Presuntamente bravos
Los toros de Cebada Gago fueron presuntamente bravos aunque, tal como los lidiaron, lo mismo podr¨ªan haber sido presuntamente mansos. Lidian e tal manera en la actualidad as cuadrillas -desde el jefe de tilas hasta los individuos del castore?o- que calibrar la bravura es misi¨®n imposible.Al quinto de la tarde ?scar Higares le cort¨® la oreja tras una faena muy voluntariosa, coronada con un estoconazo entrando a ley, y del toro trascendi¨® la encastada boyant¨ªa para tomar los enga?os; no el grado de bravura que llevara dentro. Ocurri¨® igual con su toro anterior, que roinaneaba, pues a ese, como a todos, el individuo del castore?o le dio para ir pasando.
Le dio para ir pasando mediante la t¨¢ctica incivil que se han inventado: el percher¨®n y el del castore?o a¨²pa -dos joyas en bruto- giran a su alrededor raj¨¢ndole los lomos, y por ¨²ltimo lo encierran, al norte la animalia descrita, al sur las tablas, sin dejarle ninguna opci¨®n a la escapatoria.
Cebada / S¨¢nchez, Higares, Liria
Toros de Cebada Gago, bien presentados, flojos, encastados. 3?, inv¨¢lido, devuelto. Sobrero de Carmen Ord¨®?ez, manso.Manolo S¨¢nchez: media (ovaci¨®n y saludos); dos pinchazos y descabello (silencio). ?scar Higares: estocada (ovaci¨®n y saludos); estocada ca¨ªda saliendo volteado (oreja). Pep¨ªn Liria: estocada atravesada y descabello (ovaci¨®n y saludos); estocada trasera (vuelta). Plaza de Vista Alegre, 20 de agosto. 2? corrida de feria. Dos tercios de entrada.
As¨ª es la expedici¨®n de castigo; as¨ª fue el suceso sanguinario en todos los toros de esta segunda corrida de la feria bilba¨ªna -Y de todas las corridas, y de todas las ferias- poco importaba que aparentaran ser presuntamente bravos o presuntamente mansos; codiciosillos o reservones, fuertecitos o inv¨¢lidos. Al sexto ni siquiera le dejaron la posibilidad de embestir: un pe¨®n, constituido en director de lidia, lo meti¨® por dentro de las rayas, lo dej¨® cruzado, y all¨ª el siniestro jinete acorazado le peg¨® la gran paliza.
Esta carnicera e intolerable forma de picar quiz¨¢ explique la extra?a reacci¨®n del toro en plena faena de muleta. Estaba tomando con moderada boyant¨ªa los derechazos que ensayaba Pep¨ªn Liria cuando se revolvi¨® de s¨²bito, arroll¨® al torero, lo encun¨®, le peg¨® una voltereta. Y ya no volvi¨® a embestir por derecho ni pudo encelarle la porfiona insistencia de Pep¨ªn Liria cit¨¢ndole. Reserv¨®n, acaso moribundo y desarrollando sentido, o permanec¨ªa aplomado o se iba al bulto.
De esta forma se est¨¢ desarrollando el primer tercio, cada tarde en todas las plazas. El pr¨®ximo paso ser¨¢ emprenderla a navajazos con el toro. Pero el segundo no mejora la situaci¨®n. A salvo muy honrosas excepciones, los banderilleros ya han cogido el vicio de tirar los palos, o prender uno y salir corriendo despavoridos, sin raz¨®n que lo justifique; sin que haya en el ruedo toros pregonaos. Los toros de Cebada Gago no lo eran. El cuarto estaba incluso inv¨¢lido, pobrecito, lo cual no impidi¨® que la pareja de peones entrara siete veces a la suerte, y de las 14 banderillas que intentaron poner, ¨²nicamente dejaron en el toro dos, m¨¢s valdr¨¢ no precisar d¨®nde.
Dicen que lo importante de la fiesta est¨¢ en el tercer tercio -la faena de muleta-, mas la realidad de lo que se est¨¢ viendo no da lugar a mayores optimismos. Consiste esa faena de muleta en emprenderla a derechazos, cinco minutos despu¨¦s intentar una tanda de naturales, volver a los derechazos, acabar con ayudados por bajo, aunque no vengan a cuento.
Dificultades y aciertos aparte, esta estructura tuvieron las seis faenas que hubo en la pl¨²mbea tarde ferial. Parec¨ªan calcadas. Manolo S¨¢nchez lig¨® bien los derechazos al primero y la invalidez del cuarto le impidi¨® torear. ?scar Higares traste¨® movido y destemplado al segundo, cuya casta le desbord¨®, en tanto se despatarr¨® frente al quinto para sacarle tandas de derechazos largos, y se entreg¨® al ejecutar el volapi¨¦. Pep¨ªn Liria se pele¨® valent¨®n con el manso sobrero y aquel sexto que desarroll¨® sentido. Los tres estuvieron igual de astrosos en los naturales y tambi¨¦n parec¨ªan calcados. La verdad es que la encastada nobleza de algunos toros mereci¨® mejor toreo. La presunta encastada nobleza, se quiere decir.
Babelia
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