Sandro dinamita al Rayo
Un Madrid espeso golea en Vallecas a un equipo que resisti¨® mientras tuvo once jugadores
El f¨²tbol es un juego infiel. Las goleadas, incluso las m¨¢s estruendosas, no siempre reflejan el discurrir de un encuentro. Sucedi¨® en Vallecas, donde el Madrid maquill¨® un trabajo eficaz, espeso y poco brillante, con un resultado abrumador. Los madridistas s¨®lo explotaron cuando el Rayo se qued¨® sin pulso. Cuando Vallecas dej¨® de latir a causa de la expulsi¨®n de Cortijo (m. 52) y el gol inmediato de Sandro (0-2, m. 54). A partir de ah¨ª el choque fue pura ficci¨®n: un tramo terap¨¦utico para la autoafirmaci¨®n del colectivo de Valdano, quebrantando por las dudas tras un verano irregular. Al menos, algunas cuestiones parecen resueltas: el crecimiento imparable de Sandro y Ra¨²l, y la resurrecc¨ª¨®n de Michel.No es Vallecas una estaci¨®n con moqueta. M¨¢s bien tiene el pelaje de un peque?o apeadero sembrado de cortocircuitos. Zabalza ha perfilado un bloque donde impera el gregarismo: todos para todos y todos para On¨¦simo y Guilherme. El gui¨®n es tan cristalino como anacr¨®nico: ahogar al enemigo. Y el escenario, corto y estrecho, ideal: a menos distancia, menos desgaste en el destajo. Pero la puesta en escena del Rayo fue ca¨®tica. Su defensa en l¨ªnea se suicid¨®. Lema y De Quintana, sus dos centrales, quisieron vivir en zona y maniobrar con marcajes individuales. Un h¨ªbrido imposible.
Las dos torres valleca?as contaban con dos puntos de referencia: Ra¨²l y Esn¨¢ider. Pero quiz¨¢ infravaloraron la sagacidad de Ra¨²l, su sorprendente madurez para leer el partido. El joven delantero interpret¨® a la perfecci¨®n su papel: dej¨® el gol en manos de Esn¨¢ider, se tir¨® unos metros hacia atr¨¢s y dict¨® un curso de movilidad. Su pericia desquici¨® a Lema y De Quintana. ?Y ahora, qu¨¦? ?Salimos a su b¨²squeda o nos quedamos? Los centrales perdieron el sitio, siguieron el rastro de Ra¨²l y originaron un desastre s¨ªsmico en la trinchera.
Entonces emergi¨® Sandro: un pillo canario con aires de Daniel el travieso. Descubri¨® la autopista, tir¨® paredes con uno y otro, encontr¨® socios por todas partes y dibuj¨® un sinf¨ªn de pases al hueco para Esn¨¢ider, siempre liberado de al menos un central, esposado en territorio de nadie por Ra¨²l. As¨ª lleg¨® el gol de Amavisca, tras un pase genial de Sandro a Esn¨¢ider. Pero tambi¨¦n afloraron las carencias del argentino, ayer confuso y atascado ante el gol.
Con el marcador de cara y Esn¨¢ider un tanto enredado el Madrid perdi¨® cierta consistencia, su juego se fue diluyendo y el encuentro se abri¨® para Guilherme. El brasile?o, un delantero bien relacionado con el gol y con gestos t¨¦cnicos excelentes, encontr¨® el espacio suficiente para bombardear a Buyo. Todos sus remates -hasta seis en el primer tiempo- fueron bien ejecutados. Ninguno fue intrascendente, pero nunca llegaron a la red. Pese a todo, el brasile?o mantuvo la incertidumbre hasta que el choque termin¨® antes de tiempo. Justo lo que tard¨® Cortijo en cometer su segunda fechor¨ªa.
En el tiempo irreal, con el partido, hecho a?icos, Sandro culmin¨® su repertorio con un gol para los manuales de aquellos conjuntos atosigados por la supuesta t¨¢ctica del fuera de juego. Asociado con Milla -en el ¨²nico pase relevante del turolense en toda la ma?ana- se col¨® entre un barullo de piernas rojiblancas y un pis pas apareci¨® locuaz y solitario, ante Wilfred. Le super¨® con un tiro delicado.
M¨¢s debates
Sandro tiene ante s¨ª un horizonte iluminado. A¨²n est¨¢ en camino y debe pulir alg¨²n pecado venial. Sus ansias de triunfo le llevan a ser atrevido en todas sus acciones. Sus botas siempre destilan un pase riesgo, siempre vertical, a veces imposible. En ocasiones, donde el coraz¨®n juvenil pide v¨¦rtigo, la partida exige sosiego. De todas formas, su actuaci¨®n -precedida de su explosiva irrupci¨®n ante el Ajax hace s¨®lo unos d¨ªas- aliment¨® un nuevo debate para el madridismo: ?Sustituto circunstancial o competidor de Laudrup?Sandro dio paso a Michel, al que Valdano tambi¨¦n midi¨® en el puesto del dan¨¦s, por delante de Milla, lejos del carril del ocho. Su examen fue notable.
Milla, sin un papel preponderante, logr¨® el aprobado. Su f¨²tbol es aseado y parsimonioso, pero mon¨®tono. Cada de uno de sus pases es una fotocopia del anterior. Sus aptitudes garantizan la pausa y endulzan sus estad¨ªsticas (sin atrevimiento no hay errores), pero jam¨¢s la sopresa esa quinta velocidad que regularmente requieren aquellos encuentros retorcidos.
Aun con la grada sumida en debates laber¨ªnticos, Jorge Valdano debiera respirar: si hay debates es porque hay recursos.
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