Las peripecias de un barcelon¨¦s en Madrid
El C¨ªrculo Catal¨¢n, inaugurado en la capital hace 43 a?os, atraviesa la peor crisis de su historia
Lleg¨® a Madrid hace cuatro d¨¦cadas ataviado con sombrero un bolso de mano que hab¨ªa comprado en el barcelon¨¦s paseo de Gracia, bolso que pronto tuvo que desterrar porque aqu¨ª le llamaban mariquita. Joan Coll, decorador, nacido en la Ciudad Condal hace 65 a?os en el seno de una familia catalana cuyos antepasados intervinieron en la construcci¨®n del Palacio Real, es uno de los 28.000 emigrantes catalanes que residen en la capital. Una emigraci¨®n que nada tiene que ver con la de extreme?os y andaluces, ya que aquellos no tienen que abandonar su tierra por problemas de subsistencia, sino en busca, de un mejor futuro profesional.Es el caso de Joan ColI, quien preside en la actualidad el C¨ªrculo Catal¨¢n, un centro que se abri¨® hace 43 a?os, en 1952, para potenciar el conocimiento y entendimiento entre catalanes y madrile?os y que atraviesa una de las peores crisis de su historia, tanto econ¨®mica como de popularidad. Casado con una granadina, con la que ha tenido seis hijos madrile?os se lamenta de la influencia negativa que las cuestiones pol¨ªticas ejercen sobre las relaciones entre ambas capitales. Primero fue la denominada inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica del catal¨¢n, que provoc¨® una gran pol¨¦mica a nivel nacional; despu¨¦s, el apoyo de Jordi Pujol a Felipe Gonz¨¢lez, y ahora, la presi¨®n del presidente de la Generalitat a cerca del pol¨¦mico 15% de los presupuestos.
"Se ha quemado mucho papel en estas cuestiones y se ha creado una rivalidad pol¨ªtica entre los ciudadanos que antes no hab¨ªa. La impresi¨®n de que Pujol quiere llevarse todo el dinero a Catalu?a nos est¨¢ acarreando una gran, impopularidad. Yo lo noto en la calle y observo que hay cierta hostilidad en el ambiente. Los catalanes en Madrid, y el C¨ªrculo, somos como el pararrayos de Catalu?a: cuando van bien las cosas, lo notamos, y cuando van mal, tambi¨¦n", afirma con resignaci¨®n.
En la tercera planta del edificio Catalu?a, en la plaza de Espa?a, donde tiene su despacho, al que se llega despu¨¦s de atravesar un pasillo, flanqueado por las fotograf¨ªas de todos los presidentes de la entidad -entre las que destaca la de Eduardo Punset, que oqup¨® el cargo en 1984- y una galer¨ªa de retratos de pubillas (t¨¦rmino equivalente a reina de las fiestas), Joan Coll recuerda con nostalgia sus primeros a?os en Madrid, cuando "ser catal¨¢n aqu¨ª era casi un t¨ªtulo. Si buscabas empleo, te recib¨ªan enseguida, porque tenemos fama de gente seria, trabajadora y con imaginaci¨®n".
Sin embargo, el C¨ªrculo Catal¨¢n ha conocido momentos mucho m¨¢s tr¨¢gicos. El 23 de octubre de 1977, el entonces presidente de la Generalitat Josep Tarradellas pisaba por primera vez tierra catalana en el coraz¨®n de Madrid. Tres d¨ªas despu¨¦s, varios artefactos estallabanen la puerta principal de su sede. El entonces responsable del centro, Pedro Seg¨², declaraba: "Alguien, no queremos pensar quien, aunque lo sospechamos, ha querido expresar as¨ª su cobard¨ªa y represiones". Pero ah¨ª no acab¨® todo. Tarradellas visita de nuevo el C¨ªrculo el 15 de abril de ese a?o, y el 1 de julio se produce un segundo atentado, que provoc¨® un grave incendio que, aparte de los cuantiosos da?os que ocasion¨® en la sede, produjo la muerte de un socio, Jos¨¦ Mar¨ªa Madina, que aquella noche dorm¨ªa all¨ª.
A pesar de todo, Joan Coll no cree que, en general, se haya incrementado el anticatalanismo en la capital. "Lo que ocurre es que los madrile?os no conocen Catalu?a. Nos hemos acercado m¨¢s nosotros a ellos que al contrario. Por ejemplo, el tema de la inmersi¨®n del idioma catal¨¢n no se ha explicado bien aqu¨ª. Se quiere dar la sensaci¨®n de que en Catalu?a no se puede aprender el castellano. Y es absurdo. La realidad es que Catalu?a, es un pa¨ªs con dos idiomas y esto deber¨ªa ser motivo de entendimiento, no de discordia", y a?ade con satisfacci¨®n que el C¨ªrculo ha ejercido una gran labor de acercamiento entre ambos pueblos y que es una instituci¨®n muy conocida entre los ciudadanos: "Si coge un taxi y le pide que le lleve al C¨ªrculo, nueve de cada diez taxistas le traer¨¢n aqu¨ª aunque no d¨¦ la direcci¨®n". En todos estos a?os no ha perdido ni un ¨¢pice del acento de su tierra, aunque en casa no pueda practicarlo. "S¨®lo una de mis hijas estudi¨® catal¨¢n. Pero toda la familia simpatiza mucho con Catalu?a. De hecho, en cuesti¨®n de f¨²tbol, todos menos uno somos del Bar?a". Dice haber sido muy feliz en Madrid, ciudad a la que ha visto crecer cuando llegu¨¦ todav¨ªa se cultivaba trigo en la Castellana"- y donde ha hecho buenos amigos, aunque admite que no siente por ella "un amor ciego, quiz¨¢ porque Madrid es una ciudad que est¨¢ ah¨ª-que la tienes, que es de todos y nadie la puede reivindicar en exclusiva".
La idea de abrir un centro catal¨¢n en Madrid, surgi¨® a principios de los a?os cincuenta en la pasteler¨ªa La flor y nata, que estaba ubicada en la castiza plaza del Celenque. All¨ª acud¨ªan, atra¨ªdos por el olor de los panellets, carquinyoIis, embutidos y otras delicias de la tierra los burgueses catalanes instalados en el foro. En 1952, un a?o en el que el Bar?a, se proclam¨® campe¨®n de Liga, el C¨ªrculo inaugur¨® su primera sede social en la calle de Carretas. Los catalanes de los noventa, residentes en la capital, se dan cita, ahora los dos primeros domingos de mes en la plaza de la Sardana, situada en el parque del Retiro. All¨ª practican su baile regional y lo ense?an a los curiosos y afici¨®nados que se acercan. Es uns m¨¢s de las actividades que organiza el centro, en cuya sede de m¨¢s de 2.000 metros cuadrados, distribuidos en tres plantas, se celebran adem¨¢s exposiciones, reuniones gastron¨®micas, con ciertos, teatro, danza, viajes culturales y curso de catal¨¢n, en los que el 80% del alumnado es madrile?o. Adem¨¢s dispone de una biblioteca de 15.000 vol¨²menes, el 70% de ellos en catal¨¢n
Grave crisis
En la actualidad, el C¨ªrculo atraviesa una grave crisis econ¨®mica que de no solucionarse pronto, obligar¨¢ a los responsables a vender parte del edificio Catalu?a. "No Podemos subsistir s¨®lo con el dinero de los socios y la Generalitat nos ha recortado gran parte de las subvenciones", explica Joan Coll, aunque no les importa gastarse 15 millones en una sola operaci¨®n de imagen", concluye, refiri¨¦ndose a la recepci¨®n que hace dos a?os Pujol organiz¨® a los catalanes de Madrid.
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