El 1.500 espa?ol se derrumba con estr¨¦pito
Cacho fue octavo, y Viciosa, ¨²ltimo en una final cuyo segundo puesto estuvo abierto a cualquier atleta
No hay excusas. Ferm¨ªn Cacho no las quiso poner. Diez minutos despu¨¦s de haber corrido la final de 1.500 dec¨ªa: "Esa carrera ya pertenece al pasado". La rabia contenida le hac¨ªa recurrir a todos los t¨®picos habidos y por haber: "El deporte es as¨ª, el mundo no se acaba, lo que hoy est¨¢ mal ma?ana puede estar bien, hay que seguir luchando". Ten¨ªa ganas de llorar, pero se tragaba1as l¨¢grimas. Su actuaci¨®n hab¨ªa rozado el rid¨ªculo para lo que se espera de un campe¨®n ol¨ªmpico. Atletas de nombre desconocido le pasaban en la recta final y la desaz¨®n le impidi¨® identificar a quienes, metros m¨¢s adelante, se disputaban el puesto que ¨¦l dejaba libre, el inmediatamente posterior a Morceli. Isaac Viciosa a¨²n estaba m¨¢s rezagado; corria el ¨²ltimo.Despu¨¦s de tres a?os gloriosos (1992: Cacho, campe¨®n ol¨ªmpico;. 1993: Cacho, subcampe¨®n del mundo; 1994: Cacho, campe¨®n europeo; Viciosa, subcampe¨®n), se ha producido el naufragio de la armada m¨¢s poderosa que jam¨¢s present¨® el- atletismo espa?ol en los 1.500 metros. Hasta atletas canadienses y franceses, sin t¨ªtulos ni marcas de relieve, quedaron por delante de los dos espa?oles.
La principal causa del hundimiento estuvo en la posici¨®n de Cacho. Compiti¨® con el lastre de la contractura sufrida el viernes, que se tradujo en importantes molestias en la parte trasera del muslo cada vez que estiraba la pierna, lo que sucedi¨® 930 veces durante la carrera. Pero la imagen que qued¨® para la historia no fue la de un atleta que compet¨ªa en inferioridad f¨ªsica de condiciones, sino la de un corredor que no pudo seguir el ritmo de los m¨¢s r¨¢pidos cuando la prueba llegaba a su fin.
"El problema fue el cambio brusco de ritmo. Una cosa es ir r¨¢pido, dando zancadas con esas molestias, y otra, tener que abrir el comp¨¢s y aumentar la zancada cuando sientes que atr¨¢s tienes un gancho que te tira del m¨²sculo hasta hacerte llorar. Me fue imposible ir m¨¢s r¨¢pido y s¨®lo yo s¨¦ lo que sufr¨ª en los ¨²ltimos 300 metros, no s¨®lo ps¨ªquicamente porque me pasaran, sino fisicamente, del dolor que sent¨ªa", explicaba Cacho tras la carrera.
Cacho lleg¨® hasta donde pudo. Sab¨ªa que iba a salir en inferioridad de condiciones, que esas malditas molestias le iban a impedir el avance precisamente cuando m¨¢s r¨¢pido iba a necesitar correr. Las sinti¨® en el calentamiento. Maldijo el a?o 1995. Primero hab¨ªa sido la decepci¨®n del Mundial de pista cubierta y ayer se sent¨ªa como el cordero que va al matadero: "Decid¨ª dar la cara; abandonar, jam¨¢s. Saldr¨ªa a correr tranquilo, atr¨¢s y a intentar aprovecharme de quienes no aguantasen. Ten¨ªa que ver hasta d¨®nde era capaz de llegar; los entrenamientos me hab¨ªan demostrado que estaba en buena forma. Ten¨ªa que resistir hasta donde pudiera".
Todo sali¨® perfecto durante 1.200 metros, aunque en la posici¨®n de carrera ya era evidente que ¨¦ste no era el Cacho que se ha visto en los tres ¨²ltimos a?os. Lejos de correr por la parte exterior, atento a cuantos ataques imprevistos se pudieran desatar, vigilando constantemente a los rivales, se coloc¨® prudentemente dentro del paquete.
Comenz¨® a celebrar el ritmo que llevaba el grupo. Limpio, sin tirones, progresivo. Era la carrera perfecta. Tirando, el estadounidense; detr¨¢s, Nyongabo, que pretend¨ªa ganar a Morceli; a continuaci¨®n, ¨¦ste y un franc¨¦s. Cacho, tras ellos, observaba las maniobras, e incluso advert¨ªa, de reojo, a los marroqu¨ªs progresando hacia la cabeza. Lament¨® que no pudiera estar en perfectas condiciones. Tal y como se desarrollaba la final, ¨¦l podr¨ªa seguir siendo, sin problemas, el segundo del mundo.
Pudo responder a los primeros movimientos que delataban el inminente ataque final. Morceli salt¨® en dos zancadas a la cabeza para iniciar su devastador avance en progresi¨®n de 500 metros. Como no fue un brusco cambio de ritmo, Cacho defendi¨® su posici¨®n sin aparentes problemas. Por poco tiempo. Llegaron los marroqu¨ªes y aquello fue el final. Cacho dejaba abierta la puerta a quienes pudieran seguir la estela de Morceli. Una pena, porque el tan temido Nyongabo no era tan fiero como se le hab¨ªa presentado. Y los marroqu¨ªs eran buenos, pero batibles. No fue lo peor. Intent¨® ser quinto, al menos el primer atleta no africano en la final, y sucumbi¨® con estr¨¦pito. Cruz¨® la meta, perdiendo posiciones incluso en los ¨²ltimos diez cent¨ªmetros, y pregunt¨®: "?Qui¨¦n ha sido segundo?".
Viciosa tampoco parche¨® la decepci¨®n de la final, que a ¨¦l tambi¨¦n debi¨® afectar, pues le ganaron los cuatro europeos participantes en la final, cuando el a?o pasado fue subcampe¨®n de Europa. Aunque fuera el ¨²ltimo, consider¨® que el objetivo estaba cumplido al estar presente en la final.
"Sal¨ª a colocarme bien, para que no me sorprendiera el ataque cuando se produjera. Esto lo hice bien, pero al iniciarse, las piernas no me respondieron. Me costaba moverlas y notaba c¨®mo mi rendimiento iba a menos al no poder mantener la velocidad. Pagaba el esfuerzo de la eliminatoria y la semifinal", coment¨® Viciosa.
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