Hacer cine como respirar
Nada, menos parecido a una pel¨ªcula de aprendizaje que El olor de la papaya verde, primer largometaje de-un joven vietnamita criado en Francia y llamado Anh Hung Tran. Antes de cumplir 30 a?os, que para el oficio de cineasta es todav¨ªa tiempo de infancia, este aprendiz hizo en ella dif¨ªciles y delicados equilibrios de madurez, de los que era indicio la cercan¨ªa entre lo que buscaba y lo que encontraba. Da la impresi¨®n de que en vez de hacer cine, lo respira. Pero gente as¨ª, en este oficio, suele ser ave de paso. Se vac¨ªan en su primera aventura y luego se estancan o retroceden. Es casi la norma, aunque haya excepciones.La excepci¨®n por excelencia se llam¨®. Orson Welles, que a los 26 a?os hizo Ciudadano Kane y dos a?os m¨¢s tarde logr¨® en El esplendor, de los Amberson ir m¨¢s lejos, afrontar con mayor afinamiento una proeza menos brillante pero mucho m¨¢s compleja. El olor de la papaya verde no es ciertamente Ciudadano Kane, por lo que el arranque de Anh, Hung Tran es m¨¢s humilde. Pero es una madura obra que ahora, en CycIo, dos a?os despu¨¦s, este cineasta ing¨¦nito convierte en casi una peque?ez. El jurado de la Fipresci funda su reconocimiento un¨¢nime al estremecedor filme en esta idea: "El vigor moral y el riesgo est¨¦tico con que desvela las ra¨ªces de la violencia contempor¨¢nea". Nada menos. Pero no hay exageraci¨®n alguna en tan graves, palabras.
El nivel medio del concurso no ha sobrepasado en Venecia- 95 la correcci¨®n. Abundante cine interesante, pero, hasta la llegada de Cyclo el pasado mi¨¦rcoles, ninguna obra con el indefinible aroma de la excepcionalidad. Pod¨ªa por tanto tratarse de un espejismo, de una sobrevaloraci¨®n por contraste, fen¨®meno que se produce con frecuencia en los festivales, donde el juicio comparativo es inevitable. Tener decenas y decenas de concursos de este tipo a las espaldas le hace a uno dudar de su propia sombra, y este cronista intent¨® desvanecer el riesgo de espejismo yendo a ver Cyclo por segunda vez, ya aventurada e impresa su primera impresi¨®n de haber asistido a un filme excepcional. No s¨®lo se reafirm¨® en lo dicho, sino que tuvo la sensaci¨®n de haberse quedado corto, porque se abrieron en la pantalla grietas que le hab¨ªan pasado inadvertidas y cuyo fondo todav¨ªa se le escapaba.
Fui a una tercera proyecci¨®n del filme. La sensaci¨®n de no llegar a sus zonas subterr¨¢neas aument¨®. Y sigue aumentando.
Babelia
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