Para evitar desprop¨®sitos
EN EL auto en el que levantaba parcialmente el secreto del sumario de los GAL, el juez Baltasar Garz¨®n se desahogaba afirmando que personalmente hubiera preferido que el contenido de la exposici¨®n motivada elevada por ¨¦l al Supremo "fuese p¨²blico para de alguna forma haber evitado el c¨²mulo de desprop¨®sitos, algunos grav¨ªsimos, que se est¨¢n cometiendo". Garz¨®n se indignaba de que tales desprop¨®sitos procedieran de personas que "desconocen en su conjunto, globalidad y sentido" el texto que "motiva tales opiniones". Con la publicaci¨®n ayer por este peri¨®dico del texto ¨ªntegro de la exposici¨®n motivada desaparece esa causa de inquietud del juez instructor del sumario de los GAL. Sorprende, por tanto, que ahora se declare "consternado" por dicha publicaci¨®n.Es cierto que se han dicho muchos disparates contra Garz¨®n y que carec¨ªa de fundamento la pretensi¨®n gubernamental de que el Supremo archivase la causa sin m¨¢s. Peto su referencia al "conjunto, globalidad y sentido" del escrito pariec¨ªa indicar que en el mismo habr¨ªa algo m¨¢s de lo que la opini¨®n p¨²blica ya conoc¨ªa; es decir, las imputaciones de Damborenea contra el presidente del Gobierno y los otros aforados. Pues no hay nada m¨¢s, excepto en el caso de Barrionuevo, y siempre por referencias. Y la consideraci¨®n de Damborenea como testigo cualificado por su condici¨®n de antiguo secretario general de los socialistas vizca¨ªnos se ve gravemente cuestionada por su significaci¨®n pol¨ªtica actual y su hostilidad manifiesta hacia aquellos antiguos superiores que ahora intenta inculpar. Porque el hecho de que Damborenea se autoinculpe no evita que entre dos versiones igualmente autoinculpatorias y veros¨ªmiles prefiera aquella que m¨¢s perjudique a su enemigo pol¨ªtico. Esto puede hacerse no s¨®lo mintiendo, sino tambi¨¦n presentando hip¨®tesis como si fueran hechos.
En cuanto a Barrionuevo, son claras las coincidencias entre las acusaciones de otros implicados con lo ya declarado en diciembre por Amedo. Pero ocurre que las inculpaciones de ?lvarez, Planchuelo y Sancrist¨®bal -que hoy publicamos- se han producido tras la convivencia de los acusados en la misma c¨¢rcel, en la que han permanecido, en situaci¨®n de prisi¨®n preventiva, desde su primera declaraci¨®n hasta su reciente rectificaci¨®n, Rectificaci¨®n recompensada con la libertad provisional en varios casos. Planchuelo modifica su declaraci¨®n porque dice que Sancrist¨®bal le ha indicado -en la prisi¨®n de Guadalajara- que la persona con la que habl¨® sobre el secuestro de Marey no era 'Vera, como ¨¦l cre¨ªa, sino Barrionuevo. Esto plantea, algunos interrogantes sobre esa estrategia procesal que combina la retenci¨®n del sumario, pese a la aparici¨®n de indicios contra un aforado, con esa discutible utilizaci¨®n de la prisi¨®n preventiva.
El resultado son los equilibrismos conceptuales del instructor para explicar por qu¨¦ incluyen su sumario nombres contra los que, a falta de indicios racionales suficientemente s¨®lidos de criminalidad, plantea un subjetivo criterio de verosimilitud de las acusaciones. Lo que est¨¢ en juego es la delimitaci¨®n de responsabilidades en un caso que ha hecho da?o como ninguno a las instituciones espa?olas y est¨¢ camino de hac¨¦rselo tambi¨¦n a su seguridad. Y los responsables son, sin duda, quienes cometieron cr¨ªmenes en nombre del Estado y organizaron -de eso, por desgracia, no cabe duda- desde el aparato del Estado, en el escal¨®n que se demuestre, una trama terrorista para combatir el terrorismo, y lo que hicieron fue alimentarlo.
Pero ahora hace falta que el Tribunal Supremo nombre un juez instructor y act¨²e con diligencia. Y lo es, desde luego, el mejor camino el de abrir un plazo para que las partes se vuelvan a pronunciar, lo que retrasar¨¢ la resoluci¨®n a tomar por el juez instructor y animar¨¢ a algunos a seguir utilizando este caso penal como dinamita pol¨ªtica de m¨²ltiple uso. Cierto que muchos lo disfrutan y sacan de ¨¦l sus dividendos pol¨ªticos. Aquellos que a¨²n hace dos d¨ªas dec¨ªan que Gonz¨¢lez era la X -es decir, el organizador y jefe de los GAL-, hoy dicen, a la vista de las precauciones tomadas por Garz¨®n, que quiz¨¢ no lo fuera, pero que en realidad da igual. No es serio patinar con tanta alegr¨ªa, sobre un asunto cuyos da?os van ya mucho m¨¢s all¨¢ de los sufridos por el prestigio, el honor y la carrera pol¨ªtica de los cuatro aforados.
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