Mar¨ªa Bayo y la Sinf¨®nica de Madrid pusieron la nota final
Tras muchas jornadas de ¨¦xito y asistencia multitudinaria, la quincena musical termin¨® brillantemente con el arte de la soprano Mar¨ªa Bayo y la Sinf¨®nica de Madrid, que fundara aquel donostiarra de adopci¨®n qu¨¦ fue Enrique Fern¨¢ndez Arb¨®s. L¨¢stima que el conductor de ahora, el americano David Robertson -seguro, nervioso y mecanicista-, no resultara demasiado id¨®neo ni para Mozart ni para Strauss, los dos autores abordados y bordados por la Bayo en una de las m¨¢s sugestivas actuaciones que le recordamos.La voz de Mar¨ªa posee una rara luminosidad, en cuyo fondo palpita un deje melanc¨®lico que la hace especialmente apta para penetrar en las secretas galer¨ªas de la m¨²sica mozartiana. Su exigencia y voluntad de vuelo hacia las regiones m¨¢s altas de la interpretaci¨®n, hicieron conectar a la Bayo con la legendaria Teresa Berganza. All¨ª estaba la maestra para seguir, con tr¨¦mulo inter¨¦s, cuanto hac¨ªa la cantante joven que m¨¢s se le parece musicalmente. El Mozart de la Bayo -Dah vieni non tardare o la espl¨¦ndida escena Ah, lo prevedi, de 1777- siguieron la l¨ªnea bergancesca sin, por ello, ocultar ni siquiera m¨ªnimamente la propia personalidad del ¨²ltimo ruise?or espa?ol. Mar¨ªa hace arte refinado, inteligentemente pensado, pero logra que parezca natural.
Por primera vez, en su todav¨ªa breve y rutilante carrera, cant¨® Mar¨ªa Bayo los ¨²ltimos lieder, de Ricardo Strauss, conmovedor adi¨®s a la vida de un compositor que la tuvo activa y apasionada como lo atestigua El caballero de la rosa, tan bien tocado por los sinf¨®nicos matritenses, como sumariamente entendido por Robertson quien parece no entender lo que significa el vals como fen¨®meno cultural y de expresi¨®n popular.
Hizo Mar¨ªa Bayo verdaderas delicias en Strauss, m¨¢s hondas y sutiles en aquellos lieder que mejor le convienen, por sentimiento y vocalidad. El tercero, Voluntad de sue?o, de elevaci¨®n inmaterial, lo olvidaremos dif¨ªcilmente y en el ¨²ltimo nos llev¨®, con concentraci¨®n y expresi¨®n serena y pausada, hasta la "paz inmensa y dulce" que anunciaba a Strauss la cercan¨ªa de la muerte. El arte de Mar¨ªa Bayo es noble, human¨ªsimo y de especial afectividad. Su triunfo fue pleno y las ovaciones no ten¨ªan fin, por lo que tuvo que a?adir dos nuevos fragmentos mozartianos. Se coron¨® as¨ª la d¨¦cimo s¨¦ptima quincena que dirige Jos¨¦ Antonio Echenique, promotor tan admirable que, en estos tiempos de desmedido mortierismo, ni siquiera inscribe su nombre en el programa gene ral. Subrayemos que todo San Sebasti¨¢n, sus diversos estratos sociales y sus medios de comunicaci¨®n cuida con amor a la que consideran y es su quincena.
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