El llanto de los caballos
Los campeones, como Julio C¨¦sar, no: saben interpretar ni augurios ni sue?os, ni siquiera cuando lloran los caballos. Suetonio cuenta que la noche anterior al cesariecidio el emperador tuvo extra?os sue?o si en uno de ellos volaba casi c¨®mo si planeara sobre los rascacielos de Nueva York. En otro le daba un fuerte apret¨®n de manos a J¨²piter. Por si f¨²era poco su mujer Calpurnia vio en sue?os como el pin¨¢culo. de su casa se desmoronaba sobre el cuerpo sanguinolento de su manido. Analistas, entrenadores y parapsic¨®logos auxilian a los campeones, pero hasta ahora ning¨²n especialista on¨ªrico. Los asesinos de C¨¦sar hab¨ªan previsto. exponer el cad¨¢ver emperador colgado de un garfio de carnicero. S¨®lo hubo que esperar dos mil a?os para que se cumpliera el capricho gracias al cuerpo sin vida "de Mussolini. El augurio m¨¢s nefasto hubiera asustado a los, ajedrecistas: los, caballos consagrados al dios:del Rubic¨®n pasaron la noche llorando. La tercera partida, contra todo vaticinio. y, Zraci¨¢s a un excelente juego de caballos nada, pla?ideros, termin¨® en tablas.
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