Mucho alcohol para tan poco cine
Jornada de tr¨¢mite en el concurso, a s¨®lo cuatro d¨ªas del final del festival
Fue una jornada alcoh¨®lica y poco excitante la que nos depar¨® ayer la programaci¨®n a concurso. En la sesi¨®n estelar de la noche, Mike Figgis trajo un espeso, arrebatado melodrama de amor terminal entre un borracho irredento y una prostituta solitaria. Leaving Las Vegas fue la culminaci¨®n del ba?o con alcoholes de toda gradaci¨®n que hab¨ªa empezado antes con Total eclipse, un intento completamente fallido de acercamiento a los nomentos arrebatados amores de Paul Verlaine y Arthur Rimbaud.
Total eclipse est¨¢ regada con absenta, pero privada de inspiraci¨®n, a pesar de las ilustres credenciales que la adornan: la direcci¨®n de la polaca Agnieszka Holland, el gui¨®n del brit¨¢nico Christopher Hampton y la presencia del actor estrella de la joven generaci¨®n estadounidense Leonardo di Caprio.El festival sigue su camino hacia el s¨¢bado y la lectura del palmares. No lo tendr¨¢n f¨¢cil los que juzguen la selecci¨®n oficial, puesto que no ha aparecido todav¨ªa -y faltan s¨®lo seis pel¨ªculas por ver- el filme redondo que, como Un lugar en el mundo o Principio y fin en pasadas ediciones, encandile por igual a cr¨ªtica, p¨²blico y jurados.
La jornada de ayer abund¨® en detalles, s¨®lo detalles de buen cine en el caso de la pel¨ªcula de Figgis. Leaving Las Vegas llama la atenci¨®n, sobre todo, por la audacia, o la inconsciencia, seg¨²n se mire, del director de montar una pel¨ªcula con vocaci¨®n suicida. No de otra manera se puede entender una trama que encierra pr¨¢cticamente entre cuatro paredes a una pareja imposible formada por un guionista que ha decidido morir bebiendo y una prostituta que, harta de su soledad, acepta las normas que impone el hombre a su relaci¨®n. En el comienzo, el filme amaga en la direcci¨®n del thriller criminal, no en vano su acci¨®n se desarrolla en los ambientes de la prostituci¨®n de Las Vegas, y hay, suponemos, incluso un asesinato. Pero en el fondo es s¨®lo una cortina de humo que se diluye en la densidad de la relaci¨®n absorbente y terrible de los dos amantes.
A pesar de su duraci¨®n excesiva, que hace que su trama propendra a la reiteraci¨®n y a un ensimismamiento peligrosos para su credibilidad, el filme se aguanta bien por el trabajo de sus dos m¨¢ximos art¨ªfices, un Nicolas Cage sorprendentemente contenido en un papel proclive a propiciar su peor defecto, la sobreactuaci¨®n; y sobre todo por la faena impecable de una casi desconocida Elisabeth Shue, mujer de presencia magn¨¦tica y poderosa carga er¨®tica, espl¨¦ndida en su caracterizaci¨®n de la prostituta. A este cronista, que con los a?os se le agudizan ciertas man¨ªas, je hubiese gustado mucho que Figgs no hubiera incidido en su viejo defecto de confundir un filme con una banda sonora que arropa unas im¨¢genes, dudosa marca de estilo que le acompa?a desde su debut en Lunes tormentoso, aunque haya que reconocerle, noblesse oblige, su buen gusto a la hora de seleccionar los temas que aqu¨ª se convierten en el centro mismo de la pel¨ªcula.
Total eclipse, por su parte, pertenece a la estirpe m¨¢s temible del biopic, la que cuenta la vida de los grandes hombres por que as¨ª est¨¢ en los libros de historia, pero que se demuestra completamente incapaz de dotar a los personajes de sangre, de vida. Aqu¨ª, Rimbaud y Verlaine son dos pat¨¦ticos amantes que se gritan, se odian o se aman en medio de grandes frases -de Rimbaud- y grandes vasos de ab senta -Verlaine- Nada hay en el filme que demuestre que el guionista Hampton y la se?ora Holland hayan sido incapaces de traspasar el cascar¨®n de lo obvio, de lo escandaloso y de lo m¨¢s manido en una peripecia vital que conmovi¨® hasta los cimientos el edificio de la literatura francesa del pasado siglo. Hampton y Holland, decididamente, no han sido capaces de sentar a la belleza en sus rodillas. Ni para encontrarla fr¨ªa.
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