Ensenanzas posit¨ªvas
No comparto el criterio de quienes ven un paralelismo entre las situaciones de Euskadi y del Ulster. Salvo en el aspecto concreto de la utilizaci¨®n de las armas como medio de resoluci¨®n de problemas pol¨ªticos, apenas hay puntos de coincidencia entre ambos conflictos. Considero, sin embargo, que el proceso de pacificaci¨®n del Ulster puede ofrecer ense?anzas positivas para el caso vasco. Y ello, no tanto por sus coincidencias cuanto por sus diferencias. Por tanto, m¨¢s que aludir a posibles similitudes, deber¨ªamos reflexionar sobre algunas diferencias nada despreciables existentes entre ambos casos. Por ejemplo, ?por qu¨¦, mientras en el Ulster se est¨¢n dando pasos firmes para el logro de la paz, en el Pa¨ªs Vasco seguimos inmersos en esta terrible e interminable pesadilla? ?C¨®mo es, posible que, mientras el IRA y los grupos protestantes llegan a la convicci¨®n de la inutilidad de la violencia, ETA siga empe?ada en su macabra danza de la muerte? ?Cabe iniciar un proceso de pacificaci¨®n en Euskadi ?En qu¨¦ condiciones? ?Con qu¨¦ interlocutores? ?Cu¨¢l deber¨ªa ser ¨¦l contenido? Son muchos los problemas que un proceso de esta ¨ªndole plantea, tanto desde un punto de vista formal como de contenido.Vayamos, en primer lugar, con los aspectos formales. La cuesti¨®n prioritaria en este ¨¢mbito es deteminar si se debe negociar o no con ETA. Antes de responder a esta pregunta resulta necesaria una precisi¨®n conceptual. U?a cosa es conversar y otra muy diferente negociar pol¨ªticamente. En principio, no debe haber obst¨¢culo formal alguno -otra cosa es que interese o no estrat¨¦gicamente- para que el Gobierno o las fuerzas democr¨¢ticas entablen conversaciones con ETA, bien directamente o bien a trav¨¦s de mediadores. Tales contactos, siempre que se limiten a una mera "toma de temperatura", un cambio de impresiones, no s¨®lo constituyen un derecho, sino incluso una obligaci¨®n para cualquier Gobierno que pretenda mantenerse adecuadamente informado.
La cuesti¨®n se complica cuando pasamos de la mera conversaci¨®n a la negociaci¨®n pol¨ªtica. Al contrario de aqu¨¦lla, la negociaci¨®n pol¨ªtica implica eventualmente la toma de decisiones que van m¨¢s all¨¢ de los propios protagonistas de la negociaci¨®n y que, en el caso que nos ocupa, afectan al conjunto de la sociedad vasca y espa?ola. En este caso, la legitimidad o no de la negociaci¨®n pol¨ªtica viene condicionada por tres factores, a saber: el sujeto, el objeto y el contenido de la negociaci¨®n.
En cuanto al sujeto, ?puede un grupo terrorista constituirse en interlocutor de un Gobierno democr¨¢tico? La respuesta var¨ªa en funci¨®n de cu¨¢l sea el objeto de la negociaci¨®n. ETA carece de legitimidad democr¨¢tica, y por tanto no puede condicionar o modificar normas e instituciones de inter¨¦s general que los ciudadanos se han otorgado a s¨ª mismos por, medios democr¨¢ticos. Ello supondr¨ªa una profunda quiebra del sistema democr¨¢tico. Sin embargo, hay un supuesto en el que ETA s¨ª podr¨ªa ser legitimada como sujeto de la negociaci¨®n. Es aquel en el que act¨²a al mismo tiempo como sujeto y objeto de la negociaci¨®n. Dicho de otro modo: lo ¨²nico para lo que se halla legitimada ETA es para negociar su propio final. En ning¨²n caso sus objetivos pol¨ªticos.
ETA constituye un problema pol¨ªtico, no tanto por llevar a cabo una actividad terrorista cuanto por el hecho de que la misma es justificada y apoyada de modo impl¨ªcito o expl¨ªcito, por miles de ciudadanos vascos. Estos ciudadanos se sienten representados por HB, una fuerza que, guste o no, goza de una legitimidad pol¨ªtica que le viene otorgada por los votos cosechados en las sucesivas contiendas electorales. Es en todo caso a HB a quien le corresponde, junto con las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas, y en funci¨®n de los votos obtenidos, el papel de interlocutor a la hora de negociar asuntos de contenido pol¨ªtico. Despejadas las inc¨®gnitas del sujeto y objeto de la negociaci¨®n, conviene aludir brevemente a lo que, sin duda, constituye el problema m¨¢s arduo, a saber: el contenido de la negociaci¨®n. Los objetivos ¨²ltimos perseguidos por quienes apoyan a ETA pueden resumirse en uno solo: la unificaci¨®n e independencia del Pa¨ªs Vasco. Tal objetivo choca de modo frontal con un obst¨¢culo formal y varios obst¨¢culos reales. El l¨ªmite formal lo constituye la Constituci¨®n de 1978, que se fundamenta en la unidad de Espa?a. Entre los obst¨¢culos reales destacan la negativa de los navarros a integrarse en Euskadi y las dudas m¨¢s que fundadas de que la poblaci¨®n vasca vote en favor de la independencia. Vistas as¨ª las cosas, la negociaci¨®n aparece como un objetivo imposible.
Sin embargo, convencidos de que las expectativas no pueden ser peores, ?por qu¨¦ no pretender que sean mejores? ?Qu¨¦ perdemos con intentarlo? ?Estamos seguros de que no caben f¨®rmulas imaginativas? Por ejemplo, quienes apoyan a ETA. deber¨ªan preguntarse: en una Europa interdependiente, en la que las fronteras comienzan a desaparecer, ?cu¨¢l es, la v¨ªa m¨¢s efectiva para el logro de sus objetivos?: ?exigir una autodeterminaci¨®n, que la mayor parte de los vascos no asumen, o establecer relaciones cada vez m¨¢s estrechas en los ¨¢mbitos social, pol¨ªtico, econ¨®mico, cultural, etc¨¦tera, entre los diversos territorios vascos, partiendo del mutuo, respeto y la mutua autonom¨ªa de todos ellos? A su vez, las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas deber¨ªan preguntarse: en un momento en el que la soberan¨ªa exclusiva de los Estados comienza a ser compartida por entes supra e infraestatales, ?qu¨¦ resulta m¨¢s conveniente?: ?un Estado, con c¨¢ncer terrorista incluido, empe?ado en ostentar la exclusividad en el dise?o de la pol¨ªtica europea, o un Estado abierto, pero pac¨ªfico, que admite que algunos de sus territorios singulares puedan expresar y ejercer esa singularidad en' el ¨¢mbito europeo?
He ah¨ª un buen punto de partida para un proceso negociador que, sin quebrar de forma sustancial las normas e instituciones de las que nos hemos, dotado, sea capaz. de poner punto final a esta tragedia. La paz es perfectamente posible. Pero para ello se necesita una buena dosis de valent¨ªa, imaginaci¨®n y buena voluiritad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.