac sobre la cuesti¨®n.
Todo ello equivale a decir que ya ning¨²n pa¨ªs acepta. asistir como simple testigo a la continuaci¨®n de las pruebas nucleares. Si se toma en serio la nueva versi¨®n reci¨¦n aprobada del Tratado de No Proliferaci¨®n, hay que pedir a las potencias el escrupuloso respeto a la eliminaci¨®n de esas experiencias. Francia ha hecho caso omiso de ello y el resultado de tanta imprevisi¨®n s¨®lo puede ser el creciente aislamiento de su diplomacia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.