Feliz conjunci¨®n

A estas alturas de su carrera, Enrique Morente puede permitirse salir s¨®lo a un escenario y triunfar. Son innumerables sus noches de ¨¦xitos en los ¨²ltimos a?os, en los ¨²ltimos meses. Pero Morente quiso estar, ¨¦l que suele actuar como ¨²nico int¨¦rprete, con dos j¨®venes cantaores madrile?os para animarlos en su vocaci¨®n.Jos¨¦ Luis Carmona supo aprovechar la oportunidad de aparecer junto al maestro. Su cante rompi¨® y su actitud fue juiciosa; Dieguito, en cambio, qued¨® bastante por debajo de sus posibilidades y se empe?¨® sin mucho acierto en sacar faena, prolongando excesivamente su presencia y olvidando a quienes le segu¨ªan. Y no era para olvidarlo.

Todo el mundo, la sala abarrotada estaba sobre ascuas, ?qu¨¦ pasar¨ªa con el encuentro de Tomatito y Morente? No hab¨ªan trabajado en p¨²blico desde 1982, cuando grabaron un disco, Sacromonte, con Isidro Sanl¨²car. Pues lo que pas¨® es sencillamente genial, pero genial define una categor¨ªa intelectual, y lo que se vio y, sobre todo se sinti¨®, fue m¨¢s bien una conmoci¨®n de los sentidos.

Morente se transform¨®, como tantas otras veces, en un monstruo perfecto y emotivo. ?Hab¨ªa que escuchar los aplausos reiterados entre copla y copla por tientos -uno de los palos m¨¢s sutiles- o los gritos de felicidad tras sus sigu¨ªriyas de El Mellizo. Y a lograr esa reacci¨®n exaltada del respetable contribuy¨®, ?c¨®mo no! el toque excepcional de Jos¨¦ Fern¨¢ndez Torres, con su rostro radiando felicidad: un Tomatito renacido. Despu¨¦s, en estilos m¨¢s r¨ªtmicos, la guitarra de Montoyita se sum¨® a la pareja y sigui¨® el embrujo. El 14 de este mes pretenden repetirlo en Par¨ªs. Que as¨ª sea por muchos lugares.