Holanda triplica el n¨²mero de casos de eutanasia en dos a?os de 'despenalizaci¨®n'
La muerte asistida cuenta con el apoyo mayoritario de los holandeses
SONIA ROBLA, Rianne, un beb¨¦ holand¨¦s de apenas unas semanas de vida, muri¨® tras una inyecci¨®n letal en brazos de su madre y bajo la mirada atenta de su padre. Su caso, complicado v lleno de dudas, refleja bien la indefinici¨®n legal que sigue habiendo con la eutanasia en Holanda -el pa¨ªs m¨¢s tolerante del mundo en este aspecto-, dos a?os despu¨¦s de despenalizar las acciones para ayudar a morir en determinados supuestos. A pesar de los interrogantes, los casos declarados de eutanasia han aumentado claramente en este tiempo: En 1991 se registraron 591. En 1992 fueron ya 1.318. El n¨²mero se mantuvo estable a lo largo de 1993 y creci¨® ligeramente hasta 1.417 durante el pasado a?o.
Rianne hab¨ªa nacido a mediados de 1993, con una espina b¨ªfida y parte del cerebro deformado, y todos los m¨¦dicos consultados coincid¨ªan en que sufr¨ªa grandes dolores y le auguraban s¨®lo unas semanas m¨¢s de vida, aunque se le operara. A petici¨®n de sus padres y tras consultas con sus colegas, Henk Prins, el m¨¦dico de cabe cera de la familia, puso fin a su martirio. Prins fue declarado culpable de asesinato en abril, pero el tribunal decidi¨®, no castigarlo. El presidente de la Corte expres¨® durante el juicio su "admiraci¨®n" hacia el valor y la integridad del m¨¦dico.El jueves, el tribunal territorial de Leeuwarden, al norte de Holanda, revoc¨® la pena de dos meses de c¨¢rcel que un. tribunal inferior hab¨ªa impuesto a J. Van der Weerd, enfermera de profesi¨®n, que en julio del a?o pasado puso fin, con una inyecci¨®n mortal, a la vida de su colega y novio, enfermo de sida. El tribunal, no obstante, se mantiene en la teor¨ªa de que s¨®lo los m¨¦dios pueden practicar la eutanasia, aunque en este caso eximen a la enfermera esgrimiendo un argumento de "buena voluntad". Ambos casos reflejan bien la falta de claridad que impera en la legislaci¨®n sobre la eutanasia en Holanda.
Ilegal, pero sin castigo
El caso de Prins, el primero de un m¨¦dico no castigado en Holanda tras poner fin a la vida de un paciente incapaz de expresar su propio deseo, muestra que la ley aprobada en noviembre de 1993 no consigui¨® poner punto final al discutido tema de la eutanasia. T¨¦cnicamente ilegal, la asistencia pasiva o activa al suicidio contin¨²a penada con 12 a?os, de c¨¢rcel, aunque en la pr¨¢ctica el m¨¦dico no es castigado si cumple determinadas condiciones: que el paciente tome la iniciativa e, insista repetidas veces, se encuentre en fase terminal, padezca un sufrimiento insoportable y no haya posibilidad de mejorar. Adem¨¢s, el doctor asistente deber¨¢ consultar el caso con otros colegas e informar de la muerte al forense, que har¨¢ un inform¨® detallado al fiscal del Estado.
"Los datos oficiales no reflejan un incremento de la eutanasia, sino de la voluntad de los m¨¦dicos de declararla", asegura Petra Visschar, portavoz de la Asociaci¨®n para la Eutanasia Voluntaria. La organizaci¨®n, fundada hace 20 a?os y que cuenta con cerca de 70.000 miembros, defiende el derecho a elegir la hora de enfrentarse a la muerte. Sin embargo, Visschar reconoce que hay un n¨²mero indeterminado de casos que, por el temor de los m¨¦dicos a, ser condenados, no son nunca declarados.La ambigua situaci¨®n que mantiene la pena y exime del castigo ha llevado a la Asociacion de M¨¦dicos Holandeses que representa al 60% de los doctores del pa¨ªs, a tratar de matizarla. Una comisi¨®n compuesta por juristas, m¨¦dicos y deont¨®logos envi¨® recientemente a sus miembros un documento de 39 p¨¢ginas que refleja las dudas que asaltan a los m¨¦dicos y protege sus objeciones morales. Las nuevas directrices insisten en que los doctores pidan una segunda opini¨®n, lo que seg¨²n Roelf Mulder, miembro de la asociaci¨®n, "no siempre se hace o no se hace de la forma adecuada".
Presi¨®n psicol¨®gica
El documento hace hincapi¨¦ en la necesidad de declarar todos los casos de muerte asistida y recuerda a su miembros la obligacion de poner en contacto al paciente con otro colega si tiene problemas de car¨¢cter moral. Aunque la mayor¨ªa de los m¨¦dicos holandeses no cuestiona el principio b¨¢sico de la eutanasia, algunos s¨ª han expresado sus dudas durante la toma de decisi¨®n y en el momento m¨¢s cr¨ªtico de provocar la muerte; Por eso, la asociaci¨®n recomienda, siempre que sea posible, que el m¨¦dico facilite la medicina mortal en lugar de participar de forma activa con una inyecci¨®n letal. "Los m¨¦dicos se enfrentan a una gran presi¨®n psicol¨®gica y emocional cuando colaboran en la muerte. De esta manera se traslada al paciente parte de la responsabilidad", explica Mulder.Probada la pol¨¦mica, la eutanasia cuenta con el apoyo, incuestionable de la mayor¨ªa de la sociedad holandesa. La ¨²ltima encuesta realizada habla de un respaldo general del 71%, que desciende al 43% en el caso de los protestantes reformados y asciende hasta el 86% cuando los preguntados no profesan religi¨®n alguna.
En cualquier caso, ni las nuevas directrices de la asociaci¨®n m¨¦dica ni la ley aprobada en 1993 lograr¨¢n cerrar de forma definitiva el debate de los l¨ªmites ¨¦ticos y legales de la eutanasia. En febrero de este a?o la ministra de Justicia, Winnie Sorgdrager, ya obtuvo el apoyo de todos los partidos que integran la coalici¨®n gubernamental, con la excepci¨®n de los democristianos y los partidos confesionales, para ampliar los supuestos despenalizados. Si la C¨¢mara alta lo aprueba, Holanda tampoco perseguir¨¢ a los m¨¦dicos que aprueben la muerte, aunque el paciente no haya entrado en fase terminal.
La esperada ratificaci¨®n del caso de Rianne por el Tribunal Supremo puede reavivar la pol¨¦mica y sentar un precedente en el punto m¨¢s conflictivo: provocar o asistir la muerte de ni?os, pacientes en coma, ancianos con demencia senil u otros que por alguna raz¨®n est¨¦n imposibilitados para pedirla por s¨ª mismos.
Mejor irse al anochecer
"Un viernes por la tarde fui a visitarle y me dijo que lo ten¨ªa decidido, que no val¨ªa la pena. vivir m¨¢s en aquella situaci¨®n". Bert van Hoenderdael, psicoterapeuta, recuerda muy bien ese mes de octubre de 1992 cuando su padre, con 72 a?os, le comunic¨® que hab¨ªa decidido recurrir a la eutanasia. Pero el dram¨¢tico anuncio no fue para ¨¦l una sorpresa. Desde mucho antes de padecer el c¨¢ncer linf¨¢tico que lo dej¨® postrado en la cama, su padre era miembro de la Asociaci¨®n para la Eutanasia Voluntaria. "Fue siempre un hombre muy autoritario al que le espantaba la idea de la dependencia de alguien", recuerda Bert en la. sala de una casa ausente de recuerdos familiares. "Cuando tom¨® la decisi¨®n empezaba a tener dolores fuertes, no pod¨ªa comer ni tragar, sufr¨ªa. incontinencia y no exist¨ªa ni una sola posibilidad de recuperaci¨®n".Los ¨²ltimos d¨ªas transcurrieron con la calma que confiere lo irremediablemente aceptado. "Hablamos mucho sobre c¨®mo arreglar todo y c¨®mo y cu¨¢ndo iba a ocurrir", explica Bert. Su padre escogi¨® para morir un mi¨¦rcoles al anochecer, la misma hora que otros muchos enfermos, cuando, el mundo est¨¢ m¨¢s en calma. "Entre el s¨¢bado y el domingo fueron requeridos amigos y familiares para la despedida definitiva y luego vino el m¨¦dico de cabecera, que conoc¨ªa y apoyaba la decisi¨®n, con otro colega para dar su opini¨®n", contin¨²a. Apenas le tiembla la voz cuando rememora el momento en que su padre recibi¨® la inyecci¨®n mortal que le provoc¨®, pocos minutos despu¨¦s, un paro del coraz¨®n.
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