Un exorcista en el jard¨ªn de los bonsais
Siempre que le he visto aparecer biministro, biflequillo, bip¨¢lido, biojeroso y bibarbado, por los salones del palacete de la calle de San Bernardo destinado a Ministerio de Justicia e Interior, me he sobresaltado. Belloch tiene pinta de anarquista italiano infiltrado en el ministerio para ponerle una bomba Orsini al se?or biministro. ?Acaso ser ministro de Justicia e Interior no implica la esquizofrenia de asumir la justicia y el orden y sus sombras: la injusticia y el desorden? Pero los que le conocen aseguran que es "un pol¨ªtico" y que cada cual interprete tan sustantivo adjetivo como le plazca. Yo me limito a proponerle que juguemos a las hemerotecas. Usted ha dicho y a continuaci¨®n preguntarle: ?qu¨¦ dir¨ªa ahora? Por ejemplo: tengo ganas de explicar c¨®mo y en qu¨¦ se usan los fondos reservados. ?Sigue teniendo ganas?- S¨ª, y he podido satisfacerlas. Tuve la suerte de inaugurar la comisi¨®n de fondos reservados, cuyo proyecto de ley yo present¨¦, y por primera vez un ministro tuvo la oportunidad de explicar a los parlamentarios la verdad sobre los fondos reservados correspondientes a su mandato.
- Sabe c¨®mo se gastan, pero no c¨®mo se gastaban.
- No. No exist¨ªa constataci¨®n documental alguna y la nueva ley tampoco la exige. S¨®lo respondo de mi periodo.
- Una de las grandes ventajas de ser papa en Roma es saber si Dios existe.
- ?Se refiere a un dios metaf¨®rico?
- En su caso s¨ª; en el del Papa de Roma, ¨¦l lo sabr¨¢. Usted est¨¢ en el aparato de Estado m¨¢s quintaesenciado, Justicia e Interior. Sabe o intuye c¨®mo se utilizaban los fondos reservados. ?En alg¨²n momento ha sentido horror?
- Bueno, s¨¦ algunas cosas, s¨ª, y otras muchas ni las s¨¦ yo ni probablemente se sepan nunca. S¨¦ lo que cuesta una operaci¨®n antiterrorista concreta, y ahora puedo hacer especulaciones bastante razonables de lo que se ha podido emplear en ese apartado. Los fondos reservados provocan mucho morbo, pero he sentido mucho m¨¢s horror ante otras cosas.
-?Por ejemplo?
- Sin duda, ante el terrorismo en todas sus variables.
- ?Incluido el terrorismo de Estado?
- El terrorismo de Estado me repugna, como el otro. No acepto categor¨ªas ni la sutileza macabra de distinguir menos humanidad en el uno o en el otro.
- ?El terrorismo de Estado es una especulaci¨®n?
- Desafortunadamente no ha lugar para especular. Hay hechos concretos reconocidos por los que han participado: el secuestro de Segundo Marey, por ejemplo. Para m¨ª todas las acciones atribuidas al GAL son terrorismo de Estado. Y estoy en contra. Ya lo dec¨ªa en el a?o 82. Yo opin¨¦ de Damborenea lo mismo en el 82 en Bilbao que hoy en el 95 en Madrid. Desde el punto de vista estrictamente antiterrorista.
- ?Usted sospechaba que Damborenea era terrorista en el 80
- Yo dije el otro d¨ªa, y as¨ª lo creo, que su rueda de prensa tiene muchos aspectos escandalosos, sobre todo esa sensaci¨®n final de ?encantado de habernos conocido!, ?no? En el 84, 82, 83, cuando yo era juez en el Pa¨ªs Vasco, me peleaba con ¨¦l porque se empe?aba en que los jueces no hici¨¦ramos nuestro trabajo, por ejemplo, investigar los malos tratos a los supuestos detenidos de ETA.
- Entonces usted pensaba que Damborenea estaba solo, que iba por libre.
-En el campo judicial, en el que yo me mov¨ªa, hab¨ªa un planteamiento oficial absolutamente equivocado sobre el papel de los jueces all¨ª. Se nos quena ver como simples legitimadores de una acci¨®n represiva y no como garantes de la constitucionalidad de esa acci¨®n represiva. Nadie ten¨ªa clara la separaci¨®n de poderes, y si investig¨¢bamos a ETA ¨¦ramos c¨®mplices del Estado espa?ol, y si investig¨¢bamos las torturas sufridas por los detenidos ¨¦ramos c¨®mplices de ETA.
- Tuvo usted tiempo de sospechar o saber qu¨¦ ocurr¨ªa dentro del cuartel de Intxaurrondo. Me consta que por entonces no ten¨ªa demasiada buena opini¨®n sobre ese cuartel.
- Yo sostuve en mis textos de entonces la necesidad de investigar cualquier sospecha de abuso represivo, sin excepciones ni excusas. Hasta tal punto nos comprometimos en ello los jueces en el Pa¨ªs Vasco que en muchos sectores que se autoatribu¨ªan "sentido de Estado" se escrib¨ªa que s¨®lo nos preocup¨¢bamos de los excesos de la polic¨ªa y no de los terroristas, lo cual era falso y demag¨®gico. Ahora todo el mundo se rasga las vestiduras ante los descubrimientos del GAL, pero yo he recuperado parte de mi archivo sobre qui¨¦nes y c¨®mo opinaron cuando apareci¨® el GAL y me encuentro, por ejemplo, en que usted, Ram¨®n Cotarelo y un servidor, por poner tres casos complementarios, somos de los pocos que hicimos un seguimiento cr¨ªtico en su momento.
- Ante lo que se cree o se intuye sobre el coronel Rodr¨ªguez Galindo, responsable de Intxaurrondo, ?se merece el ascenso a general que usted propone?
-La verdad es que durante muchos a?os han aparecido denuncias sobre lo que ocurr¨ªa en Intxaurrondo y hasta este momento ning¨²n juez ha considerado oportuno ni siquiera llamar a Rodr¨ªguez Galindo a declarar. Eso es un hecho. Otro es que ha sido el centro m¨¢s importante de toda la Guardia Civil en la lucha antiterrorista con la evidencia de los resultados obtenidos. Hay un juicio social mayoritario contra el coronel. Pero yo le planteo mi propio dilema moral. Le corresponde este ascenso. No hay ninguna comprobaci¨®n de lo que se le atribuye. ?Por qu¨¦ no le asciendo? ?Por la presi¨®n social? ?Es ¨¦tico?
- Lugares como Intxaurrondo son como son para que resulte dif¨ªcil encontrar pruebas de lo que pasa all¨ª dentro.
- No digo que sea f¨¢cil, pero ha habido siete a?os seguidos para encontrarlas y nada se ha acreditado.
- Ese ascenso valora la eficacia de la lucha contra el terrorismo, independientemente de los medios empleados.
- No, no, eso jam¨¢s lo aceptar¨ªa. El planteamiento deber¨ªa ser el contrario: una persona que s¨ª ha podido demostrar que ha tenido ¨¦xitos antiterroristas impresionantes, y frente a acusaciones sin pruebas, ?merece o no el ascenso?
Me temo que Belloch haya sido v¨ªctima de eso que llaman "sentido de Estado". Le pido entonces que al margen de la raz¨®n de Estado se plantee el caso Rodr¨ªguez Galindo desde la l¨®gica de un luchador por la democracia que, a los 15 a?os, en Barcelona, se afili¨® al PSUC. ?A qu¨¦ conclusiones llegar¨ªa? Me contesta que a la misma. Que la coherencia legal es una coherencia democr¨¢tica y el ascenso de Rodr¨ªguez Galindo es legalmente coherente.
-?Por, qu¨¦ suponer que ha cambiado la cultura de la represi¨®n cuando todav¨ªa detenidos a los que se les aplica la Ley Antiterrorista denuncian malos tratos y el m¨¢s liviano es la aplicaci¨®n sistem¨¢tica de la bolsa de pl¨¢stico en la cabeza para provocar asfixia? ?C¨®mo ha podido cambiar la cultura de la represi¨®n si ni UCD ni el PSOE depuraron, al contrario, conservaron a conocidos profesionales de malos tratos? ?Se imagina usted lo que puede suceder dentro de un cuartel beneficiado por la Ley Antiterrorista?
- No podemos quedarnos en el territorio de la imaginaci¨®n. Desde que nosotros entramos en el Ministerio del Interior las denuncias por malos tratos pr¨¢cticamente no existen. La ¨²nica que pas¨® a tr¨¢mite la provoc¨® precisamente Intxaurrondo y la archiv¨® el juez Garz¨®n.
Le refiero al menos dos casos recientes de detenidos acusados de colaboraci¨®n con banda armada, luego puestos en libertad sin cargos tras serles aplicada tortura tan contundente como vol¨¢til: la bolsa de pl¨¢stico en la cabeza. No le consta. Ning¨²n juez dio curso a ese testimonio de varios torturados. Belloch est¨¢ imbuido en la necesidad de respetar las leyes como referente ¨¦tico, y su capacidad de creer o no creer en las personas tambi¨¦n la fundamenta en los hechos. Por ejemplo, afirm¨® en el mes de mayo que quedaba Felipe Gonz¨¢lez para rato y me lo reafirma cuando est¨¢ al caer la inculpaci¨®n de Garz¨®n contra el presidente del Gobierno. Sigue pensando que Felipe Gonz¨¢lez es un gran profesional de la pol¨ªtica, a gran distancia de cualquier otro.
- Adem¨¢s yo he trabajado para Felipe Gonz¨¢lez, haciendo todo lo que yo consideraba que pod¨ªa y deb¨ªa hacer. Me ha apoyado con hechos, no con palabras. Ha sido el principal impulsor de todo el proceso de clarificaci¨®n qu¨¦ hoy se vuelve contra ¨¦l. Y lo ha sido a sabiendas del efecto bumer¨¢n.Durante la transici¨®n Felipe Gonz¨¢lez jugaba de portero en los partidos de f¨²tbol entre pol¨ªticos y periodistas. Si ha permanecido ignorante de todo lo que se sabe y se sabr¨¢, ?c¨®mo le han podido meter tantos goles? Para Belloch se est¨¢ haciendo un uso espurio de los errores del pasado, incluso del error de apreciaci¨®n de la importancia que ten¨ªa lo del GAL, e insiste en el poco seguimiento que hicieron los m¨¢s gritones de hoy. ?Cu¨¢nta gente se est¨¢ comportando con honestidad intelectual en este proceso? Todo est¨¢ en manos de opinadores, rodeados por el silencio de los que saben. Incluso muchos periodistas se sienten apresados en la l¨®gica del hostigamiento contra Felipe Gonz¨¢lez.
-Es que, en el mejor de los casos, no se dio cuenta de lo que pasaba ?el jefe del Gobierno!
- ?l lo ha dicho en alguna ocasi¨®n, que le daba mucha m¨¢s importancia a ETA que al GAL. Fue un error muy compartido.
?C¨®mo es posible que se enterara por los peri¨®dicos de una acci¨®n de guerra sucia en territorio franc¨¦s? ?Ni una llamada telef¨®nica de Mitterrand en demanda de explicaciones? Para Belloch, Gonz¨¢lez impulsa ahora la catarsis, y en el peor de los climas: hagas lo que hagas, no lo haces bien. Si no de tienes a Rold¨¢n eres o un corrupto o un inepto, y si lo detienes, tambi¨¦n, y Belloch atribuye a Felipe Gonz¨¢lez el encarecimiento especial de que se persiguiera a Rold¨¢n y se le detuviera, tirara o no de la manta. Tambi¨¦n en el caso Lasa y Zabala, un grupo de polic¨ªas y de guardias civiles est¨¢n trabajando para desvelar lo que pas¨®, caiga lo que caiga y caiga quien caiga. Gonz¨¢lez, Gonz¨¢lez, Gonz¨¢lez, sanctus, sanctus, sanctus, insiste Belloch, es el m¨¢s interesado en que se sepa la verdad a pesar del precio pol¨ªtico. Puede pagar incluso destrozos causados por Belloch, del que se ha dicho hab¨ªa entrado como un elefante en una cacharrer¨ªa, y eso le ha molestado tanto como que Antonio Elorza le llamara fascista desde las p¨¢ginas de EL PA?S. ?C¨®mo puede llamarme fascista Antonio Elorza, precisamente Elorza, a m¨ª, precisamente a m¨ª? ?Qu¨¦ hago ante esta agresi¨®n? No transcribo el primer impulso que experiment¨® Belloch al ser llamado fascista, pero al se?or biministro tanto lo de elefante en cacharrer¨ªa como lo de "fascista" le ha "jodido" (sic), porque le parece un juicio moralmente im presentable. Hay que tener una limpieza razonable de todo, todo lo que sucedi¨® en el pasado, para acceder a una nueva credibilidad democr¨¢tica. Al parecer, como el joven Buda, una ma?ana Felipe Gonz¨¢lez descubri¨® que m¨¢s all¨¢ del jard¨ªn de los bons¨¢is de La Moncloa exist¨ªan la miseria, la corrupci¨®n y la muerte y encarg¨® a un exorcista, Garz¨®n, que expulsara tan malignos esp¨ªritus. No hubo buena qu¨ªmica entre ellos y el joven Gautama utiliz¨® a otro exorcista prestigioso, Belloch. El se?or biministro atiende mi cuento con sonriente benevolencia. Otros peores le han contado y se los ha cre¨ªdo.
- Le noto algo esc¨¦ptico. Felipe, simplemente, me encarga el combate real contra cualquier forma de corrupci¨®n.
- Tambi¨¦n se lo pidi¨® a Garz¨®n. ?Por qu¨¦ cambi¨® de exorcista?
No le gusta hacer comentarios a prop¨®sito de Garz¨®n, pero tal vez lo suyo no era el trabajo parlamentario, hecho para personas a las que les guste participar, debatir, discutir leyes, hacer control pol¨ªtico gen¨¦rico, mientras que a Garz¨®n le van m¨¢s las labores de tipo ejecutivo. La epopeya del desencuentro Garz¨®n-Gonz¨¢lez-Belloch cambia seg¨²n el poeta. El mismo d¨ªa en que Garc¨ªa Damborenea cantaba Desde Santurce a Bilbao, Garz¨®n en persona me daba una versi¨®n de los hechos que llevaba a la conclusi¨®n: mejor no poner tu cr¨¦dito ¨¦tico en manos de algunos pol¨ªticos. Belloch opone: yo ten¨ªa mis propias ideas y un equipo en el que Garz¨®n no encajaba. La consecuencia del desencuentro entre dos exorcistas y un jefe de Gobierno es que Garz¨®n convoca a los demonios desde la judicatura y Belloch y su equipo desde el biministerio y, cuando aparecen los demonios, vengan de una u otra v¨ªa, se dedican a repatear al pobre jefe de Gobierno.
- Felipe Gonz¨¢lez es lo suficientemente inteligente para saber el precio pol¨ªtico que puede pagar por eso que usted llama exorcismos. Lo hemos hablado en multitud de ocasiones.
- Me saca usted de mi angustia. Yo pensaba que el poder puede ser malvado, pero al menos es deseable que sea inteligente, y a la vista de lo ocurrido con el Cesid ten¨ªa serias dudas.
- Yo la verdad es que el tema Cesid, cuando me enter¨¦ de que pod¨ªa haber desaparecido material durante siete a?os, me qued¨¦ estupefacto. Eso s¨ª que es un agujero.
- Pero Serra no pod¨ªa quedarse estupefacto, ya lo sab¨ªa desde el a?o 88. Manglano tambi¨¦n lo sab¨ªa.
- Por lo que yo conozco, Manglano confiaba en el honor militar de los que hab¨ªan tenido en su poder esos documentos.
- Ese Guadiana que forma el asunto GAL y ese agujero negro del Cesid, ?no ponen en evidencia la prepotencia con la que gobernaba el PSOE en tiempos de mayor¨ªas absolutas y rodillos parlamentarios? ?Por qu¨¦ no se hizo una depuraci¨®n de involucionistas y adem¨®cratas en los aparatos de Estado?
- Yo creo que se pod¨ªan haber hecho cambios org¨¢nicos sustanciales antes, y esa l¨ªnea hemos seguido mi equipo y yo.
Le confieso mi perplejidad, socialmente compartida, ante el desconcertante enfrentamiento entre algunos jueces, Garz¨®n en el mascar¨®n de proa y el biministro bellochiano. Se dice que los apuros que pasa Gonz¨¢lez y su Gobierno no habr¨ªan existido si en la etapa Belloch no se hubieran retirado los pagos reservados a Dom¨ªnguez y Amedo. Desde las filas socialistas no faltan los que acusan a Garz¨®n y Belloch de formar objetivamente una tenaza que favorece a la oposici¨®n y debilita al PSOE. Le recuerdo que algunos prohombres de la pol¨ªtica, Pujol entre ellos, han opinado que en democracias "m¨¢s maduras" nadie se escandaliza tanto ni tanto tiempo como en Espa?a. Belloch se niega a revelar qu¨¦ ocurri¨® exactamente en el asunto de los fondos reservados y Amedo y Dom¨ªnguez, pero reacciona con indignaci¨®n biministral y biflequillera ante la teor¨ªa de la tenaza y de las "democracias maduras". El se limita a aplicar la legalidad vigente desde la coherencia democr¨¢tica, y la judicatura que haga su trabajo. Un biministerio como el suyo tiene obligaciones casi pedag¨®gicas sobre la conducta del Estado de derecho. Y es entonces cuando Kant aparece en nuestra charla como referencia antes de que lo haga como manifiesto prologado y editado por Belloch: Por la paz perpetua. La moral debe ser el freno del pragmatismo de la "pol¨ªtica de: la astucia".
- Pero a veces este biministerio ha tomado partido no por la coherencia democr¨¢tica, sino por la pol¨ªtica de la astucia gubernamentalista, como con la aparici¨®n de Sancrist¨®bal en TVE para denunciar a Garz¨®n, autorizada por la Direcci¨®n de Instituciones Penitenciarias.
Belloch ya ha confesado ese error de su departamento, un abuso de su coherencia legalista, y el ¨²nico punto negro de una directora general, Fern¨¢ndez Felgueroso, que puede hacer un balance ejemplar de su ejecutoria. Error adem¨¢s que, seg¨²n Justicia e Interior, cont¨® con el silencioso dejar hacer, dejar pasar de Garz¨®n, el juez instructor consultado sobre la posibilidad de la entrevista. ?El silencio de Garzon apostaba por la cat¨¢strofe? Belloch se limita a narrar la l¨®gica de los hechos y su sorpresa ante las acusaciones de Sancrist¨®bal. Instrumentalizaci¨®n. Todo se instrumentaliza y tambi¨¦n la operaci¨®n desexorcizadora debilita la oferta socialista y potencia la alternativa: el PP.
- El PP es la inseguridad. Acepta demasiadas hipotecas. Est¨¢n condicionados por las corporaciones que ahora les a¨²pan, pero que les pasar¨¢n factura. Por eso los compar¨¦ con el corporativismo peronista. Gobernar no significa coordinar corporaciones, sino hacerlo en nombre del inter¨¦s general.
-Acabo de hablar con Ruiz Gallard¨®n y tiene un ideario sorprendentemente progresista.
-No quiero hablar bien de Alberto porque le perjudicar¨ªa. Un d¨ªa habl¨¦ bien de ¨¦l en el Senado y tuvo muchos problemas. Podr¨ªa decirse que es la excepci¨®n que confirma la regla. Esta gente, cuando considera que hay que hacer electoralismo, lo, hace, sea a costa de crear un problema con las nacionalidades, sea de poner en peligro el Pacto de Ajuria Enea o sea insinuando que hay que pasar p¨¢gina ante el caso GAL.
Belloch ha cambiado la categor¨ªa de delf¨ªn del presidente por la de chevalier servant mientras dure su se?or. Ha dise?ado el futuro cuando deje el Gobierno: dos a?os lejos de la judicatura. ?Una indirecta? No, me corrige, una directa. El exorcista es incondicional del jardinero de bons¨¢is y se liga a su suerte pol¨ªtica.
- ?Qu¨¦ har¨¢ usted cuando lleguen los b¨¢rbaros y se apoderen de Roma? ?Huir¨¢ de la ciudad?
- No descarto meterme en pol¨ªtica.
-Con su tendencia a la acumulaci¨®n ser¨¢ a la vez presidente y vicepresidente del Gobierno.
- S¨ª. Y ministro del Interior.
Cuando me acompa?a hacia la puerta presiento la sombra del coronel Rodr¨ªguez Galindo cerni¨¦ndose por los salones. Temo por el aparato digestivo de este bidelgado biministro.
- ?Con qu¨¦ salsa va a tragarse usted el sapo Galindo?
Bisonriente ante la met¨¢fora can¨ªbal me contesta: ?en qu¨¦ situaci¨®n moral dejar¨ªa la lucha antiterrorista si no se le asciende por un estado de opini¨®n? Ya en la calle, Cirilo, el fot¨®grafo, que es de Sestao, me coment¨®: esta gente, Manolo, tiene una l¨®gica que no es la nuestra. D¨ªas despu¨¦s Rodr¨ªguez Galindo era ascendido. Del manifiesto de Kant que me regal¨® Belloch, retengo una cita: "...(lapol¨ªtica impone)... una componenda intermedia como ser¨ªa el h¨ªbrido de un derecho pragm¨¢ticamente condicionado, a medio camino entre lo justo y lo provechoso".
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