Los dos polos de la democracia
O es culpable el Gobierno socialista o lo es el Estado de derecho. Es un dilema que Xavier Rubert de Vent¨®s plantea en un inteligente e importante art¨ªculo titulado El apag¨®n socialista del Estado (EL PA?S, 2 de septiembre). En pol¨ªtica, no obstante, los dilemas no nos enfrentan a alternativas excluyentes. La democracia real es la ¨²nica que existe, como lo fue en su d¨ªa el comunismo real. ?Son todos los Gobiernos de los pa¨ªses democr¨¢ticos los que han de ser entendidos como los fusibles que han de saltar para que la democracia recupere su virginidad? Pues todos ellos, en efecto, son culpables de vicios, algunos tan graves como la tolerancia hacia genocidios y limpiezas ¨¦tnicas.La democracia se refiere a dos polos: los gobernantes y los gobernados. Pero las ¨²nicas realidades democr¨¢ticas existentes adolecen de importantes vicios en ambos. El m¨¢s importante: no haber conseguido, pese a progresos significativos, superar el estado de naturaleza en las relaciones internacionales. La falta de diligencia en la oposici¨®n a la limpieza ¨¦tnica, ?es un problema de fusibles, esto es, de Gobiernos que no han funcionado, o es tambi¨¦n, y preferentemente, un corte de energ¨ªa de los gobernados, que no est¨¢n dispuestos a morir, ni a que mueran sus hijos, por Bosnia?
Pero aunque la culpa de gobernantes y gobernados de los pa¨ªses constitucionales pueda ser motivo para que los musulmanes crean que la pol¨ªtica europea es tan ¨¦tnica y tribal como los fir?damentalismos, esta creencia no es razonable. Como no es razonable creer que ETA est¨¢ justificada para su violencia y que los que nos manifestamos todas las semanas por la liberaci¨®n de Aldaya merecemos las piedras que se nos arrojan. Aunque haya habido responsabilidad, entre gobernantes y gobernados, por tolerancia con la limpieza ¨¦tnica o con los cr¨ªmenes del GAL. Las democracias reales son todas imperfectas, y los defectos est¨¢n en los gobernantes -los fusibles- y en los gobernados -la energ¨ªa- Si bien en los Gobiernos, y en los partidos que los sustentan, hay una particular responsabilidad, por las acciones cometidas, por las omisiones culpables y Como consecuencia de la funci¨®n que tienen atribuida.
Nada disculpa, por tanto, a los Gobiernos y sus partidos de los cr¨ªmenes que se hayan cometido, o de los vicios que ateritan a la misma democracia que dicen sostener. Est¨¢ claro que con ello quiero decir que el fusible del Gobierno socialista se ha fundido, por propios errores, vicios y talante. Pero juzgar moralmente es muy dif¨ªcil en las relaciones privadas y m¨¢s dif¨ªcil en las p¨²blicas. Un juicio moral, sobre todo el referido a acciones pol¨ªticas, no puede limitarse a proclamar una especie de ley o principio, sino que debe volcarse al enjuiciamiento del caso. El casuismo de la teolog¨ªa moral escol¨¢stica no fue otra cosa que la compasiva necesidad de eliminar la rigidez legalista. Del mismo modo que la ¨¦tica de situaci¨®n, sobre la que tanto elucubr¨® el existencialismo, nos fuerza a pronunciarnos sobre la complejidad del caso. Comprendo que es muy desagradable mantener juicios matizados en estos momentos, pero sinceramente creo que no hay otra v¨ªa para un an¨¢lisis moral de la pol¨ªtica. Porque si, por una parte, es peor la violencia criminal del Estado, es peor, por otra, la acci¨®n criminal del terrorista que su respuesta. Y si es malo matar a veinte es peor matar a mil. Comprendo la indignaci¨®n ante quien, por raz¨®n del fin, intenta justificar los medios, pero creo tambi¨¦n que la defensa del Estado es algo positivo. Por eso, en el fondo, el mayor argumento ¨¦tico pol¨ªtico contra ETA es el grav¨ªsimo riesgo en que, en un tiempo, puso al Estado democr¨¢tico practicando el crimen; as¨ª como el mayor argumento contra el GAL es la degradaci¨®n del Estado de derecho que sus cr¨ªmenes han supuesto.
Por eso todos, gobernantes, partidos, intelectuales, medios de comunicaci¨®n, empresarios, sindicalistas, que fueron consentidores del GAL, deben hacer hoy la autocr¨ªtica. Como tambi¨¦n los que fueron consentidores de ETA. Me refiero, por una parte, a los que dec¨ªan que est¨¢bamos en guerra, que hab¨ªa que restablecer la pena de muerte contra los terroristas, que como fuera hab¨ªa que acabar con el santuario franc¨¦s; y tambi¨¦n a los que respiraban de distinto modo cuando el asesinato era causado por el GAL -o por la organizaci¨®n que lo precedi¨®- y no por ETA. Pero, por otra parte, me refiero a quienes han justificado, comprendido, disculpado, la violencia de ETA, hasta hoy, hasta septiembre de 1982 (fecha de disoluci¨®n de los polimilis) o hasta 1978 (fecha de aprobaci¨®n del Estatuto vasco); y tambi¨¦n a aquellos cuya finura les impidi¨® entonces condenar moralmente los cr¨ªmenes de ETA. Miren ustedes por d¨®nde, al partido del Gobierrioen su rama vasca -el Partido Socialista de Euskadi-Euskadilco Ezkerra- le corresponden dos responsabilidades, pues el PSE particip¨® en la primera culpa y EE de la segunda. Esto va como recordatorio de d¨®nde estaba cada uno, no vayamos a confundirnos pensando que la autocr¨ªtica es algo que hay que hacerle al otro.
A este pa¨ªs se le han fundido los fusibles del Gobierno, pero tambi¨¦n ha tenido cortocircuitos, le ha faltado la corriente y ahora se le est¨¢ yendo la fuerza por la boca. Y, si quieren que dejemos las met¨¢foras y hablemos seriamente, a pesar de todas estas salvedades, tiene fundalmente raz¨®n Rubert de Vent¨®s, con tal de que me conceda lo anterior. El Gobierno socialista tiene, en medio de esta tragedia, en medio de esta miseria, una culpa particular y espec¨ªfica. Porque, haya llegado a donde sea la implicaci¨®n de las fuerzas del Estado en la utilizaci¨®n criminal de la violencia, hay en esto algo espec¨ªficamente perverso -no infinitamente m¨¢s perverso, ni siquiera m¨¢s perverso- de lo que hay que responder para restablecer la democracia y el Estado de derecho.
Hoy se trata de que para afirmar el Estado de derecho se responda de hechos- acontecidos hace una docena de a?os. Para ello se han sacado los cad¨¢veres del armario. Pues bien, si hay cad¨¢veres que est¨¢n fuera es porque alguien ha matado, con independencia del resentimiento, de las aviesas intenciones o de los s¨®rdidos intereses de un peri¨®dico o de un juez. Hay que afirmar, en efecto, el Estado de derecho haciendo pagar cr¨ªmenes como el GAL, aunque hoy ya no se cometan. Es claro, por tanto, que en este caso se trata de que se aplique el principio de que el que la hace la paga. ?Por qu¨¦? Porque hay que hacer triunfar al Estado de derecho. Pero, por eso ni?smo, no son entonces probablemente menores los del procedimiento, por mucho que Rubert de Vent¨®s haya tenido su hallazgo m¨¢s divertido en el ejemplo de un tal Pedro que quiere librarse de la responsabilidad por haber arrojado al hermano de Juanito por la ventana, alegando que ¨¦ste ten¨ªa rid¨ªculos motivos de enemistad para denunciarle. Hay que distinguir, al respecto, las motivaciones subjetivas del juzgador, que poco interesan, y las garant¨ªas del procedimiento, que interesan mucho. Porque, primero, el Estado de derecho es garant¨ªa procedimental y, segundo, los actos que hoy causar¨ªan un mal al Estado de derecho, por defectos de procedimiento, ser¨ªan, al fin y al cabo, actuales, con el pretexto de corregir hecho s que, aunque de gravedad muy superior, hoy no se producen, sino que se produjeron hace a?os.
Adem¨¢s de responder por actos propios es seguramente necesario que el responsable sea, adem¨¢s, chivo expiatorio. Pero estoy con Pujol y no con ?lvarez-Cascos: deseo y espero que la responsabilidad pol¨ªtica tendr¨¢ que manifestarse ante los ciudadanos. Hoy ?lvarez-Cascos representa, no por su deseo de que el presidente pierda, sino por el de que le caigan 30 a?os (?no dice que los jueces deben acatar lo que. ¨¦l proclama que la sociedad ya ha juzgado.?) la muestra m¨¢s clara de algo que, desgraciadamente, se sigue dando en la pol¨ªtica: el odio. Pues bien, adem¨¢s de ser un disparate jur¨ªdico, no es justo. El chivo expiatorio, junto a la propia, asume la culpa de los dem¨¢s. Puestos as¨ª, lo m¨¢s justo, disparate por disparate, ser¨ªa que, en las responsabilidades penales, a unos cuantos -los de la tesis de la guerra los de la pena de muerte, los tibios con ETA, etc¨¦tera- les cayera al mismo tiempo alg¨²n que otro a?ito. Si cae Sans¨®n, que caiga por lo menos con todos los filisteos.
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