Un triunfo a sangre y fuego
Javier V¨¢zquez obtuvo ayer un triunfo a sangre y fuego, que es la forma en que se desarrolla su carrera, a base de derrochar r¨ªos de testosterona frente al marrajo segundo, un bicorne reserv¨®n y peligroso, de los que llevan el hule del quir¨®fano incorporado. Fue una emocionant¨ªsima pendencia entre los dos componentes b¨¢sicos de la fiesta aut¨¦ntica: un toro ¨ªntegro de presencia y pitones, con el dem¨¦rito a?adido de su casta agria, y un torero jug¨¢ndosela sin trampa ni cart¨®n.De la variada aspereza de la corrida, destac¨® este torazo abundoso de c¨®lera, que pegaba ga?afones a raudales, y con el que breg¨® magn¨ªficamente el subalterno Jos¨¦ Castilla. Con una aguja en el es¨®fago contemplaba el cotarro la seca valent¨ªa y la depurada t¨¦cnica de V¨¢zquez. Tragando m¨¢s que una legi¨®n de hambrientos, obligando a su enemigo y consintiendo con quietud albore¨® muletazos casi inveros¨ªmiles, a fuer de ser prendido dram¨¢ticamente dos veces, salv¨¢ndose del solivianto de la cornada por puro e inexplicable milagro. Intent¨® redondear ¨¦xito con el quinto, de derrotona cabeza, y que se quedaba tan corto, que se neg¨® a embestir.
Pe?ajara/ Rodr¨ªguez, V¨¢zquez, Garc¨ªa
Cuatro toros de Pe?ajara excelentemente presentados y mansos; 2?, muy peligroso. 1? de El Chaparral y 4? de La Cardenilla sobreros (en sustituci¨®n de dos del hierro titular devueltos por inv¨¢lidos), trapi¨®, mansos.Miguel Rodr¨ªguez: silencio;ovaci¨®n. Javier V¨¢zquez: oreja y petici¨®n de la segunda, palmas. Juan Carlos Garc¨ªa: silencio; oreja. Plaza de Colmenar, 28 de agosto. 3? de feria. Media entrada.
Esa variedad en las complicaciones de los toros no permit¨ªa las frusler¨ªas, cucamonas y moner¨ªas que gustan de hacerle las figuras a las monas tontimochas que suelen lidiar. Los compa?eros de V¨¢zquez, por tanto, tambi¨¦n porfiaron cual jabatos, aunque sus fallos a espadas les impidieran adornar el balance estad¨ªstico con trofeos. As¨ª, Miguel Rodr¨ªguez camin¨® por el filo de la navaja del percance pisando terrenos frente a su lote, de condici¨®n pel¨ªn menos peligrosa. Juan Carlos Garc¨ªa, molestad¨ªsimo por el ventarr¨®n que se desat¨® durante la lidia de sus enemigos, no se acopl¨® con el primero. S¨ª en el que ¨²ltimo, con el que se faj¨® valeroso rob¨¢ndole cortas e intensas series.
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