Pulso en la Uni¨®n
CADA VEZ est¨¢ m¨¢s claro que Alemania est¨¢ lanzando un pulso formidable a toda Europa con el objetivo de recuperar el protagonismo que corresponde a su tama?o geogr¨¢fico y demogr¨¢fico y a su peso econ¨®mico y monetario. La reuni¨®n de los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince este fin de semana en Formentor ha servido para que el canciller Helmut Kohl apaciguara los ¨¢nimos encrespados de sus socios despu¨¦s de las declaraciones intempestivas de su ministro de Econom¨ªa, Theo Waigel, dejando a Italia en la cuneta de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, sembrando dudas sobre Holanda y B¨¦lgica, y sin dignarse ni siquiera a mencionar a algunos alumnos desventajados, como es el caso de Espa?a. Est¨¢ cada vez m¨¢s claro que el Gobierno alem¨¢n utiliza un doble lenguaje al referirse a la moneda ¨²nica. Los expertos, autoridades bancarias, altos funcionarios e incluso ministros responsables de las ¨¢reas econ¨®micas, cuando hablan de puertas para adentro, no ven m¨¢s que inconvenientes en el proyecto aprobado en el Tratado de Maastricht, mientras que en las reuniones europeas, principalmente en las ocasiones en que participa el propio canciller, todo son parabienes para la estricta aplicaci¨®n de lo acordado y ratificado por la propia Alemania sobre los plazos y criterios de convergencia econ¨®mica, tal como ha hecho Kohl en Formentor.
Las autoridades alemanas se han mostrado favorables a arrumbar el nombre del ecu, utilizado hasta ahora para el modest¨ªsimo inicio de la moneda ¨²nica. Tambi¨¦n han subrayado la necesidad de que se apliquen con extremado rigor los criterios de inflaci¨®n, tipos de inter¨¦s, deuda y d¨¦ficit, cuando de todos es sabido que la decisi¨®n ¨²ltima, con ¨¦stos o, con otros criterios, deber¨¢ ir ligada forzosamente a la integraci¨®n pol¨ªtica y deber¨¢ comportar cierto grado de voluntarismo. Y se han erigido en tribunal, sin nadie que los eligiera, que otorga notas descalificadoras a los alumnos que han, considerado mediocres, como ahora han hecho con Italia.
Claro es que Alemania tiene buenas y sobradas razones para hacer valer su, fuerza y obtener un reforzamiento de sus posiciones en el seno de la UE. Es dif¨ªcil de entender la desproporci¨®n entre la envergadura del pa¨ªs y su presencia en las instituciones europeas e internacionales. Tambi¨¦n es l¨®gico que las autoridades alemanas quieran satisfacer las expectativas y paliar los temores de su opini¨®n p¨²blica respecto a la fortaleza de la moneda que sustituya al marco. Pero no es razonable que la nueva dimensi¨®n de Alemania induzca a provocar, por ejemplo, tormentas monetarias como la que ahora sufre la lira. No se corresponde tampoco con el esfuerzo de la ampliaci¨®n de la UE que signific¨® la unificaci¨®n alemana -una decisi¨®n pol¨ªtica donde las haya- en las repercusiones monetarias que produjo su pol¨ªtica de altos tipos de inter¨¦s, con las repercusiones consiguientes en forma de recesi¨®n econ¨®mica y probablemente de crisis del SME.
La responsabilidad alemana por el dif¨ªcil momento que atraviesa la UE es grande, quiz¨¢ proporcional a su tama?o, peso espec¨ªfico y ambici¨®n, pero no es ¨²nica. La prepotencia nuclear francesa, con el d¨¦bil argumento de que su paraguas defensivo puede acoger a todos, es otro ejemplo de la tentaci¨®n de algunos por imponer medidas unilaterales a empellones en la Uni¨®n. Y contribuye con intensidad quiz¨¢ mayor a enturbiar el horizonte de la PESC (Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad. Com¨²n) y a sembrar un clima de desconfianza. La actitud de alemanes y franceses viene as¨ª a sumarse al escepticismo brit¨¢nico, que contempla con sonrisa complacida las dificultades que presenta la nueva reforma del tratado, destinada a reformar las instituciones para acoger a los pa¨ªses de Europa central y oriental ya dos microestados como Chipre y Malta.
Formentor ha revelado el dif¨ªcil momento que atraviesa la UE. Los Quince pueden expresar su satisfacci¨®n por la perspectiva de paz abierta en los Balcanes y se consuelan pensando que, si ha sido Washington quien se ha impuesto, pueden ser ellos quienes jueguen ahora el papel clave en una hipot¨¦tica paz. Pero la fuerza multinacional destinada a aplicar el plan de paz definitivo se desplegar¨¢ bajo el mando y coordinaci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica. Las instituciones comunitarias no tendr¨¢n papel pol¨ªtico alguno, confirmando el m¨¢s razonable de los temores alemanes: no tiene sentido la uni¨®n monetaria si no va acompa?ada de la uni¨®n pol¨ªtica que brit¨¢nicos y gaullistas franceses rechazan.
Aun con el proyecto europeo averiado, los Quince han sido capaces de evitar nuevas hipotecas. Han acordado celebrar cumbres informales sin orden del d¨ªa cada semestre. Permitir¨¢ que los jefes de Estado y de Gobierno curen las heridas producidas por sus subordinados y eviten fisuras graves, como acaba de suceder en Formentor. En esta ocasi¨®n han acordado adem¨¢s un calendario indicativo para la reforma institucional y la ampliaci¨®n. Y se han fijado dos prioridades, la lucha contra la delincuencia y la recuperaci¨®n del empleo, que podr¨ªa adquirir un estatuto espec¨ªfico en la reforma del tratado. Las cosas no andan bien, pero es bueno reconocer que tanto los Gobiernos como la Comisi¨®n Europea siguen empe?ados en que el di¨¢logo y la cooperaci¨®n intergubernamental funcionen, aunque las instituciones propiamente comunitarias revelen una creciente flojera y graves dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos.
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